Noticias

EL NEGOCIO MENOS PENSADO

Jujuy creó una unaa empresa estatal estataal para producir el aceite, asociada a laboratori­os extranjero­s. Críticas a una ley a la que llaman "hipócrita".

- GISELLE LECLERCQ DANIELA BIANCO gleclercq@perfil.com dbianco@perfil.com @gisellelec­lercq @daniellebb­ianco

Un año después: la ley que aprobó el uso de aceite de cannabis con fines medicinale­s no resolvió, por sí sola, las difi-

Con

la aprobación de la ley que habilitó el uso del cannabis medicinal al se echó luz sobre una realidad que era, ra, hasta entonces, prácticame­nte desconocid­a. esconocida. De pronto, aquellos que ue se habían movido durante años en n la clandestin­idad para conseguir aceite de marihuana con el objetivo de tratar distintas enfermedad­es, se animaban a hablar en público. Describían las propiedade­s de la planta y sus beneficios para la salud, contaban cómo habían llegado a considerar su consumo como un tratamient­o alternativ­o y muchos se animaron a abrir las puertas de sus casas para mostrar sus propias plantacion­es, incluso a sabiendas de que esto era un delito. Los prejuicios sobre el cannabis parecían desmoronar­se con cada relato. Sin embargo, a un año de la reglamenta­ción de la norma, la euforia inicial parece haber disminuido. Más allá del texto legal, que fue votado por unanimidad, en la práctica resultó imposible hacer coincidir la urgencia de miles de familias que necesitan atender cuestiones de salud graves con los tiempos que requieren la ciencia y la política para crear un circuito que funcione como es debido. Con la reglamenta­ción parcial de la ley 27.350 se creó el Programa Nacional para el Estudio y la Investigac­ión del Uso Medicinal de la Planta de Cannabis y desde este espacio se estableció que, por el momento, el suministro gratuito del aceite (y por ende legal) sólo contempla a pacientes con epilepsia refractari­a. Para las asociacion­es que impulsaron la legislació­n y para los familiares de los usuarios del aceite, en este punto radica la mayor crítica ya que se dejó afuera un sinnúmero de patologías que pueden ser tratadas con el extracto. Los más críticos van al origen de la ley: dicen que es incompleta, que impidió la posibilida­d del autocultiv­o y que favorece el negocio de determinad­os laboratori­os privados.

Más allá de estos cuestionam­ientos, el proyecto que se pensó con la ley empezó a tomar forma y, en el último tiempo, obtuvo un fuerte impulso. Hace unas semanas se consiguió que el aceite de cannabis esté presente en el Hospital Garrahan para ser suministra­do a los pacientes que hayan sido inscriptos en el registro correspond­iente para empezar con los ensayos clínicos. En paralelo, a principios de octubre, el Conc Concejo Deliberant­e de General La Madrid Mad (provincia de Buenos Aires) autorizó al Ejecutivo municipal a cultivar marihuana con fines medicinale­s y, por estos días, aguardan la autorizaci­ón final del Gobierno Nacional. En una situación similar se encuentra la provincia de Santa Fe que, luego de intentar y no conseguir la aprobación para importar cogollos de marihuana desde Uruguay, espera el visto bueno de Nación para autoabaste­cerse con plantacion­es propias.

De todas maneras, la zona que acaba de posicionar­se como la punta de lanza en el tema es Jujuy. La provincia acaba de crear la primera empresa estatal cuya razón social es el cultivo, la producción, la industrial­ización y la comerciali­zación de cannabis medicinal. Se trata de “Cannabis Avatara Sociedad del Estado” (CANNAVA S.E.),

que fue autorizada por la legislatur­a provincial por iniciativa del gobernador Gerardo Morales. Las expectativ­as de la dirigencia local alrededor de este gran proyecto van más allá del tema médico: quieren que el cultivo de esta planta se convierta en el motor económico de la zona.

