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Mimo al primo: Angelo Calcaterra ganó una gigantesca licitación envuelta en irregulari­dades. Por que, estuvo tres meses sin hablar con Macri. El asado que los juntó en Los Abrojos. Sospechas sobre Peña.

La auditoría que objeta una licitación de $ 3.200 millones para el pariente del Presidente: el Paseo del Bajo. Los puntos oscuros.

- JUAN LUIS GONZÁLEZ jlgonzalez@perfil.com @juanelegon­zalez

Angelo

Calcaterra no viene del mundo de la política. No se crió rodeado de bombos o cantando canciones de cancha, y ni siquiera hizo como el “primo pobre” que hace muchos años se fue a patear Buenos Aires con deseos de una intendenci­a y algo más. Mucho menos siguió los pasos de su otro primo, el que armó su propio partido y se presentó a elecciones. Ángelo es de otro palo. A pesar de que los progenitor­es de los tres vinieron en el mismo barco y trayendo los mismos sueños, él siempre miró de reojo el destino de los familiares de su generación y hasta fantaseó con que las aspiracion­es de los díscolos quedarían en el camino. Por no compartir el amor a los votos es que se enoja tanto cuando la política le cambia los planes. Por eso Ángelo estuvo casi tres meses sin hablar con el Presidente, con el que recién se reencontró en un almuerzo en la quinta en Los Abrojos un domingo a fines de octubre. También es por eso que está convencido de que los eventos que entorpecie­ron la íntima relación que tenía con su primo nacen desde los pasillos de la Jefatura de Gabinete, aparte de las ácidas críticas que le lanza su enemiga Elisa Carrió.

Pero hay algo del arte de la política que Ángelo dice que lo irrita más que todo: cuando se mete en sus negocios millonario­s, lo que parece una ironía si se tiene en cuenta que al amparo del Estado creció todo el grupo Macri. Y, según dice estar convencido Calcaterra, las fuertes irregulari­dades que detectó un reciente informe de la Auditoría General de la Ciudad sobre la gigantesca licitación -la más cara de la década- que ganó su ex empresa IECSA mientras aún le pertenecía, es parte del juego macabro de la política. A pesar de que tres de los siete auditores que firmaron ese documento son del PRO. A pesar de que otro, de la Coalición Cívica, asegura que hay aspectos “poco claros”, mientras que la funcionari­a de la UCR intentó llevar el informe a la Procuració­n para que lo investigue y fracasó por la resistenci­a del partido amarillo. A pesar de que “Lilita”, la garante moral de Cambiemos, le asegure a esta revista que le gustaría que se audite la obra mientras se construye, medida que rechazó el oficialism­o con una ayuda indispensa­ble -los misterios de la grieta- del PJ. A pesar de que Calcaterra mismo, junto a los grandes patrones históricos de la obra pública local, admitió ante un juez federal haber pagado dinero en negro al gobierno anterior, poniendo de relieve lo cartelizad­a que está esa área y sus oscuros vínculos con el poder de turno. Pero el primo, jura, es una víctima de la política. Pobre Angelito.

EL ARTE DE GANAR. “Mis funcionari­os, por culpa del acoso del periodismo, temblaban cuando tenían que firmar una adjudicaci­ón. Yo les decía: 'Muchachos, si ganó la constructo­ra de Ángelo, ¡fírmenle! ¡Es una constructo­ra buena! Como le dije a 'Guillo' Dietrich por el caso de Cristóbal López: si está en regla, lo ganó, y si no, se le rescindirá”. El que habla es Mauricio Macri a mediados del 2016, para el libro de la periodista Laura Di Marco, donde confiesa que “se enojó” y le dijo a su primo “que estaba loco” cuando Calcaterra le reveló que quería vender su empresa “porque no daba más”. En esos mismos momentos, el Gobierno de la Ciudad, a través de Autopistas Urbanas SA, se aprestaba a lanzar la licitación para construir el Paseo del Bajo, una obra planificad­a en casi $ 7.000 mil millones, tan costosa como el presupuest­o anual de La Matanza, el distrito más poblado de Buenos Aires, que va a significar la unión de la autopista Illia con las autopistas Buenos Aires-La Plata y la autopista 25 de Mayo mediante un sistema de viaductos y trincheras. “Va a tener el mismo impacto que el Metrobus”, aseguran, a nivel simbólico y político, en el área de Transporte de la ciudad, el organismo local que delegó en AUSA la responsabi­lidad operativa del proyecto. Era un negocio redondo para todos: millonario para las empresas que ganaran -la licitación se dividió en tres tramos, A, B y C, para no cartelizar la obra y evitar

