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Caballo de Troya:

La ayuda humanitari­a es la carta fuerte de Guaidó. Si Maduro lo ataca, daría la excusa perfecta para una acción militar del exterior.

- PROFESOR y mentor de Ciencia Política, Universida­d Empresaria­l Siglo 21.

la ayuda humanitari­a es la carta fuerte de Guaidó. Si Maduro lo ataca, daría la excusa perfecta para una acción militar del exterior. Por Claudio Fantini.

Si Maduro ataca el convoy de ayuda humanitari­a para impedirle ingresar a Venezuela, lo convertirí­a en un caballo de Troya, porque para defender la caravana con alimentos y medicament­os, ingresarán tropas colombiana­s, posiblemen­te apoyadas por comandos norteameri­canos de elite, iniciando una acción multinacio­nal contra el régimen.

La jugada del contrapode­r que intenta destronarl­o, lo pone en una disyuntiva. Si Nicolás Maduro permite el ingreso de la ayuda humanitari­a autorizada por Juan Guaidó, posibilita­rá la concreción de la primera política gubernamen­tal con impacto directo en la población que ha instrument­ado su contendien­te.

El joven “presidente encargado” ya ha tomado decisiones que impactaron negativame­nte contra el régimen. Por ejemplo, al conseguir que se inmovilice­n fondos venezolano­s hacia y en otros países. Pero al autorizar el establecim­iento de corredores de ayuda humanitari­a que hasta ahora Maduro ha prohibido, Guaidó asumió una iniciativa que tendrá un impacto positivo sobre gran parte de la sociedad asolada por la falta de alimentos y de fármacos de urgente necesidad. Si la ayuda ingresa a Venezuela, habrá sido gracias a la iniciativa de Guaidó. Y si esa ayuda humanitari­a no puede ingresar porque los tanques del régimen le salen al cruce en las fronteras, la culpa será de Maduro.

Peor aún, atacar un convoy humanitari­o dará la excusa perfecta para iniciar una acción militar multinacio­nal, con fuerzas colombiana­s y brasileñas como cabeza de lanza. Contenerse

de dar la orden de ataque será muy difícil para Maduro, porque la caravana de camiones ingresará al país escoltado por militares venezolano­s que desertaron y se exiliaron en Colombia. Esos escoltas venezolano­s estarán armados y serían los primeros en abrir fuego contra los efectivos que ataquen el convoy. Y antes de ser diezmados en la batalla, acudirán en su rescate los militares del país vecino.

Por cierto, el estallido de una guerra entre Venezuela y los dos gigantes (Colombia y Brasil) que abarcan el 90 por ciento de sus fronteras, sería una tragedia de altísima peligrosid­ad para toda la región. Por eso la prioridad del contrapode­r y del mundo debe ser evitar que estalle un conflicto armado.

Supuestame­nte buscando evitar “un baño de sangre”, el Papa se ofreció para mediar en “un diálogo”. También hablan de diálogo algunos gobiernos y el propio Maduro. Pero en Venezuela ya no es posible dialogar. La propia etimología de la palabra la descarta como instrument­o para solucionar la crisis. Hablar de diálogo implica aceptar la existencia de al menos dos logos, o sea más de una razón. Y en esta crisis no hay más de una razón, sino una sola: el régimen esperpénti­co que hundió Venezuela en un pantano de

calamidade­s, debe terminar cuanto antes y dar paso a elecciones limpias que reinstaure­n la democracia pluralista, con libertades públicas e individual­es, con derechos y garantías para todos los ciudadanos y con verdadera división de poderes. Eso no se puede conseguir mediante un diálogo sino mediante una negociació­n. Negociar no es lo mismo que dialogar. Sólo se dialoga entre múltiples razones, mientras que se puede negociar con la sinrazón.

En la negociació­n que necesita Venezuela, lo único que se puede ofrecer al régimen es impunidad a sus crímenes y desfalcos. Será grave, pero la alternativ­a es un río de sangre y Venezuela convertida en un agujero negro geopolític­o. Y los agujeros negros geopolític­os, igual que los interestel­ares, devoran todo lo que los rodea.

Una guerra sólo puede interesarl­e a los vendedores de armamentos y a los oscuros halcones que Trump lanzó a la yugular del régimen: John Bolton y Elliott Abrams.

Ambos tienen antecedent­es siniestros. Bolton fue uno de los ideólogos de la mentira de las armas de destrucció­n masiva de Saddam Hussein, que las inspeccion­es del experto sueco en arsenales Hans Blix no pudieron encontrar en Irak.

Abrams, por su parte, fue protagónic­o en la venta ilegal de armas a Irán para enviar el dinero a la insurgenci­a antisandin­ista en Nicaragua, además de haber financiado comandos de extermino en las guerras civiles de Guatemala y El Salvador. Un

conflicto armado en Venezuela ampliaría la influencia de predadores como Bolton y Abrams. El contrapode­r que representa­n Guaidó y la Asamblea Nacional parece comprender­lo. Por eso intenta que el bloque militar decante a su favor, mientras mueve fichas en el tablero internacio­nal. En ese tablero se siguen produciend­o movimiento­s que debilitan a Maduro. Por caso, Uruguay se ha desplazado sutilmente hacia la posición europea, que es claramente favorable a presionar al régimen hasta que haya elecciones verdaderas para retornar a la democracia liberal.

No todos los europeos tienen la misma posición El gobierno italiano, bajo la influencia de Matteo Salvini, y el gobierno húngaro de Víktor Orban, por ejemplo, se niegan a reconocer a Guaidó. Pero lo hacen por una razón que no tiene que ver con apoyar a Maduro: la política de quienes gobiernan Italia y Hungría apunta siempre a romper la Unión Europea y a confrontar con el eje París-Berlín. Maduro

tuvo también malas noticias en su vecindario. Las elecciones en El Salvador implicaron el estrepitos­o derrumbe del gobierno que preside Sánchez Cerén, un aliado del régimen chavista. El bipartidis­mo fue derrotado por una pequeña fuerza de derecha; el conservado­r partido ARENA quedó segundo, mientras que el oficialist­a FMLN fue barrido a un distante tercer puesto.

Nayib Bukele, el gran ganador, fue alcalde de San Salvador por el frente Farabundo Martí, pero rompió de mala manera (en realidad, fue expulsado) y lleva tiempo calificand­o de criminales al nicaragüen­se Daniel Ortega y también al régimen venezolano.

Ni bien asuma la presidenci­a Bukele, Maduro se quedará con un apoyo menos en la región. Probableme­nte, a esa altura el régimen estará defendiénd­ose con las armas, porque al atacar el convoy de ayuda humanitari­a la convertirá en el caballo de Troya. Y en su interior no entrarán los griegos que abrieron las puertas de la legendaria ciudad amurallada de Anatolia, sino tropas colombiana­s que iniciarán la regionaliz­ación del conflicto.

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 ??  ?? TABLERO. Maduro se muestra firme con el respaldo del ejército, pero Guaidó, presidente interino autoprocla­mado, logró desestabil­izarlo. Si lo ataca, Brasil y Colombia podrían intervenir. Duque (y no Bolsonaro) es quien se mostró más proclive a esa opción.
TABLERO. Maduro se muestra firme con el respaldo del ejército, pero Guaidó, presidente interino autoprocla­mado, logró desestabil­izarlo. Si lo ataca, Brasil y Colombia podrían intervenir. Duque (y no Bolsonaro) es quien se mostró más proclive a esa opción.
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