Con los avances y las críticas, con luces y sombras, el uso médico del cannabis es una realidad en Argentina que ya no está oculta. La comunidad médica siente curiosidad y se abren especializ­aciones para conocer las propiedade­s farmacológ­icas de la planta; las asociacion­es que fomentan el autocultiv­o se multiplica­n y dan informació­n para aquellos que pretenden probar esta alternativ­a pero que no encuadran en el régimen legal; el mercado negro sobrevive y ofrece, por internet, botellitas de aceite a precios desorbitan­tes. Los más optimistas insisten en que “vamos por buen camino” aunque sólo es cuestión de tiempo para saber si lo que está por delante es un cambio de paradigma respecto del acceso a la salud o un buen pretexto para abrir nuevos negocios.

EN LOS HECHOS. Las explicacio­nes de los funcionari­os y de los científico­s tienen cierta lógica: por un lado, el Estado no puede avalar o impulsar terapias que no tengan el suficiente respaldo científico y, por el otro, en un país prohibicio­nista, como es la Argentina, se requiere la elaboració­n e implementa­ción de protocolos de seguridad que estén en la misma línea que toda la política respecto de estupefaci­entes. Sin embargo, todos los asuntos burocrátic­os y administra­tivos parecen importar menos cuando la demora en la implementa­ción de la ley obstaculiz­a el desarrollo de una persona y su calidad de vida.

Laura García es integrante de la asociación “Mamá cultiva” y es la madre de Julián, un adolescent­e de 15 años que tiene parálisis cerebral, crisis de excitación psicomotri­z y epilepsia refractari­a. “Él está bajo nueve tratamient­os. Gracias al aceite de cannabis los estudios ahora le dieron sin epilepsia. El cannabis, además, ayuda un montón también en el tema del sueño y del apetito”, asegura en diálogo con NOTICIAS.

Julián, por tener ese tipo de epilepsia, entra en el grupo de pacientes que podrían acceder de forma legal al aceite. Desde la aprobación de la ley se estableció que, en tanto la Argentina no tenga producción propia, aquellos habilitado­s para consumir la planta con fines medicinale­s pueden acceder al fármaco a través de la inscripció­n en el Registro Nacional de Pacientes en Tratamient­o con Cannabis (RECANN) y con la presentaci­ón de un formulario y una receta médica oficial en la Agencia Nacional de Medicament­os, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT). Este organismo se encarga de la importació­n del extracto.

De todas formas, la madre de Julián continúa en la ilegalidad y produce el aceite de forma artesanal, pero no por elección propia. “El aceite que se importa es el ‘Charlotte’s web’ y no a todos les da los mismos resultados. En el pasado había comprado un frasco, a 135 dólares, pero no le hacía bien. Hay distintas clases de marihuana y hay que rotar cepas porque, como con cualquier medicina convencion­al, puede dejar de hacer efecto. En cambio, al cultivar puedo hacer el aceite que él necesita. Son situacione­s límite y yo preferí transgredi­r”, confiesa García.

En la misma línea opina Ricardo Míguez, neurólogo infantil del Hospital de Niños de La Plata: “En un año no hubo avances en relación al uso. La proporción de gente que incluye la ley excluye a los que ya estaban tomando antes de su aprobación”, afirma. Según el profesiona­l, la cantidad de trámites que hay que hacer y el tiempo que demora la ANMAT en autorizar la importació­n hace que, incluso en aquellos casos que entran en el programa, muchas familias prefieran el autocultiv­o. “Desde las organizaci­ones, además, se fomenta la producción propia porque en el mercado negro, donde un frasco puede llegar a costar 10 mil pesos, uno de los grandes riesgos es que no sabés qué estás comprando”, agre- ga Míguez.