“Los procesos fueron llamativam­ente irregulare­s. El tramo que ganó IECSA se adjudicó con un proceso distinto al que decía la ley”. Mariela Coletta, auditora UCR

tardanzas por si una compañía se demoraba-, electoral para el gobierno porteño y el nacional -el Paseo tiene pensado estrenarse en la para nada inocente fecha de la última semana de abril del 2019, y el Ejecutivo de Macri comparte la responsabi­lidad porque contrajo una deuda de US$ 400 millones con el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) para financiar el proyecto-, y también para los ciudadanos y su movilidad, aunque en este punto hay debate.

Por suerte para IECSA, y también para SACDE, la compañía de Marcelo Mindlin que compró la primera en abril de 2017, en un precio que cerca de Calcaterra dicen que orilló los US$ 60 millones, los funcionari­os de AUSA cumplieron a rajatabla lo que pidió el Presidente: no les tembló para nada el pulso a la hora de adjudicarl­e la parte más cara de la obra a Calcaterra, aún cuando la licitación había tenido fuertes irregulari­dades, como asegura el informe de la Auditoría, que sólo revisó la adjudicaci­ón de la obra y no la obra en sí.

Para tener en cuenta: a pesar de que los encargados del organismo son siete miembros políticos -designados según la representa­ción de fuerzas en la Legislatur­a porteña, por lo que el PRO tiene mayoría y están representa­dos sus socios de Cambiemos-, los encargados de confeccion­ar el informe, una tarea que llevó siete meses de trabajo, fueron once técnicos, arquitecto­s, ingenieros y abogados, de la planta permanete de la Auditoría. En este punto el círculo de Calcaterra y el Gobierno porteño coinciden en su defensa. “Es un informe político, con intenciona­lidad política, y que lo hayan hecho miembros de la planta permanente no lo hace distinto”, aseguran, a pesar de que el propio PRO le dio el visto bueno al trabajo y lo elevó, como manda el protocolo, a la Legislatur­a. Ante la repregunta, cerca de Calcaterra aflojan: “En todo caso, si hubo algo mal hecho en la licitación fue culpa del Gobierno de la Ciudad o de AUSA, no nuestra, que nos presentamo­s como una empresa más”. ¿Sálvese quien pueda?

EN EL BARRO. Hasta el 28 de octubre, más de ocho meses después del inicio del pliego y a sólo cuatro días de la fecha en que se comenzaba la selección de la primera empresa ganadora, todo marchaba sobre ruedas. Fue ahí donde el asunto se empezó

a ensuciar, y es en lo que hace foco el informe oficial: AUSA, mediante una “circular sin consulta”, es decir que ninguna de las empresas en carrera ni otro organismo estatal se lo pidió, alteró el orden de apertura de las ofertas y decidió abrir primero el tramo A, el más barato de la obra. En esa circular no hay justificac­ión alguna para el cambio, tan sólo la notificaci­ón del mismo. Para tener en cuenta las diferencia­s, esa parte estaba estimada, según AUSA, en un costo de $ 1.870 millones, mientras que el C se estipulaba en $ 4.480 millones, más del doble.

Hasta entonces, según estaba concertado en el pliego original, se iba a abrir primero el tramo C. Hay que tener en cuenta que, según el pliego de bases y condicione­s, la empresa que ganara un tramo quedaba auto- máticament­e descartada de los otros dos, y así con la segunda que resultara elegida para el siguiente pedazo de la obra. Ahí hay una primera objeción lógica: dejar afuera del tramo más caro de la obra a una compañía -que quedaba descartada al salir elegida en el tramo A- podía significar dejar afuera a la empresa que iba a hacer la oferta más barata en el pedazo más costoso, y por lo tanto la que menos le costaría al Estado que tiene la obligación de buscar gastar lo menos posible. Pero eso no es todo.

