Por qué casarse (o no)

Nuevo sondeo exclusivo de la consultora fundada por Durán Barba sobre cómo somos los argentinos. Hoy: el matrimonio.

El

matrimonio no está en crisis en la Argentina. Lo que está en desuso es la formalidad solemne de lo jurídico y el rito religioso. Cuando vemos noticias sobre las relaciones matrimoniales y la caída de las tasas de casamientos, no reparamos en que también se incrementan las uniones convivenciales. Y eso por mencionar las registradas. Solamente estamos asistiendo a distintas maneras de entendimiento de las relaciones de pareja con los mismos fines. Cuando vemos que las relaciones no son tan duraderas como en la época de nuestros abuelos, tampoco estamos frente a la crisis del matrimonio. Estas ideas son falsas.

Después de mucho escuchar que el matrimonio está en decadencia en la sociedad, decidimos hacer un estudio que desmitifica por completo el tema. Es probable que se trate de una de esas cosas en las que las palabras significan muy poco con relación al concepto central que está por detrás de lo que conocemos con ese nombre en el lenguaje. Lo cierto es que el matrimonio no tiene militantes ni detractores. En el progresismo del último cuarto de siglo pasado se lo consideraba, incluso, como una forma de imposición social y religiosa tendiente a la dominación, pero eso no tuvo mucha fuerza tampoco. Divorciarse desde hace mucho que dejó de ser un problema para la imagen social de las parejas. Distinta puede resultar la situación de la relación con los hijos, los bienes y las pensiones alimentarias que no abordamos en este texto.

A nivel nacional el 73%, en la Provincia de Buenos Aires el 84% y en la Capital Federal el 85%, dicen que creen en el matrimonio. Un dato llamativo en este caso resulta el de las mujeres (69%) que es menos afín que los varones (78%) con esta institución, contrariamente a lo que se suele pensar. Algo propio de la discusión sobre mujer que se ha instaurado en todos los niveles y formas del mundo occidental de estos años. En la provincia de Buenos Aires y la Capital Federal, mientras más joven es el encuestado, me-

nor nivel de apego se observa a la institución matrimonial. De todas formas siguen siendo porcentajes altos los que dicen que sí creen en el matrimonio.

Tampoco es un problema para la gente tener hijos sin casarse. Ni lo uno, ni lo otro representan resistencias relevantes. Las dos cosas son muy relativizadas para la gente. El estudio revela también que tener hijos sin estar casados es perfectamente aceptable. Así respondió el 63% a nivel nacional, el 74% a nivel provincial y el 78% en la Ciudad Capital. A nivel nacional se observa que mientras mayor nivel educativo tiene el encuestado más simpatiza con la idea monoparental o con acuerdos paternales sin matrimonio de por medio.

Lo que sí ocurrió es que el Estado y la Iglesia perdieron muchísima injerencia en estos asuntos. Para muchos, recurrir a instituciones es innecesario en la era de la revolución de las comunicaciones, en la que con escribir en su dispositivo electrónico, en pocos segundos, en las redes sociales que alguien está en una relación es más que suficiente. Despojándonos de la juridicidad y de la religión, vale la pena comprender que para la gente el matrimonio está entendido como la relación con otra persona con la cual se comparte bienes y vivencias. Lo demás está en desuso aunque resulten divertidas las fiestas que lo celebran.