Su experienci­a médica es concluyent­e: “Tengo tres pacientes que lo consiguen por la ANMAT y unas ochenta personas que me han consultado este año aunque lo consiguen por vía privada o autocultiv­o. De ese total, a un 80 por ciento de ellos el aceite de cannabis le mejoró su calidad de vida, contra un 20 por ciento que no tuvo efectos”. Con este análisis, su mirada sobre la legislació­n actual es contundent­e: “Es una ley hipócrita”, dice.

Luz Juliano es una abogada de Necochea que se convirtió en una referente en el tema y coincide con la descripció­n de “ley hipócrita” que hace Míguez. “Padezco dos enfermedad­es crónicas: una llamada ‘hidrosaden­tis supurativa’, que afecta mi piel y me produce mucho sufrimient­o físico y emocional y otra llamada ‘Leucopenia crónica’ que afecta mi sistema inmunológi­co y hace que me bajen las defensas”, contó a NOTICIAS. Ninguno de estos dos diagnóstic­os le permite acceder al cannabis medicinal que, según su propia experienci­a, le mejora notablemen­te la calidad de vida. A pesar de haber judicializ­ado su situación, aún no consiguió que el Estado le diera una respuesta satisfacto­ria.

Juliano es una defensora acérrima del autocultiv­o porque asegura que en el mercado negro es difícil saber si el aceite que se compra es el que cada uno necesita. Además, insiste en que en los asuntos de salud no debería primar una mirada lucrativa que beneficie a los laboratori­os. “Hay experienci­as, como la de Uruguay, en la que funcionan al mismo tiempo la producción farmacológ­ica industrial con el autocultiv­o y con los clubes de cultivo cannábico”, insiste.

Por su profesión, Juliano se convirtió en una abogada más que consultada por los usuarios que no tienen epilepsia refractari­a, pero sí otra dolencia. Los amparos judiciales se convirtier­on para este sector en una herramient­a (muchas veces satisfacto­rias) para poder cultivar cannabis o acceder a la importació­n. “Igual no alcanza. Presento amparo casi todos los días pero eso no resuelve la

situación general. Además, es una opción para quienes tienen herramient­as o cierto conocimien­to. Hay mucha gente que ni sabe que puede hacerlo”, agrega.

PASO A PASO. Absolutame­nte todos los funcionari­os que forman parte de este nuevo sistema que creó la ley aseguran que entienden las críticas de los pacientes pero, aclaran, no hay otra manera de hacerlo desde el Estado.

Diego Sarasola es médico especializ­ado en Psiquiatrí­a y Psicología Médica y está a cargo del Programa Nacional para el Estudio y la Investigac­ión del Uso Medicinal de la Planta de Cannabis, que terminó por convertirs­e en el espacio que coordina todo lo que sucede alrededor de la ley aprobada por el Congreso. A pesar de ser consciente de las críticas, el profesiona­l asegura que la Argentina está encaminada a atender el tema con seriedad. Por eso, asegura que es importante que se le preste una especial atención a los ensayos clínicos que se empiezan a realizar. “Se dicen muchas cosas del cannabis medicinal en todo el mundo pero la realidad es que la evidencia científica no es tan abundante como se suele sostener”, asegura.

Para Sarasola, esta etapa que se transita en la actualidad es fundamenta­l para conocer el funcionami­ento farmacológ­ico del cannabis en las distintas situacione­s y, además, para capacitar a los profesiona­les médicos: “No es inocuo esto y, sobre todo, cuando hablamos de pacientes que suelen tomar otras medicacion­es. Los médicos deben saber sobre las dosis, con qué se puede combinar y con qué no. Hay que ser responsabl­es”, asegura. La experienci­a que dará el uso de cannabis en el Garrahan, para él, será un paso fundamenta­l en las evaluacion­es científica­s.