El 14 de diciembre del 2016, Corsan Corviam Construcci­ón SA, parte del grupo Isolux de España, la misma que quedó en el centro del escándalo de los cuadernos, ganó la adjudicaci­ón del tramo A con lo que en el mundo del establishm­ent se conoce como una “oferta agresiva”: la propuesta de la compañía -de $ 1.547 millones- fue 17% por debajo de lo que AUSA estimaba. No es un dato menor: como en cualquier negocio, las empresas buscan maximizar sus ganancias, aunque en la obra pública tienen que jugar a una especie de ruleta esperando que su oferta no sea demasiado baja como para ser considerad­a precio vil, o que luego termine quedando muy lejos del presupuest­o real -lo que podría ocasionar respuestas del Estado co- mo la cancelació­n del contrato-, y no demasiado alta como para que otra empresa le gane de mano. Si hubieran realizado otra oferta, por ejemplo, hubiera perdido contra la empresa que quedó segunda: IECSA, la del primo del Presidente. Acá está el nudo de la cuestión.

Para cuando ganó la licitación, Isolux se hallaba en pleno derrumbe económico, tenía deudas por casi 3.000 millones de euros y sobrevivía gracias a los préstamos de los bancos. Ese caída se vivía también en Argentina, crisis que sintió de cerca Juan Carlos de Goycochea, director de Isolux en este país que estuvo detenido en la causa de los cuadernos luego de admitir coimas al kirchneris­mo. El detalle no menor de las penurias económicas de la empresa española no sólo fue percibido por la Auditoría, o por la empresa JCR SA del fallecido Juan Carlos Relats -uno de los grandes beneficiad­os de la obra pública K y administra­dor de un hotel propiedad de los Kirchner, Los Sauces-, que durante el proceso de adjudicaci­ón formuló observacio­nes sobre la oferta que presentó Isolux: la capacidad de esta última empresa fue puesta en duda por la propia Procurador­ía, el organismo que defiende a la Ciudad y que tiene a su cargo determinar la legalidad de los actos administra­tivos. La misma fecha en que Corsan Corviam ganó la licitación, ese organismo que, de nuevo, defiende a la Ciudad, interviene de manera contundent­e. “Verificar, previo a efectiviza­r la adjudicaci­ón, la capacidad técnica y económica del contratist­a para cumplir con las obligacion­es derivadas de la misma”, asegura en el dictamen IF2016-26989703-PG.

Este punto es central, como señala la Auditoría en sus conclusion­es, donde asegura que “no se encuentra acreditado que AUSA haya dado

cumplimien­to a lo dictaminad­o por la Procuració­n General respecto a la Capacidad Técnica y Económica de Corsan Corviam” y que tampoco “se encuentran justificad­os los motivos por los cuales mediante Circulares Sin Consulta se modificó el orden de apertura de las ofertas económicas de las tres licitacion­es correspond­ientes”. Otro dato: para agregar estos dos puntos a las conclusion­es (que son sólo una herramient­a para darlee más visibilida­d a aspectos centrales del informe) hubo que llamar a una votación en la Auditoría. La medida fue aprobada por el voto de la Coalición Civica, la UCR, el kirchneris­mo y el Partido Justiciali­sta, que el mismo día votó junto al PRO -que se había opuesto a agregar en la conclusión esos dos puntos- para evitar que se audite la obra en ejecución.

Si AUSA hubiera prestado atención a lo que le señalaba la Procuració­n y excluía a Corsan Corviam, IECSA hubiera ganado el tramo más barato, quedando así excluida del más oneroso. En julio del 2017, a cinco meses de iniciadas las obras del Paseo del Bajo, Isolux quebró y el Gobierno porteño le rescindió la obra. Crónica de un final más que anunciado.

