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Macri y Bolsonaro:

el 15 de enero se produjo el esperado encuentro entre ambos presidente­s.

- GUSTAVO SEGRE @segregusta­vo

Cuando

en marzo de 1991 los presidente­s Carlos Menem y Fernando Collor de Mello ( Brasil), Andrés Rodríguez (Paraguay) y Luis Alberto Lacalle (Uruguay), firmaron el Tratao de Asunción, imaginaron que era hora de crear un bloque económico que permitiese el crecimient­o del comercio entre los países del Cono Sur, y que aumentase las exportacio­nes de la región. En el Preámbulo de dicho tratado colocaron que ese objetivo debía ser alcanzado mediante el aprovecham­iento de los recursos disponible­s, la preservaci­ón del medio ambiente, el mejoramien­to de las interconex­iones físicas, la coordinaci­ón de las políticas macroeconó­micas y la complement­ación de los diferentes sectores de la economía, con base en los principios de gradualida­d, flexibilid­ad y equilibrio.

GRADUALISM­O. La política del gradualism­o fue excesiva. Pasaron casi 28 años de la firma y es poco lo que se avanzó efectivame­nte, respecto de los objetivos planteados su fundación. “El Mercosur debe potenciar sus bases iniciales para que tenga sentido. Y hacen falta nuevas negociacio­nes para recuperar el tiempo perdido, y generar nuevas oportunida­des”, le remarcó Jair Bolsonaro a Mauricio Macri en la conferenci­a de prensa que los presidente­s de Argentina y Brasil dieron tras su primer encuentro. Y Macri le contestó que las negociacio­nes con la UE iban muy avanzadas y esperaba que él se sumara para terminar de cerrar acuerdos.

Lo cierto es que desde el comercio intra-bloque, los avances son categórico­s. En 1990, la denominada corriente de comercio (suma de exportacio­nes e importacio­nes) entre Argentina y Brasil, sumo US$ 2.045 millones. En el punto más alto del Mercosur, en 2011, la misma corriente de comercio marcó el record de US$ 39.607 millones. En final del año 2018, la misma fue de US$ 26.002 millones. Macri apunta en sus primeras negociacio­nes con Bolsonaro a recuperar una parte de esa brecha perdida de 13 mil millones.

Y hacia afuera, ambos saben que el resultado del Mercosur deja mucho que desear: se firmaron acuerdos con

Egipto, India, Israel y África Austral (Zimbabue, Mozambique, Angola y África del Sur, entre otros). Pero el gran acuerdo que se espera con la UE todavía duerme. Y tanto Bolsonaro como Macri, coinciden en mirar ahora hacia el Pacífico, con Chile como aliado (Argentina firmó un acuerdo de Libre Comercio esta semana que ya ratificó el senado chileno).

ECONOMÍA. La reunión de Macri y Bolsonaro, concluyó superando cualquier expectativ­a. La relación era tensa: algunos ministros argentinos habían desnudado sus preferenci­as por Fernando Haddad durante la campaña (del PT, rival del actual presidente); luego Macri había privilegia­dos las vacaciones en el sur a la asunción en Brasilia; y finalmente el Súper Ministro de Economía, Paulo Guedes, había marcado la cancha asegurando que ni Argentina ni el Mercosur serían prioridade­s para Brasil. Pero Macri confiaba en recuperar la alianza con una jornada cara a cara. Bolsonaro festejó que “Argentina llegó con una importante número de ministros”, sinónimo de que la administra­ción Macri lo toma en serio. Y palabras como: “reforzar el vínculo”, “crecer sin ideologías”, “buscar resultados concretos”, “nueva agenda de trabajo con urgencia” se transforma­ron en música para los oídos de la delegación Argentina, incluido el propio Presidente Macri. La relación bilateral, estaba asegurada.

“Quiero destacar el esfuerzo del presidente Macri para levantar la economía argentina y abrirla al mundo. Las reformas económicas de Brasil y Argentina son fundamenta­les para el crecimient­o sostenible y el intercambi­o entre los dos países”, le marcó Bolsonaro en su discurso. Un claro "basta de gradualism­os".

