EL MILAGRO
Descubrí Medellín en el 2011, cuando me hallaba estudiando distintas normas de seguridad en Bogotá. Ahí escuché hablar del “milagro”, y so me acerqué al Consejo de esa ciudad, donde participé de las sesiones políticas del mismo. Fui recibido en la Alcaldía de la ciudad, donde la administración de Aníbal Gaviria recién comenzaba sus funciones. Tuve la suerte de trabajar en la Vice Alcaldía de Seguridad que comandaba Luis Fernando Súarez Vélez que, junto a la Secretaría de esa misma función, trabajaron en la aplicación del Plan de Seguridad con las autoridades policiales de la región. Estuve ahí, en presencia de una perfecta máquina de colaboración de administración pública, policía y profesionales en temas sociales con la búsqueda de una mayor seguridad.
Se notó en los números: cuando comenzó la gestión en la que participé la tasa de homicidios en Medellín era de 80 cada 100 mil habitantes, y para cuando terminó Gaviria su mandato era de 19 cada 100 mil.
Un tema clave fue la política nacional que llevó adelante el Ministerio de Defensa de Colombia, en la formación profesional del personal policial. Hace casi 20 años esa fuerza comenzó un proceso de transformación que puso en valor a la institución, y les dio a sus hombres un horizonte de profesionalismo que no tenían.
El nivel de corrupción exacerbado existente en los noventa se fue remitiendo a expresiones menores y, en contraposición, la capacitación del personal fue creciendo hasta llegar a ser una de las instituciones más reconocidas del continente. Para luchar contra el delito y el narcotráfico en nuestro país hay que referenciarse en proceso exitosos de América: Colombia nos da su ejemplo.