Para ese entonces, IECSA, con el camino despejado, se había quedado con la adjudicaci­ón del tramo más oneroso. Y a esta historia le falta un dato más que, aunque no aparece destacado en el informe de la Auditoría, sí lo hacen varios de sus miembros: la empresa de Calcaterra gana el tramo C, el 29 de diciembre del 2016, gracias a su oferta de $ 3.183.245.156, un 29 % menor que el presupuest­o que había estimado AUSA ($ 4.480.000.000). Facundo Del Gaiso, el auditor de la Coalición Cívica, dice que “nunca vio una diferencia tan grande” entre los dos presupuest­os y que, en el caso de que la obra termine costando más de lo que IECSA aseguró que iba a costar, “tendrán que explicarlo”.

“Todo el proceso estuvo orientado para que Calcaterra se quedara con el tramo más caro”, asegura Cecilia Segura, presidenta de la Auditoría por la oposición. “Hubo injerencia de Larreta en la Auditoría para evitar que se auditara la obra -y no sólo la licitación- para poder corroborar sus costos reales”, dice Segura, pertenecie­nte a La Cámpora y novia del legislador kirchneris­ta Juan Cabandié. Mariela Coletta, auditora radical y pertenecie­nte al espacio de Martín Losteau, dice que “los procesos fueron llamativam­ente irregulare­s, y queda claro que el tramo más caro de la obra se adjudicó con un proceso distinto del que correspond­ía por ley, sin razones que lo justificar­an”. Raúl Bertero, ingeniero y vicedecano de la Facultad de Ingeniería de la UBA, opina: “Es raro cambiar el orden de apertura, hay que justificar muy bien

por qué lo vas a hacer. En este caso no parece necesario. En este tipo de contratos, tan grandes, tenés que ser prudente y respetarlo para evitar suspicacia­s. Parece poco prudente la forma de actuar. Además, si una empresa está objetivame­nte mal se la puede descartar”.

Todos los apuntados se detienen en que era imposible saber que Isolux iba a ganar por el cambio del orden de apertura ya que fue antes de la recepción de las ofertas. “¿Cómo podía saberse que eso iba a favorecer a Isolux si ni teníamos los sobres? Y, aún soponiendo que hubo algo amañado, cosa que no fue así, ¿cómo se podía saber que la segunda oferta para el tramo más caro iba a ser de IECSA?”, dicen tanto desde AUSA, y los de Calcaterra coinciden. Ambas dudas son válidas, y deberá probarlas la Justicia si la auditora Segura, como aseguró para esta nota, presenta el informe ante los tribunales federales de Comodoro Py o si la Procuració­n -que se negó a responder las consultas de NOTICIAS, igual que JCR- se involucra de manera más decidida. Más allá de las irregulari­dades que plantea la Auditoría, amparadas en las observacio­nes de la Procuració­n, hay que sumar dudas lógicas. Es possible que en Argentina como demostró la causa de los cuadernos, la obra pública esté cartelizad­a y dependa de arreglos ilegales más que de licitacion­es transparen­tes?

Si eso fuera asi se

puede suponer que alguien que ya admitió haber pagado dinero en negro ante un gobierno para que faciliten el desarrollo de las obras que ganó vuelva a estar involucrad­o en un evento del estilo?

También hay cosas ciertas, como que Calcaterra aseguraba que el Paseo del Bajo y el soterramie­nto del Sarmiento -causa que también está investigad­a por la Justicia y que involucra a la pagadora internacio­nal de coimas Odebretch-, eran las obras más importante que tenía IECSA al momento de venderse, y una empresa de obra pública vale, en gran parte, lo que valen las licitacion­es que tiene a su cargo. El resto son por ahora sospechas, que persiguen a Calcaterra junto a las causas judiciales, mientras faltan días para que se vuelva a convertir en abuelo. ¿El nieto seguirá el mandato de la Patria Contratist­a?

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A LA PAR. Segura, jefa de la Auditoría, con su pareja, el legislador kirchneris­ta Juan Cabandié.
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