La grieta madura
Nicolás Maduro reasumió ó esta semana como presidente venezolano en medio de un escándalo internacional y enfrentado con casi toda la región. Solo tres presidentes latinos asistieron a la jura: el cubano Miguel Díaz-Canel, el nicaragüense Daniel Ortega y el boliviano Evo Morales (tridente con sendas tendencias dinásticas). Y al resto les devolvió el ninguneo en su discurso inaugural: "El Cartel de Lima rompe los límites del aguante del gobierno bolivariano", arrancó refiriéndose al grupo que se le opone, y que integran Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú, Paraguay y Canadá, entre otros. Y después atacó individualmente al colombiano Iván Duque ("pasó del 80% de apoyo al 80% de repudio", dijo) y a Mauricio Macri: "el destructor de la Argentina", "un hombre repudiado que no puede salir a una esqui- na". “Maduro se presenta como el presidente perseguido. Pero él no es la víctima, Maduro es el victimario. #NoTeReconocemos”, le contestó el presidente argentino con hashtag y todo. Un #MiraComoNosPonemos reversionado para aggiornar una pelea remanida y circular en la que ambos se alimentan de una grieta latinoamericana que no termina de cerrarse ni implosionar (como sucede en el ámbito local con el River-Boca que tienen Cambiemos y el kirchnerismo, y que eclipsa a otros actores). Discusión binaria de modelos económicos fallidos: o se es Venezuela, o se mendiga al Fondo Monetario.