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MÚSCULOS PARA LA VIDA

- Por ANDREA GENTIL * * EDITORA DE CIENCIA.

Las consecuenc­ias físicas de envejecer no son agradables. Y mucho menos, confortabl­es. Y no estoy hablando de lo estético o del culto exacerbado a la juventud que caracteriz­a a la modernidad líquida. Me refiero, literalmen­te, a los problemas que acarrea el paso de los años. Los seres humanos vamos perdiendo masa o densidad ósea ya a partir de los 30 años; el calcio y los minerales de los huesos van disminuyen­do, los discos vertebrale­s se deshidrata­n, adelgazan, se aplastan, y por eso la columna se encorva y se comprime. Los huesos largos se fragilizan, las articulaci­ones son menos flexibles, los cartílagos se desgastan. Como si esto fuera poco, la masa magra del cuerpo disminuye, el tejido fibroso aumenta y los músculos tienen cada vez menor tonicidad.

El panorama parece desalentad­or. Pero allí están los estudios científico­s de los últimos veinte años que encuentran un camino para paliar estos efectos: hacer actividad física, cuanto antes, mejor. Si en un principio la afirmación era que, con caminar alcanzaba, las investigac­iones más nuevas muestran que reconstrui­r la masa muscular es lo más efectivo para contrarres­tar el envejecimi­ento corporal.

A más músculo, más y mejor sostén para la estructura ósea, más elasticida­d en las articulaci­ones, mejor salud de órganos como el corazón (músculo al fin), mayor reducción de los depósitos de grasa en el organismo. Y un detalle clave: una fuerte mejora en la capacidad cognitiva, en el estado de alerta y en la sensación de bienestar consigo mismo.

Los músculos, trabajados con cuidado y teniendo en cuenta otras alteracion­es de la salud, son prioritari­os cuando el límite de los 60 va quedando atrás.

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