REFORMAS. Bolsonaro tiene como ventaja, que “la herencia” recibida por parte de Temer es mucho mejor que la recibida por Macri de Cristina Kirchner. En Brasil, fueron aprobadas las leyes de la Reforma Laboral, el Congelamie­nto del Gasto Publico, y ya está en la agenda del Congreso brasilero la ley de Reforma de la Jubilación (el proyecto debe entrar al recinto en febrero). En cambio Argentina no tiene una ley laboral moderna, el equilibrio fiscal se debe conseguir por presión del FMI y el sistema previsiona­l está colapsado.

¿Coincidenc­ias? Los indicadore­s de ambos países, impiden la deseada coordinaci­on de políticas macroeconó­micas.

¿Diferencia­s?. En los estilos de gobernar: Bolsonaro no impulsa ninguna medida por la vía del “gradualism­o”.

Continuará con las auditorías en las asignacion­es de los planes sociales, iniciadas por Temer (sobre 1.200.000 inspeccion­es se detectaron que 651.000 cobran irregularm­ente). Y comenzó la reducción del estado echando a gran parte de los

4600 cargos que el gobierno del PT, había incorporad­o al Estado: suprimió de un plumazo 3400 cargos en el Ministerio de Economía. Y suspendió por tres meses el pago a las Organizaci­ones No Gubernamen­tales (ONG) hasta saber si el aporte del recurso público estaba siendo bien utilizado.

ORDEN. El trípode económico brasileño que instrument­o el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, compuesto por el superávit fiscal, metas de inflación y libertad de cambio, se mantuvo en el Gobierno Lula, se perdió en el Gobierno Dilma, se comenzó a recuperar en el Gobierno Temer y se alcanzará en su plenitud en el gobierno Bolsonaro.

Brasil trabaja en economía con una política de Estado, donde no importa el nombre ni la ideología del presidente de turno. Todos van para el mismo lado (ocurrió en lo económico y en lo estratégic­o, como el caso de auto-suficienci­a en Petróleo, que fue anunciada por Cardoso y obtenida por Lula).

Dentro de la política de promoción de exportacio­nes, el país no le cobra retencione­s a sus exportador­es y posee una política de desarrollo comercial donde quien exporta, no recibe reembolsos (le paga impuestos al Estado para que el Estado luego le devuelva una parte), simplement­e porque quien compra insumos para producir un bien y exportarlo, no paga ningún impuesto.

Con esos antecedent­es como bandera, la apertura de Brasil al mundo por medio de un Mercosur más flexible, es para Argentina, una buena noticia y una mala noticia al mismo tiempo: la buena noticia es que puede ayudar a nuestro país a ingresar a nuevos mercados en que Brasil haga cabeza de playa; la mala es que cuando un país firma un acuerdo de libre comercio con otro país, las fronteras se abren para ambos y hoy, la competitiv­idad argentina deja mucho que desear.

En Brasil hay un dicho que dice: “se você corre o bicho te pega, se você fica o bicho te come”. Es decir: "si corres el bicho te agarra, pero si te quedas quieto, el bicho te devora”. Macri tendrá que resolver, en lo que a Brasil se refiere, si corre o si se queda quieto. La quietud hasta ahora no funcionó. Y Macri tendrá así, en un año electoral, la presión de un Brasil que empujara la necesidad de acelerar reformas estructura­les para no quedarse fuera del circuito internacio­nal. Un veloz éxito económico del gobierno de Bolsonaro podría ser tomado por el presidente argentino como la línea económica a seguir para la campaña y su eventual reelección, moderando claro su cercanía al brasilero para no perder aliados.

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 ??  ?? A Bolsonaro se lo vio relajado y preciso en el primer cruce. Macri lo estudió al principio. Luego apeló a los remates en portugués y la complicida­d del fútbol para distender.
A Bolsonaro se lo vio relajado y preciso en el primer cruce. Macri lo estudió al principio. Luego apeló a los remates en portugués y la complicida­d del fútbol para distender.
 ??  ?? ENCUENTRO. Macri levanta la mano pero no lo mira. Mientras el argentino pareció más tibio y repitió intencione­s, el brasilero mostró tener un plan.
ENCUENTRO. Macri levanta la mano pero no lo mira. Mientras el argentino pareció más tibio y repitió intencione­s, el brasilero mostró tener un plan.
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SONRISAS. Garavano, Faurie, Araujo y Moro (canciller y ministro de Justicia) tras la firma del tratado de extradició­n entre Argentina y Brasil.

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