Los robots que cocinan: llegaron a la Argentina entre 2017 y 2018 y ganaron mercado pese a la devaluación.
100% en 2023 (cuando terminaría el mandato del próximo gobierno).
¿Qué debería ocurrir si queremos reducir la pobreza en un 25% (es decir, del 30% al 22,5%) para 2023? Si no hay mejoras distributivas, se requiere un crecimiento económico del 3% para lograr tal objetivo. Lógicamente, si hubiera mejoras distributivas, serían necesarias tasas de crecimiento menores para lograr tal meta. En el otro extremo, si la economía no creciera, sería posible reducir la pobreza en tal magnitud apelando meramente a una mejora distributiva (que implique una baja del 2% anual en el coeficiente de Gini). Vale tener en cuenta que este escenario de reducción anual del 2% en el Gini sin crecimiento raras veces se ha dado en la historia.
Por su parte, en el mismo gráfico también podemos ver que si queremos reducir la pobreza a la mitad para 2023, sin mejoras en la distribución, el crecimiento anual debería situarse en casi 7%. Objetivos más ambiciosos para 2023 suenan muy utópicos, dadas las exigencias tanto de crecimiento como de mejora en la distribución.
MENOS HAMBRE. Si el objetivo de reducción se planteara sobre la indigencia en lugar de la pobreza, los requerimientos de crecimiento no disminuyen sustancialmente para ninguno de los objetivos planteados (ver el gráfico de esta página). Esto se debe a que existe una gran cantidad de indigentes con ingresos extremadamente bajos (a modo de ejemplo, si un hogar indigente tuviera apenas $ 1 de ingresos, esa cifra debería multiplicarse muchísimas veces hasta superar la línea de indigencia). En donde sí se observa una diferencia es en los requerimientos de distribución del ingreso. Esto significa que una mejora en la distribución que alcance a las familias de menores ingresos de la población, tendría un efecto significativo sobre los indicadores de indigencia. Lógicamente, esto también relajaría sustancialmente las exigencias sobre el crecimiento para alcanzar los objetivos planteados de reducción.
Así, para reducir la indigencia en un 25% (es decir, del 5% al 3,75% de la población) sería necesario que la economía creciera a una tasa cercana al 2,5% anual hasta 2023 (sin modificaciones en la distribución del ingreso), que la distribución del ingreso mejorara a una tasa cercana al 0,6% promedio anual, o bien alguna combinación de ambos. Para reducir la indigencia a la mitad, estos valores aumentan hasta el 6,5% para el crecimiento y el 1,2% para la distribución. Al igual que en la pobreza, reducciones mayores de la indigencia parecerían difíciles en un período de cinco años.
A modo de cierre, durante el decenio 2003-2013 las condiciones sociales mostraron una importante recuperación en la Argentina. Sin embargo, esta recuperación no permitió perforar cifras de la década de los 80, cuando la pobreza se ubicaba en valores incluso inferiores a los actuales.
De cara al futuro, el análisis de los gráficos previos permite analizar qué ocurriría con la pobreza y la indigencia de registrarse cierta combinación entre crecimiento y distribución del ingreso. A todas luces, hoy un escenario de reducción del 25% tanto de la pobreza como de la indigencia para 2023 parecería medianamente viable. Para ello, es clave que la economía retome la senda del crecimiento (y si este es acompañado de mejoras distributivas, las exigencias de crecimiento se vuelven menores). Respecto de esto último, una mayor progresividad de la estructura tributaria es una condición completamente necesaria. * Favata es ECONOMISTA y profesor de la Universidad de San Martín (Unsam). Schteingart es DOCTOR EN SOCIOLOGÍA por la Unsam, becario posdoctoral del Conicet y profesor en la de Quilmes. Zack es DOCTOR EN ANÁLISIS ECONÓMICO APLICADO por las universidades de Alcalá y Complutense de Madrid, coordinador del Centro de Investigaciones Macroeconómicas para el Desarrollo de la Unsam e investigador de la UBA y el Conicet.