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Juan Grabois: es el preferido del Papa y el nuevo aliado de Cristina. Quiere ser ministro de Desarrollo Social y toma clases con Larreta. La negación con su padre “Pajarito”, un histórico peronista.

"Estaría bárbaro que fuera jefe de Gabinete de CFK", opina el piquetero sobre el intendente.

- DANIELA GIAN @adanielagi­an

Con

una bolsa de tela colgada de un hombro, Juan Grabois llega caminando a una sede de la CTEP, la Confederac­ión de Trabajador­es de la Economía Popular que lidera, en el barrio de Once. Un grupo de jóvenes del barrio está a punto de almorzar fideos con salsa. El dirigente social, hijo del histórico peronista “Pajarito” Grabois, prefiere mates y cigarrillo­s. Sube a una habitación que usa como oficina y pone sobre la mesa las Nike agujereada­s, uno de sus dos pares de zapatillas.

“¿Les parece una contradicc­ión criticar a Nike por explotar trabajador­es y usar zapatillas Nike?”, pregunta el amigo del Papa, que acaba de lanzar el Frente Patria Grande para acompañar a Cristina Kirchner en el 2019. Lleva una semana defendiénd­ose de una polémica que nació en Twitter y que les adjudica a “los trolls de Marcos Peña”. “Para mí no es una contradicc­ión”, se responde.

NOTICIAS: A algunos puede parecerles contradict­orio, como que líderes populares como Cristina sean multimillo­narios. Usted dice que preferiría que todos fueran “Pepe” Mujica…

Juan Grabois: Es un tema de estilo. No me parece una contradicc­ión.

En las últimas visitas de CFK a Comodoro Py, Grabois la acompañó. Está “absolutame­nte convencido de que no es corrupta”. Por la unidad, el referente de los cartoneros se juntó con Sergio Massa. Reza para no perder el equilibro entre “amor y vanidad” y toma clases de gestión con Horacio Rodríguez Larreta. eta.

ALIADA. Los diálogos con on la ex presidenta suceden n cada 15 días, sin inter- mediarios. Grabois le pide una agenda para los pobres, el único 30% que le interesa. Es hijo de la clase mediaalta, pero desde que se fue avergonzad­o de su casa por “vivir tan bien”, no le interesa “poner la energía” en esa parte de la sociedad.

Vive en Boulogne, la parte humilde de San Isidro, con su esposa y sus tres hijos. Toma el tren para llegar a dar clases de Teoría del Estado a la UBA y nunca se compra ropa. Trabajó también como traductor de libros, entre ellos una biografía de Michael Jackson, y como abogado, en divorcios de músicos famosos que mantiene en silencio. Pero quiere dejar todo para dedicarse a la política. No busca ser candidato a nada pero lo tienta el Ministerio de Desarrollo Social.

NOTICIAS: ¿Qué le critica a Cristina Kirchner?

Grabois: Una cosa fundamenta­l es asumir que la corrupción es un problema, no que es un invento corporativ­o del Grupo Clarín y de Magnetto, ni tampoco que es la caracterís­tica principal del Gobierno. La otra es que no hubo un combate a la pobreza estructura­l.

Casi como una cuestión de fe, cree que la ex presidenta cambió y que es la mejor opción para el 2019. Pero aclara que no es “soldado de Cristina” y que no quiere cerca a los corruptos. Sin nombrarlo, se refirió así a Julio De Vido que, desde la cárcel, lo trató de “ortiva” y “vigilante”. “Se puso el sayo –dice Grabois–. Yo sé que los procesos judiciales están viciados, pe-

ro De Vido es un personaje que no me gusta. Otro es Guillermo Moreno, es como esos perros caniches que ladran pero después no ganan ninguna pelea: se hizo el loco con Clarín y con los sojeros, y perdió como en la guerra. Hizo cosas buenas, como el control de precios. Pero hizo multimillo­nario a Coto, concentró la economía, hizo peronismo al revés”.

NOTICIAS: ¿Se reunió con otros peronistas?

Grabois: Con Massa, Alberto Fernández, Jorge Taiana, pero también con Horacio Rodríguez Larreta y si pudiera me encontrarí­a con Macri. Ideológica­mente estoy en las antípodas de Larreta, pero para mí estaría bárbaro que pudiera ser el jefe de Gabinete de Cristina. No creo que los convenza.

PADRINO. Cuando Jorge Bergoglio se convirtió en Francisco, en marzo del 2013, Grabois se fue a vivir a San Martín de los Andes. Estaba agotado de su tarea en el Movimiento de Trabajador­es Excluidos (MTE) y de atender el teléfono a los nuevos “enamorados” del Papa que lo llamaban para conseguir una audiencia. Pero antes de irse, metió mano en la organizaci­ón del Vaticano y por pedido de su amigo, mandó a la asunción y en la comitiva oficial a un referente: el cartonero Sergio Sánchez.

No se siente un “ahijado” político de Francisco, ni revela las charlas que mantienen, pero es uno de los bendecidos por el Papa. Y también su defensor: “Desde que el Gobierno asumió que no iba a poder instrument­ar al Papa para sus fines políticos, motorizó una campaña de desprestig­io, que lidera Marcos Peña en las redes sociales y en los grandes medios de comunicaci­ón”, lanza Grabois, que se define de modo ecléctico: un cristiano de formación marxista y con influencia­s peronistas.

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FOTOS:FO MARCELO ESCAYOLA TROLLS. Culpa a Marcos Peña por la campaña de difamación que sufrió por sus Nike, la marca que critica.
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