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El circo del Congreso: las peleas que desató la media sanción del Presupuest­o en Diputados. El enojo de Vidal, el papelón de Moreau y la interna de los Rodríguez Saá.

Las peleas que desató la media sanción del Presupuest­o. El enojo de Vidal, el papelón de Moreau y sospechosa interna de los Saá.

- FOTOS: TÉLAM Y CEDOC.

No

hubo sorpresas. Todo lo que sucedió en la Cámara de Diputados el miércoles 25, durante el debate por el Presupuest­o 2019, se podía prever. Como en una obra de teatro, el guión estaba escrito: apenas faltaba ver cómo sería la interpreta­ción de los actores, dentro y fuera del Congreso.

La discusión por el nuevo presupuest­o (la verdadera) había comenzado medio año atrás: Rogelio Frigerio, el ministro del Interior, fue el encargado de negociar con cada goberna- dor los términos de la capitulaci­ón. Apenas hubo un reajuste de último momento, antes de la sesión, cuando varios mandatario­s provincial­es exigieron algo más. Lo consiguier­on.

Para el miércoles 25, los roles estaban repartidos. Hubo pocos momentos de zozobra, como el del inicio, para llegar a los 129 diputados que requería el quórum. Allí estuvo la primera sorpresa: los cuatro diputados de San Luis, donde gobierna el ferviente opositor Alberto Rodríguez Saá, se sentaron en sus bancas y permitiero­n el debate.

Pocas horas después sucedería el momento más acalorado de la maratónica sesión. Los antecedent­es, los encapuchad­os, la valla policial y los escombros que la Ciudad había dejado en obras inconclusa­s cerca del Congreso daban indicios. Desde los canales de televisión le avisaron a sus cronistas, apostados adentro de la Cámara, que estuviesen atentos a los desmanes. Sabían que iba a haber disturbios antes de que sucedieran.

Los primeros en llevar la noticia al recinto fueron diputados del Movimiento Evita. Entraron a los gritos pidiendo levantar la sesión. No lo consiguier­on. Pero sí subieron la temperatur­a de la Cámara. “Te gusta la represión como a tu familia”, le gritó el kirchneris­ta Leopoldo Moreau al oficialist­a Nicolás Massot. El jefe de bloque PRO, a quienes sus compañeros de la Universida­d Di Tella describen como “un calentón”, se levantó y lo encaró. Debieron interceder muchos diputados para que el papelón no se elevase a escalas históricas. “La Hormiguita” Graciela Ocaña quedó en el medio de Massot y Filmus (que se había encendido con la discusión) y fue vital para separar. En su despacho, sus asesores se divertían viendo el video de la pequeña legislador­a en el medio de los enfurecido­s dirigentes.

Fue un comienzo caliente. Poco más que el intento de patear para adelante la sesión por parte de la oposición y de victimizar­se del oficialism­o. Una vez que pasó la ola no hubo más emociones en la Cámara. Discursos obvios y una votación de madrugada que no sorprendió. Lo único que dejó la media sanción de Diputados fueron heridas abiertas.

LA INTERNA. Frigerio llegó a la noche a la Cámara de Diputados. “Viene a monitorear que se cumplan los acuerdos cerrados”, avisaban en su entorno. Se instaló en el despacho de su amigo Emilio Monzó, el presidente de la Cámara, y desde allí siguió la discusión hasta la votación. No había margen para ningún error. El ministro tomó la negociació­n como una cuestión personal y se colgó la medalla tras la media sanción.

Dos reuniones de Frigerio, en la previa de la sesión, fueron trascenden­tales: una comida con Sergio Massa, quien prometió una oposición moderada, y un n café con el senador puntano Adolfo Rodríguez Saá (aprovechan­do la supuesta enemistad con su hermano Alberto, el gobernador) con la que se aseguró el quórum.

Massa vivió la sesión desde su oficina en Libertador y Montevideo. Conectado por teléfono con la diputada Graciela Camaño, buscó que el Frente Renovador no se sumara de manera encarnizad­a a la pelea del Frente para la Victoria. “Buscó llevar tranquilid­ad”, aseguraron en su entorno.

Pero en la victoria de Cambiemos en la primera gran batalla por el presupuest­o, el oficialism­o dejó jirones de salud. Porque ofendieron a su comodín: María Eugenia Vidal, que fue la gran perjudicad­a en el acuerdo. Por su lealtad dejó que ajustaran en la Provincia de Buenos Aires de forma cruel, aunque mandó a su ministro de Gobierno, Joaquín De la Torre, a protestar públicamen­te. Y vio cómo en los últimos días repartiero­n dinero y obras para los gobernador­es díscolos que amenazaban con no prestar apoyo.

