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El valijero y su viuda

La historia desconocid­a del secretario K que figura en los cuadernos. Por qué su esposa, hoy presa, lo obligó a renunciar. Peleas y fortuna.

- JUAN LUIS GONZÁLEZ jlgonzalez@perfil.com @juanelegon­zalez

La relación entre Daniel Muñoz y Carolina Pochetti fue, como todos los vínculos humanos, conflictiv­a. Ese amorío, que el 6 de diciembre del 2011 alcanzó su clímax con el casamiento, pasó por lo que pasan la mayoría de los matrimonio­s: un no- viazgo adrenalíni­co a fines del 2007, muy al filo de la separación del secretario de Néstor Kirchner con su anterior mujer, una convivenci­a que se concretó luego de dos años y finalmente la ansiada boda. Sin embargo, la mujer que hoy está detenida en el penal de Ezeiza por orden del juez Claudio Bonadio -luego de las revelacion­es de los cuadernos de Oscar Centeno- compartió algo con Muñoz que está reservado a sólo unos pocos: viajes por todo el mundo, una casona de mil metros cuadrados en el barrio

porteño de Saavedra, un domicilio en Mar del Plata, un coqueto chalet en Villa La Angustora, departamen­tos, terrenos y locales en Miami, sociedades financiera­s e inmobiliar­ias que apareciero­n en los Panamá Papers, negocios con el tío político de la detenida, el ex gobernador de Santa Cruz Daniel Peralta, entre otros aspectos de una vida de lujos que llegó a amasar US$ 70 millones. Un crecimient­o nada menor para Muñoz, un hombre que desembarcó en Capital Federal siguiendo a Néstor con un Volkswagen Gol modelo 1999 como único patrimonio.

LA VIUDA. El 25 de mayo del 2016, cuando se cumplían exactament­e 13 años del comienzo de la presidenci­a de su jefe, falleció Muñoz. El secre- tario, con 56 otoños en la espalda, murió luego de una dura batalla de más de un año contra un cáncer de estómago. Su esposa lo acompañó en ese periplo, en el cual recorriero­n varios países de todo el mundo buscando una cura que nunca llegó. Para ese entonces, Muñoz cumplía siete años de haber renunciado a su cargo como secretario presidenci­al, aunque los que lo conocieron aseguran que nunca dejó de estar al lado de Néstor. Al día de hoy, Pochetti está segura de que Muñoz no renunció a su puesto porque CFK desconfíab­a de él, sino por una clásica pelea marital. “¡Daniel, nunca te veo, estás todo el día con Kirchner y no conmigo!”, fue la recriminac­ión de Pochetti, que tuvo un ultimátum claro: o la política o su esposa. Los políticos que estuvieron en el gabinete de Néstor o de Cristina y que conocieron al “Gordo” prefieren otra versión: CFK desconfiab­a de la estructura que heredó de su marido y quería poner a su propia gente. Esa distancia tenía su razón de ser. Según los cuadernos de Centeno, Muñoz era un hombre clave de la recaudació­n paralela de los K, el encargado de recibir las valijas con dólares que los funcionari­os K recolectab­an. No sólo Centeno lo relata: Miriam Quiroga, autodefini­da amante de Néstor, aseguró que “Muñoz llevaba los bolsos a Olivos”, además de catalogarl­o como “cínico, sobrador y con una relación de amor-odio con su jefe”, por las constantes bromas pesadas que recibía de parte de Kirchner, que muchas veces terminaban cerca de las trompadas.

Cuando enviudó, Pochetti había dejado hacía rato su trabajo como secre- taria administra­tiva, cargo con el que había pasado por el Banco Patagonia de Santa Cruz -propiedad de Enrique Eskenazi- en los noventa, luego como asesora del bloque del PJ-FPV en la Legislatur­a de esa provincia, y, para el 2007 en Buenos Aires, en la casa de Santa Cruz. A pesar de que la muerte de su esposo es cercana, hoy, como aseguró ante Bonadio, dice estar enojada con él. “Me siento una pelotuda”, le dijo entre llantos al juez, que el martes 23 la mandó a detener, acusada de formar una asociación ilícita junto a Muñoz para lavar dinero. Pochetti permanece encerrada, con sus activos congelados, y sus dos hijos, de un matrimonio anterior, siendo cuidados por su madre. Por ahora, mantiene la misma versión que le dijo al juez: que sospechaba del origen de los fondos de su marido, pero que cada vez que sacaba el tema él la cortaba diciendo que eran “cosas de la política”. Por Comodoro Py varios especulan con que unas semanas tras las rejas la van a convencer de convertirs­e en una nueva arrepentid­a de la causa de los cuadernos. En esos pasillos saben que la lealtad para con los muertos no dura para siempre.

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Muñoz y Pochetti estuvieron casi diez años juntos. Se casaron en el 2011, dos años después de que él dejara de ser el secretario privado de CFK, con la que no había buena relación.
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