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Fidelidad en el ADN:

Por qué algunas especies aniamales tienen sólo una pareja de por vida. Las ventajas y las diferencia­s con los seres humanos.

- ANDREA GENTIL agentil@perfil.com @andrea_gentil

por qué algunas especies animales tienen sólo una pareja de por vida. Las ventajas y las diferencia­s con los seres humanos.

Quien quiera mantener una relación matrimonia­l fiel puede darle una mirala a los flamencos. Esa ave, de un plumaje difícil de describir con palabras (con pocas y precisas, al menos) es famosa por tener una única pareja sexual a lo largo de su vida. El símbolo de esa unión es la forma en la que el macho y la hembra entrelazan sus pescuezos. Pero la fama de los flamencos se justifica: la monogamia en el reino animal es rara, y eso incluye a los seres humanos.

Las estadístic­as muestran que la monogamia es una rareza entre los mamíferos, dado que es practicada solamente por entre el 5% y el 9% de las especie. Sin embargo, es muy popular entre las aves, entre las que cerca del 90% tiene una pareja única de por vida. Y eso no responde a un romanticis­mo propio del siglo XIX, sino a asegurar la superviven­cia de la especie.

¿Qué es lo que lleva a ciertas especies a ser siempre fieles desde el punto de vista conyugal? Un estudio publicado recienteme­nte puede tener la respuesta, al menos una parcial y desde el punto de vista genético. Biólogos de la Universida­d de Texas (en los Estados Unidos) analizaron el ADN de diez especies, divididas en pares cuyos miembros pertenecía­n a la misma línea evolutiva, a fin de poder compararla­s entre ellas. Cinco eran animales monogámico­s y cinco, poligámico­s. Del grupo participar­on cuatro mamíferos, dos anfibios, dos peces y dos aves, ningún flamenco, debido a la inexistenc­ia de primos (por decirlo de alguna manera) promiscuos, que permitiese­n hacer un contrapunt­o con los fieles.

A partir de esa muestra fue posible identifica­r, por medio de caracterís­ticas genéticas, qué es lo que causa (por ejemplo) que los ratones de las praderas sean monogámica­s, mientras que sus parientes, los ratones domésticos, tengan un comportami­ento poligamico. A través de su trabajo, los científico­s hallaron 24 variacione­s genéticas que indican la existencia de una tendencia en algunos animales a dedicarse a tener un único compañero o compañera sexual. Los resultados fueron publicados en la prestigios­a "Proceeding­s of the National Academy of Sciences".

La configurac­ión del denominado "kit monogámico" está ligada a genes que también colaboran en la mejora de habilidade­s cognitivas, como las que están relaciones con la memoria. Los

expertos creen que eso ocurre como un modo de capacitar al animal para lograr reconocer su pareja eterna, a su prole o a un nido compartido con la familia. La preferenci­a por la monogamia conllevarí­a ventajas en lo que a la selección natural se refiere. A pesar de la caracterís­tica resulte en una menor cantidad de descendien­tes, la unión indestruct­uble en una pareja llevaría a la creación de una complicida­d mayor delante de otros desafíos, como el enfrentami­ento ante otros predadores. Además de eso, el cuidado con los hijos sería más fuerte, lo que garantizar­ía su superviven­cia hasta la vida adulta.

Entre los primos cercanos a los seres humanos la monogamia no es regla. Gorilas, chimpancés, bonobos, son sumamente polígamos. Aunque otros primates, como los gibones, monógamos. ¿Por qué ellos sí y los demás simios no? Hay varias respuestas posibles: el cuidado de la crías, la posibilida­d de ahorrar fuerzas al evitar combates y el asegurarse la pareja cuando hay pocos ejemplares del otro sexo.

LÍMITES Y DUDAS. "La intención a futuro es emplear manipulaci­ón genética para alterar la tendencia monogámica hacia una poligámica", explica la bióloga Rebecca Young Brim, a cargo del estudio. ¿Y por qué los científico­s querrían toquetear artificial­mente la biología de los animales para volvernos libertinos (término humanizado si los hay, es cierto)? Porque, dicen los especialis­tas, algunas especies se han extinguido, justamente, por ser monogámica­s. Con el aumento de la presencia humana en sus hábitats, creció también la caza, y cuando uno de esos animales monogámico­s muere su pareja no busca otra compañía sexual, con lo cual, lentamente, la especie puede ir desapareci­endo.

Fue lo que ocurrió en la década de los ´70 con el colobo rojo de Zanzíbar, un primate endémico co de Unguja, la isla principal del archipiéla­go africano: ac- - tualmente se encuentra en peligro de extinción y en la actualidad se calculan que quedan sólo unos 1.500 monos Otros animales, como la paloma rolabrava, nativa de la Península Ibérica y estudiada en la investigac­ión n hecha en Texas, corren n el mismo riesgo y podrían n ser beneficiad­os por la alteración de su ADN. Aunque bien vale la discusión ética en torno a cuán aceptable es que los seres humanos sigan intervinie­ndo de un modo tan directo en la vida y muerte de otras especies.

DIFERENCIA­S HUMANAS. Entre las personas la situación es diferente. Nada indica que determinac­iones genéticas lleven a una mujer o a un hombre a ser monogámico­s o poligámico­s. "No hay prueba de que la definición social de ese comportami­ento tenga algún tipo de influencia a partir del ADN o de la herencia genética", advierte Young.

En una charla TED, el psicólogo estadounid­ense Christophe­r Ryan, autor de "Sex at Dawn: The Prehistori­c Origins of Modern Sexuality" (Sexo al amanecer: los orígenes prehistóri­cos de la sexualidad moderna), resumió la cuestión. "Somos naturalmen­te poligámico­s, como los chimpancés y los bonobos. La monogamia surge solamente solamen durante el proceso civilizato­rio. civ La mujer se comprometi­ó com a quedarse con co un solo hombre a cambio c de protección, abrigo y comida, mientras que los varones tendrían la certeza de que q sus hijos serían realmente r suyos".

Al mismo tiempo, dice Ryan, somos una de las pocas especies -junto con algunos a otros primates- que no se dejan llevar por determinac­iones naturales al momento de mantener relaciones sexuales. Los seres humanos promueven el sexo recreativo. Mientras que entre los mamíferos es común que nazca un descendien­te por cada doce relaciones sexuales, entre los seres humanos eso ocurre por cada mil encuentros sexuales. Que, además, no muy raramente ocurren con más de una pareja. Los flamencos, otro mundo.

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FOTOS: Los flamencos, símbolo de la fidelidad de por vida, son aves monógamas que ponen un solo huevo cada año. Si ese huevo se pierde o se daña, no acostumbra­n a colocar otro en reemplazo. AMOR ETERNO FLAMENCOS ■ 72
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SEXUAL LIBERTAD Palomas ibéricas (arriba) y colobos rojos son monógamos y están en peligro de extinción. Los bonobos, en cambio, son un culto al amor poligámico y libre. ■
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