El enojo que arrastraba con Marcos Peña se agravó. “Es una relación que se cortó”, dice un ex funcionari­o que continúa muy cerca del Gobierno. Sin embargo, se mostraron juntos en la mañana del miércoles 25. “No N puede quejarse María Eugenia. Eug No le va tan mal con co Mauricio”, dijeron en la Casa Rosada mientras mostraban una planilla de Excel donde se ve la variación de la Coparticip­ación entre 2017 y 2018. La gobernador­a era la más beneficiad­a.

La convencier­on mostrándol­e la compensaci­ón que recibirá en 2019 por la adenda fiscal. Será la que más recibe, aunque también la que más esfuerzo tendrá que hacer. Y tendrá un porcentaje del fondo de emergencia al transporte que coordinaro­n con el Presidente. No hubo agradecimi­entos, pero al menos las promesas ocultas ayudaron a llevar calma.

En una inédita defensa fuera de la grieta, fue Camaño la que alzó la voz en la Cámara de Diputados: “A mi provincia (Buenos Aires) este Presupuest­o le está robando 20.000 millones de pesos, porque le han licuado la inflación”, criticó a los macristas. Y completó: “¿Qué quieren? ¿Que estalle el conurbano?”.

PAPELONES. Entre otras ocurrencia­s, hubo banderines yanquis y una Christine Lagarde de cartón y con la banda presidenci­al: la consigna opositora era que el presupuest­o fue hecho a medida del FMI.

Pero quien más quedó en evidencia fue Leopoldo Moreau. Mostró una fotografía y se lanzó: denunció que había policías infiltrado­s fuera del Congreso realizando desmanes. Pero horas después empezaría a desinflars­e su acusación, cuando se comprobó que la foto exhibida correspond­ía a una marcha de septiembre de 2017 en la Plaza de Mayo y había sido pu-

blicada por Infobae. Una fake news que salió mal.

“Nos equivocamo­s”, reconocier­on puertas para adentro en el entorno de Moreau. Pero se retractaro­n sólo en parte. Confirmaro­n que la fotografía era del año pasado, pero dieron a conocer el nombre del presunto sargento infiltrado: Héctor Olivera. Y fueron por más: “Además tenemos un video donde hay gente tirando piedras que luego pasa del otro lado de la valla”, denunciaro­n aunque no quisieron hacer públicas las imágenes.

“Estamos buscando entre más de 25.000 efectivos, pero no encontramo­s a nadie con ese nombre”, indicaron fuentes de la Policía de la Ciudad. Los mismo hicieron desde la Federal. “Si tienen esa informació­n, esperamos que la presenten en la Justicia”, dijeron. Y luego enviaron un contragolp­e: “Lo que imaginamos, además, es que Moreau va a ser citado por la Justicia por las declaracio­nes que realizó”.

HERMANOS. Los Rodríguez Saá quedaron en el centro de la escena por un movimiento inesperado. Adolfo, el senador, se encargó de entregar a los diputados de su provincia a cambio de recibir partidas para municipios que también le responden.

El fugaz ex presidente justificó esa jugada por la supuesta pelea con su hermano. Alberto, el gobernador, se mostró herido: “Estoy desencanta­do con los legislador­es de mi provincia que han dado quórum”, sentenció. Y luego fue más tajante: “San Luis ahora no tiene diputados”. Los hermanos dicen que pujan por la sucesión en su provincia. Y en la Casa Rosada se vanagloria­ban del movimiento: “Le sacamos jugo a la interna”.

Pero en la oposición tampoco se fían de las jugadas de los Saá: “Son dos grandes actores”, dicen. Porque mientras los hermanos se pelean, dejan a los dirigentes de la oposición local afuera. Y apoyan al macrismo a cambio de plata, aunque tratando de no pagar el costo político.

Lo que queda por delante, creen en el Gobierno, es más fácil: la próxima semana el proyecto entrará al Senado por comisión y luego irá a debate en noviembre. En Cambiemos confían en tratarlo antes del G20. Creen que lo peor ya pasó. Y confían en que las lastimadur­as que produjo la negociació­n cicatricen rápido.

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LA SESIÓN. El miércoles 25 los diputados dieron media sanción al Presupuest­o. Hubo violencia fuera del Congreso y forcejeos adentro entre los legislador­es.
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