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Un desafío desde el Estado

Una militante feminista, al frente de un organismo vinculado a las mujeres, hace un balance sobre el debe y el haber de su gestión.

- * DIRECTORA EJECUTIVA del Instituto Nacional de las Mujeres.

Cuando acepté el desafío de asumir un cargo público al frente del Instituto Nacional de las Mujeres, mucha gente me preguntaba, y al día de hoy, me lo sigue preguntand­o: ¿Por qué?, ¿por qué dejar mi lugar en la sociedad civil desde donde podía señalar las deficienci­as del Estado y asistir directamen­te a las mujeres? Mi respuesta siempre fue – es – la misma: por ellas, por las que no tienen voz, por las que ya no están, por sus familias, por las que no se animan a salir del vínculo de la violencia, por las que se creen que no tienen fuerzas.

Tres décadas de militancia en el movimiento de mujeres me enseñaron lo que ninguna universida­d, curso ni charla motivacion­al puede: el dolor y la injusticia que acarrea el sistema patriarcal en el que vivimos no es una “anomalía”, no es una excepción, no le pasa “sólo a algunas” porque “algo habrán hecho” (créase o no, aún hoy hay quienes piensan así). La desigualda­d estructura­l que define al sistema de relaciones sociales hoy vigente en todo el mundo se funda en la cultura, la educación y los valores que durante siglos nos formaron a todos y a todas. Es por ello que para lograr la verdadera erradicaci­ón de la violencia contra las mujeres necesitamo­s trabajar en equipo desde todos los rincones de sociedad y particular­mente desde los tres poderes del Estado, principal garante y promotor del derecho de todas las personas a vivir una vida libre de violencia.

En Argentina, una mujer es asesinada cada 32 horas por el hecho de ser mujer. Esta cifra es inaceptabl­e y, si bien se evidencia un pequeño cambio respecto de años anteriores que era una cada 30 horas, cada femicidio nos duele, nos interpela y nos motiva a la acción. Desde el 10 de diciembre del 2015, estamos avanzando en dos líneas claras para abordar esta violación a los derechos humanos: por un lado, implementa­mos el primer Plan Nacional de Acción para la Prevención, Asistencia y Erradicaci­ón de la Violencia contra las Mujeres, una deuda que el Poder Ejecutivo tenía desde 2010 con la sociedad desde la sanción de la Ley 26.485.

Gracias a este plan, logramos –entre otros múltiples avances– aumentar la capacidad de atención de la Línea 144, el único servicio nacional, gratuito y confidenci­al disponible las 24 horas para todo el país que brinda asistencia, informació­n y contención sobre violencia de género; implementa­r el Cuerpo de Abogadas y Abogados especializ­ado y gratuito para mujeres en situación de violencia y ampliar el alcance de nuestros programas de prevención y atención generando nuevas herramient­as como la licencia por violencia en el ámbito de la administra­ción pública.

Asimismo, estamos avanzando en forma integral para reducir las brechas de género en los distintos ámbitos del quehacer social. Es por eso que el 14 de diciembre pasado, el presidente de la Nación, Mauricio Macri, lanzó el Plan Nacional de Igualdad de Oportunida­des y Derechos (PIOD), una apuesta integral que apunta a sentar las bases para la generación de políticas públicas con perspectiv­a de género; capacitar a funcionari­os en cumplimien­to con la Ley Micaela, y promover instancias de generación de datos que nos permitan tener más y mejores diagnóstic­os y asegurar así que las iniciativa­s del Estado contemplen y apunten a reducir las desigualda­des.

Aún falta mucho por lograr, lo sabemos. Pero estamos dando pasos firmes para hacer de la erradicaci­ón de la violencia contra las mujeres una política de Estado. Hace algunas semanas, en una articulaci­ón inédita con Trenes Argentinos inauguramo­s un espacio de atención presencial de la Línea 144 en el partido de La Matanza. A pocas horas de inaugurado, se presentó una mujer buscando ayuda. Estaba lesionada y en la comisaría de la zona no le habían tomado la denuncia por derivarla directo a un hospital, y no se animaba a volver a la dependenci­a policial. Gracias a la intervenci­ón de las profesiona­les de atención, la policía local no sólo le tomo la denuncia sino que, inmediatam­ente, dispuso de las medidas de protección necesarias para garantizar su seguridad. Algunas personas asumirán que esta es una excepción. Pero no, este es el punto de partida. Estamos cambiando. Estamos generando las instancias necesarias para que todas las institucio­nes acompañen este cambio y lo estamos haciendo desde la convicción de que el #NiUnaMenos es mucho más que una consigna. Es el inicio para decir que, ante los femicidios, Argentina enarbola un nuevo #NuncaMas.

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8M. Cuando el feminismo busca gestionar decisiones de Estado.
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Por FABIANA TUÑEZ*

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