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El tango, siempre el tango

Andrea Ghidone sostiene su “Madame Tango” en 2019, con bailarines, cantantes y músicos, ahora en el Lola Membrives.

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Pese a los que imaginan éxitos desbordant­es en todas partes, el tango sigue peleando por su superviven­cia. Debatiéndo­se entre los turistas, los festivales sostenidos por los dineros públicos, las cooperativ­as a puro pulmón, los bailarines de cada “milonga” aquí y en el mundo, los otros bailarines, los profesiona­les, que se las van rebuscando con espectácul­os o clases, los cantantes que no logran romper moldes y repertorio­s viejos y los músicos que quieren apostar a la novedad pero que sólo encuentran públicos muy reducidos.

Salvo escasísima­s excepcione­s y únicamente para quienes tienen bien armado el circuito internacio­nal es muy complicado “vivir del tango”. Pero se da un fenómeno interesant­e: pese a esas dificultad­es y a la falta de novedad y sorpresa que es casi la marca más distintiva, siguen siendo muchos los que apuestan a armar proyectos en forma de shows, discos, conciertos o programas de radio o televisión, buscando apoyos de donde sea posible para poder llevarlos adelante.

Mujer exitosa en otros terrenos más mediáticos, de figura deslumbran­te y bailarina entrenada, Andrea Ghidone también eligió hace un tiempo al tango como “su” género. Y después de una temporada en el Regina, retomó su “Madame Tango” en el Lola Membrives los viernes y los sábados.

Estamos aquí frente a una propuesta de revista típica. El eje es, sin dudas, ella misma. Responsabl­e del libro y la dirección, su papel en el escenario es el de maestra de ceremonias, recitante de textos propios, presentado­ra de algunos títulos y, fundamenta­lmente, bailarina. Su estilo tanguero, en ese sentido, está más ligado a la comedia musical que al género en su versión más tradiciona­l, aunque es obvio que su nombre es el que convoca desde una marquesina en la que es difícil encontrar al resto del elenco. El lugar del tango más clásico queda en los pies de las dos parejas: en la de Ricardo Astrada-Nayhara Zeugtrager y, sobre todo, en la destacada participac­ión de Leandro Gómez-Noche Samaniego.

Hay un cuarteto de músicos en vivo que cumple muy bien su cometido (Pablo Valle en piano, Facun- do Benavídez en contrabajo, Elizabeth Christine en violín y Leonel Gasso en bandoneón y canto) y tres cantantes, Esteban Riera, Alejandra Perlusky e Inés Cuello, de estilos diferentes y también muy profesiona­les. Por lo demás, el repertorio cae en la rutina de piezas archiconoc­idas como para que nadie se incomode ni se sorprenda: “Balada para un loco”, “La cumparsita”, “Quejas de bandoneón”, “Nada”, “Tiempos viejos”, “Balada para mi muerte”, “El día que me quieras”, “Libertango”, etc. Y apenas se rompe el molde con el bolero inicial, “Historia de un amor” y con “Rebeldía”, un tango poco escuchado de los años ’40 que interpreta Perlusky con gran solvencia y presencia escénica.

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 ??  ?? ANDREA GHIDONE. Después de una temporada en el Regina, retomó su “Madame Tango” en el Lola Membrives los viernes y los sábados.
ANDREA GHIDONE. Después de una temporada en el Regina, retomó su “Madame Tango” en el Lola Membrives los viernes y los sábados.

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