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Experto en glamour:

Un verdadero especialis­ta en lujo, Gabriel Oliveri, redefine el prestigio y la clase y enseña a vivir mejor una vida 5 estrellas. Amigos y celebritie­s.

- VICKY GUAZZONE DI PASSALACQU­A @misskarma

un verdadero especialis­ta en lujo, Gabriel Oliveri, redefine el prestigio y la clase y enseña a vivir mejor una vida 5 estrellas. Amigos y celebritie­s.

Ica Irreverent­e, distinto, o, perseveran­te. Todas caracterís­ticas que e lo definen, y que lo hicieron cie el “selfmade man” que es. Porque si algo alg tiene la historia de Gabriel Oliveri, desde su Concordia natal donde sus padres inmigrante­s gra lucharon por or salir adelante a puro esfuerzo, esf hasta su actual ctual puesto de Director de Marketing y Comunicaci­ón unicación del hotel Four Seasons, Sea es el trabajo o sobre sí. Una premisa que se sustentó sobre re sueños, y que hizo del lujo y la elegancia que e él admiraba desde chico su ambiente cotidiano de hoy. Eso relata en “Una “Un vida cinco estrellas” (Planeta), la “autobiogra­fía tob de autoayuda” que no solo crea un nuevo género literario, sino que transita cada cad paso de esta vida intensa con desparpajo paj y sin pudor. Y en la que NOTICIAS se basó b para crear esta nota sobre los nuevos códigos del lujo y la clase. “Autoayuda no es comer dos manzanas y salir a correr. Es tener un trabajo, y si no te alcanza, buscar otro. He trabajado de maletero de 11 a 7 de la mañana y a las 8 entraba a liquidar sueldos hasta el mediodía. Tuve dos trabajos por siete años para poder ahorrar y comprarme mi primer departamen­to. La felicidad se la arma cada uno”, dispara. CLAVES CINCO ESTRELLAS. En el mundo ndo en el que se mueve hoy hay ciertas claves es tácitas. La capacidad de servicio es una, na, reina de la hotelería de lujo. “Digo que soy la Madre Teresa de los ricos, porque vine a ayudar a los que no lo necesitan”, bromea. Lejos del chiste, el punto central es brindar brindar- - se tal cual lo haría una enfermera con un paciente, buscando de veras que el otro la pase lo mejor posible. “Nuestra regla de oro es hacer a los demás lo que quisieras que te hagan a vos”, cuenta. Y en ese camino, se considera un desplante absoluto no involucrar­se en un pedido de un huésped porque “esa no es mi área”. área” “Si te preguntan dónde está el restaurant­e, decís ‘seguime’ y lo guiás hasta ahí. Jamás te limitás a señalar”, destaca el profesiona­l. Todo, idealmente con una sonrisa genuina.

Otro punto recomendad­o es la capacidad de gestión, porque la hotelería es un rubro que sobre todo trabaja con personas, por lo cual puede suceder cualquier imprevisto. “Tenemos aniversari­os, pedidos de mano, sorpresas de las que no sabemos, pero en las que tratamos de ayudar todo lo posible”, relata, agregando que la complicida­d es un punto vital del trabajo. Que también podría trocarse por discreción, algo que asegura que ni hace falta que le pidan. “Ser hotelero es como ser psicólogo o cura, llevás ese silencio dentro tuyo. Y preservamo­s a todos los huéspedes, sean o no famosos”, sentencia. Su indicación en las l reuniones de personal es clara: lo

que qu sucede puertas adentro del hotel no

es para hablar en las reuniones del domingo. Gracias a esta política puede enorgullec­erse de haber alojado estrellas internacio­nales de las que la prensa jamás se enteró.

A la vez, la hotelería está viviendo un proceso de desacarton­amiento, en el que el Four Seasons bien puede anotarse como pionero en el país. Tras la renovación completa del hotel que insumió US$ 50.000.000 hace siete años, también se renovó el espíritu, proponiend­o restaurant­es de cocina argentina en lo que antes no salía del buffet italiano o francés, reivindica­ndo la hamburgues­a callejera como algo gourmet, convirtien­do el bar en un espacio de reunión canchero y realmente convocante, y permitiend­o mozos con tatuajes y piercings, entre otras “insolencia­s” de lo más acertadas. “Nuestro “Nuestro hotel es para gente de espíritu joven, sea de 20 u 80 años”, sentencia Oliveri.

Y así, el lujo actual se aleja de la ostentació­n y la opulencia para presentars­e mucho más relajado y personal. “Hoy “Hoy el lujo es que todo sea como lo soñaste. Que el desayuno sea increíble, que estés en la pileta y tengas conexión perfecta, que te hayan recomendad­o la mejor milonga de Buenos Aires”, describe. Porque además, las recomendac­iones también cambiaron y se customizar­on. El propósito dejó de ser recomendar lo más caro y exclusivo de la ciudad para pasar a destacar aquello que mejor se adapta a lo que pide el huésped. “Ya no es un listado fijo, sino que se personaliz­a. personaliz­a Proponemos cosas que nosotros vivimos como argentinos, cuando antes se le daba al turista un listado que uno no hacía”, ilustra el especialis­ta. El lujo hoy, entonces, es vivir como un local. Cuando el dinero y la exclusivid­ad ya se poseen por default, lo que queda es buscar momentos reales.

Desde el lado del huésped, en tanto, también hay recomendac­iones válidas para aprovechar al máximo la estadía cinco estrellas. Por caso, bajar revolucion­es y permitirse disfrutar el mismo hotel, más allá de todo lo que la ciudad pueda ofrecer. “Nosotros tenemos la única piscina al aire libre en Recoleta, y estar acostado ahí mirando la Mansión Álzaga Unzué de 1920 es la mezcla perfecta de Beverly Hills, Buenos Aires y París. Un placer que muchos pasan por alto y no deberían”, advierte. Otro punto que debería explotarse más es el desayuno, donde puede conocerse en detalle la identidad gourmet del lugar. “Con los años también aprendí a disfrutar de la habitación: las sábanas divinas, los jabones de primera calidad, dormir hasta cualquier hora en ese oasis”, describe.

Y para los que siempre tienen dudas con la propina, el experto dice que esta costumbre debe extenderse a todas las cuestiones de la vida, no solo a un hotel de lujo. “Por un servicio correcto, se da el 10%. Por uno bueno, el 15%. Si fue muy bueno, el 20%. Y también el 20% si se va a comer en grupo y

los atienden muy bien”.

VERDADERO GLAMOUR. Inmerso en este universo, Oliveri pudo conocer a las figuras más icónicas del mundo, contando con recuerdos de Mijaíl Gorbachov, Madonna, Bono, la reina Máxima, Catherine Deneuve y Karl Lagerfeld, entre muchos otros de las más variadas disciplina­s. A partir de ese contacto fue reescribie­ndo su definición de clase. “Hoy creo que aquel con clase es el que se respeta a sí mismo y no aparenta ser otra cosa. Tener clase es ser auténtico, vivir sin careta. Y tal vez ese sea el verdadero lujo”, analiza.

A raíz de esto también ha encontrado verdaderos amigos y aprendido lecciones. Entre los primeros cuenta a Pampita, con quien participó como panelista en su programa “Pampita Online”, a Flavia Palmiero y a la periodista y conductora Myriam Bunin. “No me importa el historial que cada uno tenga, mi amistad empieza de cero y veo cómo son conmigo. También aprendí a escuchar, porque hay muchas personas, sobre todo en este ambiente, que te llaman para ver cómo están ellas”, sostiene, para agregar luego “quiero amigos, no cortesanos”.

Sobre el aprendizaj­e, destaca la generosida­d de Pampita (“me ha presentado de maneras tan divinas que digo que quiero que hable en mi entierro”), la calidez y la atención de Mirtha (“siempre tiene una buena palabra para alguien”), la autenticid­ad de Moria Casán (“habiendo hecho todo lo que hizo, no está encapsulad­a”), la sonrisa de Susana aceptando sacarse fotos y charlar con todos (“con total profesiona­lismo se hace cargo de la profesión que eligió”). Para Oliveri, lo que distingue a las verdaderas estrellas es su permanente construcci­ón. “A más de una le he preguntand­o cómo iba el laburo. Madonna no se nace”, apunta.

Preguntado luego sobre el canje, es claro: “no me gusta cuando viene una estrella internacio­nal que llena estadios; es diferente cuando hay un famoso con buen target y podemos ayudar a difundir nuestro producto con él”. Como sostiene el dicho, basta juntarse con rosas para oler a rosas. Por eso, muchos famosos reciben una primera invitación para comer, tomar algo o disfrutar el spa, pero luego deben pagar. Caso contrario, se desvirtúa el producto. “Una cosa es tener una persona que venga una noche, te dé su opinión de la comida y hasta decore el lugar. Pero nosotros estamos llenos siempre, así que cada vez que doy una mesa de canje pierdo dos cubiertos”.

Finalmente, desmiente la idea de que el lujo cinco estrellas sea un mundo donde predomine la frivolidad. “El nuestro es un lujo no frívolo. Esta es una cadena canadiense, una nacionalid­ad relajada. Y todos los mundos son tan frívolos como la gente que los habita”.

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FOTOS: EL LIBRO "Una vida cinco estrellas" de Gabriel Oliveri (Planeta) es definido por su autor como "autobiogra­fía de autoayuda".
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EL PERFIL RFIL Tiene un alto cargo en uno de los hoteles más importante­s de la ciudad, donde es el anfitrión de estrellas de todo el mundo. Se define como "la Madre Teresa de los ricos".
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Sus amigos famosos de todo el mundo: Karl Lagerfeld, Marcelo Tinelli, Mirtha Legrand, Anna Wintour, Luciana Salazar con Matilda y Pampita, una de sus preferidas.
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