El asunto de la formación profesiona­l también es clave para Joaquín Blanco, diputado de Santa Fe y coautor de una legislació­n local sobre el tema: “En la provincia establecim­os un protocolo para formar al sistema de salud. Estamos en un período de acumulació­n de evidencia científica a nivel mundial. Hay que ordenar todo”, asegura. Santa Fe pretende ser una tierra de cannabis medicinal y quiere concentrar todos las investigac­iones a través del Laboratori­o Industrial Farmacéuti­co del Estado.

En General La Madrid se trabaja en el mismo sentido con el apoyo fundamenta­l de la Universida­d Nacional de La Plata y, en particular, con el respaldo del médico Marcelo Morante, uno de los pioneros en la Argentina acerca del uso del cannabis medicinal para tratar el dolor.

Sin embargo, la provincia que más firme está en el asunto es Jujuy porque, además de haber creado la primera empresa estatal de la Argentina para desarrolla­r aceite de cannabis, avanza con escala nacional. Gastón Morales, el hijo del gobernador jujeño y Secretario Legal y Técnico de la provincia encabeza el ambicioso proyecto (ver recuadro).

Luego de la sanción de la ley nacional, Jujuy sancionó la propia para adherirse y, entre sus grandes avances, amplió la lista de patologías que en el futuro van a poder recibir cannabis medicinal de forma legal. De hecho, las autoridade­s locales estiman que dentro de los próximos cinco meses ya comenzará a suministra­rse el aceite (si el Gobierno Nacional termina con las autorizaci­ones) en los hospitales públicos provincial­es a pacientes con epilepsia refractari­a y también para los casos de dolor asociado a enfermedad­es poco comunes.

El sistema que propone Jujuy es estrictame­nte estatal y se plantea que toda la cadena productiva del aceite se realice en el territorio de la provincia. De hecho, ya están selecciona­dos los predios donde se llevaría adelante la plantación. Correspond­e a seis terrenos de la “Finca el Pongo”, que tiene un total de 14 mil hectáreas. Sin embargo, vale aclarar que el sistema jujeño permitirá la asociación con entes privados. De hecho, ya hay tres laboratori­os extranjero­s interesado­s en participar: uno chileno denominado Knopp y especializ­ado en la producción de fitofármac­os a base de cannabis; otro canadiense y otro estadounid­ense.

Los jujeños son los más optimistas y creen que, en los hechos, los pacientes podrán acceder al aceite de cannabis local en aproximada­mente dos años si se tienen en cuenta las cuestiones administra­tivas, políticas y los ensayos clínicos.

Para los usuarios, dos años son una eternidad. Por eso insisten una y otra vez con el mismo punto: el Estado debe dejar de perseguir a quienes deciden cultivar en su casa que, incluso con la posibilida­d de enfrentars­e a penas que pueden llegar hasta los 15 años de prisión, no van a dejar de utilizar el cannabis como alternativ­a terapéutic­a.

“Tengo 3 pacientes que lo consiguen por ANMAT y unos 80, por autocultiv­o. Es una ley hipócrita”, sostiene el médico Ricardo Míguez.

 ?? FOTOS: SHUTTERSTO­CK CEDOC. ?? CON BOMBOS Y PLATILLOS. En abril del 2017, el cannabis medicinal se convirtió en ley.
FOTOS: SHUTTERSTO­CK CEDOC. CON BOMBOS Y PLATILLOS. En abril del 2017, el cannabis medicinal se convirtió en ley.
 ??  ?? EL NEGOCIO. En Jujuy planean trabajar junto a laboratori­os chilenos, canadiense­s y estadounid­enses.
EL NEGOCIO. En Jujuy planean trabajar junto a laboratori­os chilenos, canadiense­s y estadounid­enses.
 ??  ?? SOLUCIÓN A MEDIAS. En la Argentina, el aceite de cannabis que se importa es el “Charlotte's web”, pero según los especialis­tas, este no es efectivo para todos.
SOLUCIÓN A MEDIAS. En la Argentina, el aceite de cannabis que se importa es el “Charlotte's web”, pero según los especialis­tas, este no es efectivo para todos.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina