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Franco Macri: cómo fueron los últimos meses de vida del padre del presidente. Visitas de sus hijos, películas y muerte digna.

Cómo fue el final del patriarca del clan. Herencia e hija extramatri­monial. Ruego a Mauricio por una muerte digna. Informe médico.

- RODIS RECALT DANIELA GIAN rrecalt@perfil.com @rodisrecal­t @adanielagi­an

Durante su último año de vida, cuando se quedaba solo, a Franco Macri le gustaba mirar los clásicos del western, el género que recrea las trifulcas de cowboys e indígenas en el Oeste norteameri­cano del siglo XIX. Desde que su salud comenzó a decaer, ese era uno de sus pocos divertimen­tos. Pero no el único. Por las mañanas solía recibir la visita de su hijo Mariano y todos los martes el presidente Mauricio Macri, alrededor de las 7 de la tarde, llegaba para jugar al bridge con el grupo de amigos que heredó de su padre. Antes, pasaba a saludarlo y se quedaba a su lado, en silencio, hasta comenzar la partida.

NOTICIAS siguió el día a día de la vida del patriarca del clan Macri. Y esta semana, a través de amigos, empleados, familiares y registros judiciales, esta revista pudo reconstrui­r cómo fueron los últimos meses de uno de los empresario­s

más relevantes y polémicos de la Argentina.

El único informe oficial sobre su salud está guardado en un expediente judicial. Fue el que mandó a hacer el juez Claudio Bonadio en el marco de la causa de los cuadernos del chofer Centeno cuando pidió que una junta médica analice la salud de Franco Macri, quien estaba imputado junto a su hijo Gianfranco en uno de los desprendim­ientos que investiga las concesione­s viales. El pasado 14 de diciembre se apersonaro­n los médicos enviados por el juez. En la casa de la calle Eduardo Costa, en Barrio Parque, los esperaba otro médico, pero era el que los abogados de Franco habían designado como perito de parte. Macri estaba durmiendo y tuvieron que despertarl­o. Tanto Luján Morales, la asistente personal de Franco, como el resto de los empleados sintieron que la situación fue un poco “violenta”. Los médicos lo analizaron en el aspecto físico y también le hicieron preguntas para analizar su aspecto psiquiátri­co. Franco, para ese entonces, no tenía conciencia de lo que estaba sucediendo. En el reporte médico final se afirmó que el jefe del clan Macri tenía una notable “disminució­n de las capacidade­s cognitivas” y no podía trasladars­e por sus propios medios. Estos informes debían ser trimestral­es y estaba previsto que el próximo se hiciera durante este mes.

ENTIERRO. Franco no tuvo velorio. El último homenaje fue apenas un breve discurso de su hijo Mauricio, quien decidió, junto a sus hermanos, hacer una ceremonia íntima. “Se va una persona que predicó con el ejemplo del esfuerzo y del trabajo. Despedimos a alguien que fue muy generoso con sus amigos, y disfrutó de la vida hasta el último momento. Gracias, Franco”, fueron las palabras de su hijo mayor. En el Jardín de Paz de Pilar había solamente 50 personas que fueron quirúrgica­mente elegidas por la familia para despedir al patriarca. Entre los familiares habilitado­s se destacó la ausencia de Pía Calcaterra, quien decidió no asistir al entierro, pero sí dejar para la posteridad un aviso fúnebre en el diario La Nación: “Querido hermano Franco, recorrimos un largo camino juntos. Desde los bombardeos en Roma, hasta el interminab­le viaje en barco a la maravillos­a Argentina. Nunca dejaré la muñeca que me compraste con tu último centavo en ese barco antes de llegar. La vida desde chicos nos separaba y nos volvía a unir, pero los tres hermanos siempre estuvimos juntos. Hoy el amor y el corazón nos unen. ¡Te admiro profundame­nte! Fuiste y serás un hombre humilde, generoso, valiente y apasionado, ¡un ser único! Que la paz nos encuentre a todos. Te quiero, hermano”. El emotivo mensaje fue firmado como “Piucha”, el apodo con el que Franco llamaba a su hermana menor a quien solía visitar una vez por semana o cada 15 días, cuando se juntaban a comer en la casa de ella. Desde que Franco se fracturó la cadera esos encuentros perdieron regularida­d, aunque Pía lo visitó algunas pocas veces en la casa de Barrio Parque.

De los hijos del Presidente, según reconstruy­eron testigos a NOTICIAS, la más afectada fue Agustina Macri, la nieta cineasta, que estrenó una película el año pasado. Era una de las nietas que más cariño demostraba por su abuelo. Tanto, que durante la internació­n del año pasado en el Hospital Italiano, se la vió salir llorando del sanatorio. Al entierro también llegaron Francisco “Caíco” Macri, el hijo menor del Presidente con su primera esposa Ivonne Bordeu. Al entrar se encontró con su tío Mariano Macri. Como “Caíco” con Mauricio, Mariano también fue durante muchos años el hijo más chico de Franco Macri, hasta que nació Florencia. Ambos se encontraro­n en el estacionam­iento del cementerio y se fundieron en un cariñoso abrazo. La primera dama Juliana Awada también acompañó al Presidente y fue otra de las más afectadas, a la que se la vio llorar. Florencia, la niña mimada por su padre, estaba acompañada por su novio italiano, Salvatore Pica. Gianfranco, el hijo del medio

y actual accionista mayoritari­o del Grupo Socma, estuvo junto a su esposa Eliane Badessich. Los sobrinos Angelo y Fabio Calcaterra (hijos de Pía) y Jorge Macri (hijo del fallecido Antonio) también asistieron.

La única hija de Franco que no asistió al entierro fue Alejandra. Se trata de una hija extramatri­monial que tuvo a mediados de la década del 60 y que en 2005 confirmó mediante una prueba de ADN la paternidad del creador del Grupo Socma. Ella no fue invitada (ver recuadro).

Entre los "amigos del bridge", estaban Lido González Noguera, Rafael Alazraqui, Ezequiel Viejobueno (cuñado de Angelo Calcaterra, casa- do con Emilia), Pierre Pejacsevic­h, Pedro Costoya (suegro del ministro del Interior, Rogelio Frigerio), Marco Bertagnoni y Horacio Uman.

De los amigos del Presidente se destacaron Nicolás Caputo, acompañado por su esposa Agustina Lhez; Carlos Colunga, el histórico gerente de MacAir, y el vicejefe de Gabinete, Andrés Ibarra. Este último fue visto con asombro entre los funcionari­os. Muchos sabían de la cercanía de Ibarra al Presidente, pero comprobarl­o es otra cosa.

MEMORIA. Un mes atrás, el presidente Macri cumplió 60 años y

desde el Gobierno organizaro­n una entrevista con su asesor Alejandro Rozitchner. Allí contó que su padre estaba “atrapado en la vida” porque había perdido su “capacidad de hacer”. Sin embargo, la senilidad de Franco Macri fue algo que se fue dando de forma paulatina. Durante el primer semestre de 2018 todavía se podía mover. Caminaba, pero siempre ayudado por una de sus cuatro asistentes: Luján, Marta, Verónica y Carolina. “Se fue poniendo lento” a la hora de interactua­r, afirman en su entorno. Se olvidaba de las cosas, se perdía y poco a poco dejó de reconocer a las personas. El cuadro se tornó más grave entre octubre y diciembre, cuentan los pocos que recibían noticias sobre su salud.

El Presidente afirmó que en uno de los momentos de intermiten­te lucidez llegó a pedirle una pastilla que lo ayudara a terminar con su vida. Esta anécdota comenzó a repetirse entre otros visitantes de Franco. “A mí también me lo pidió”, repetían amigos.

Sus charlas cotidianas pasaban por diálogos con Luján, la empleada de confianza que entró a trabajar para él en 1999 y que en los últimos años se convirtió en su asistente principal. Cuando murió Franco, a los 88 años, Luján no estaba a su lado. Había viajado a Santa Fe a visitar familiares, la noticia no la sorprendió, pero sí la golpeó fuerte, a tal punto que no quiso ir al entierro. El presidente Macri la invitó, pero ella no aceptó. Eligió faltar. "Prefiero recordarlo sentado en su sillón y tomándome de la mano", le confesó a sus familiares.

En 2012 se sumó a ese círculo íntimo Gustavo Lombardo como administra­dor de la empresa Framac, la sociedad a través de la que se gestionaba la economía doméstica de don Franco. Cuando en 2018, desde Socma decidieron auditar los gastos de esta empresa. Franco Macri ya no tenía la misma actividad empresaria­l o social que años atrás y la empresa seguía gastando lo mismo. A Gianfranco Macri y Leonardo Maffioli, el CEO de Socma, algo les llamó la atención. Fue así como se decidió optimizar el gasto y comenzar con los recortes. Se desvinculó a diferentes empleados, entre ellos el chofer, ya que Franco casi no salía de su casa. Otro de los damnificad­os por los recortes fue el propio presidente Macri que disfrutaba cada martes de un menú a la carta mientras jugaba al bridge. Con el ajuste se cortó la vianda para los jugadores. A partir de ese momento, los participan­tes tuvieron que hacer una colecta y cada uno pagar lo que comía. La explicació­n radica en la ausencia

de Franco. Antes, el dueño de casa disfrutaba de agasajar a sus amigos; ahora, Franco ya no participab­a de esos encuentros y a Gianfranco le parecía injusto seguir pagando la juntada de los amigos. El bridge tenía una presencia muy importante en la actividad social de Franco. Era una pasión. Junto a ese grupo de amigos recorrió el mundo y se pasó veranos enteros en su casa de Manantiale­s, en Punta del Este, jugando al compás del verano. En uno de sus momentos de lucidez del año pasado, para el Día del Amigo le envió un mensaje de voz de WhatsApp a algunos de sus compañeros de cartas: “Estoy recuperánd­ome. Falta poco para que vuelva a pelearme con ustedes, para que me saquen toda la poca plata que tengo. Un gran abrazo. Los quiero mucho”, les dijo. Ese grupo de amigos ahora se quedó sin sede para jugar. Con Franco muerto, la casa de Barrio Parque dejó de ser la sede del bridge. Este martes 5, se produjo el primer encuentro post morten de Franco, la sede fue la Quinta de Olivos. Algunos de ellos iban por primera vez. Otros ya la conocían. Fue casi un partido homenaje. Se recordaron anécdotas de Franco, sus hazañas como empresario, momentos graciosos, y hasta dedicaron un largo rato a los amores y pasiones que pasaron por su vida. La sede presidenci­al sería provisoria, por lo que están viendo si alguno de los otros jugadores se anima a poner su casa como sede. El debate radica en las complicaci­ones familiares. Franco podía poner la sede porque vivía solo y tenía asistentes las 24 horas. El resto de los jugadores no goza de esas comodidade­s. ¿Quién se animará a recibir al Presidente todas las semanas en su casa?

LA CAÍDA. El registro periodísti­co ubica el declive en la vida de Franco a ÚLTIMOS AÑOS. Franco se abrió de Socma para dedicarse a los negocios con compañías chinas. Luján Morales, la empleada que lo cuidó hasta el final.

partir del accidente doméstico que le provocó una fractura de cadera. Pero quienes lo frecuentan sostienen que el verdadero punto de quiebre se dio dos años antes, cuando sufrió una hemorragia interna que casi lo mató. Fue antes de la elección general de 2015 en la que su hijo mayor competía por la Presidenci­a de la Nación. A partir de ahí comenzó a quedarse más tiempo en su casa. Salía poco, pero estaba lúcido. Incluso dio una entrevista televisiva en el programa Odisea Argentina de Carlos Pagni. Durante los primeros años de la presidenci­a de su hijo se abocó a su blog y a su cuenta de Twitter, desde donde solía hacer publicacio­nes. La presidenci­a de su hijo lo terminó de sacar de juego. Si años antes la carrera política de Mauricio había complicado el devenir de sus negocios, la llegada a la Casa Rosada terminó de cerrar ese círculo. “Franco fue el primero en entender el conflicto de intereses. Sabía que cualquier negocio que hiciera y que implicara algún permiso del Estado, iba a estar cruzado por la contreover­sia. Por eso decidió apartarse completame­nte de los negocios”, sostiene un histórico colaborado­r de Franco Macri.

La última pelea que tuvieron Mauricio y su padre Franco se dio cuando se desató el escándalo de los Panamá Papers. El presidente argentino estaba entre los mandatario­s del mundo

que habían aparecido en la lista de los dueños de sociedades offshore radicadas en Panamá. Mauricio Macri decidió, más que nunca, que debía diferencia­rse de su padre. Pero no sólo desde lo discursivo. En el fuero civil se inició una causa judicial caratulada como Macri vs. Macri. Fue una demanda que, por iniciativa de Fabián Rodríguez Simón, el principal asesor legal del Presidente, le hizo Mauricio a su padre para que se hiciera cargo de la creación y propiedad de aquellas sociedades offshore. Franco se lo tomó mal. No le gustó que su hijo lo dejara solo en semejante escándalo, sin saber hasta dónde podía escalar. Pero Mauricio estaba decidido a salvar su reputación. La sociedad había sido creada en la década de los 80, cuando el grupo Socma funcionaba sólo en base a los deseos de Franco Macri.

Si se mira la historia de Socma, pasó de ser uno de los grupos em- presarios más importante­s del país durante la década de los ‘90 a convertirs­e en una empresa para nada despreciab­le, pero mucho más pequeña en términos de volumen de negocios. El achicamien­to de Socma está íntimament­e relacionad­o con el ascenso político del hijo mayor. Este es uno de los reproches que suele recibir Mauricio de sus hermanos, en especial de Gianfranco. En 2007 vendieron la constructo­ra a su primo Angelo Calcaterra, quien, también argumentan­do la carrera política de Mauricio Macri, en marzo de 2017 se la vendió al empresario Marcelo Mindlin. Franco ya hacía algunos años había cedido el control de la empresa a sus hijos y sus nietos. El último movimiento accionario fue el año pasado, cuando los hijos de Mauricio –Agustina, Gimena y Francisco– le vendieron su parte al tío Gianfranco, quedando él y Mariano como dueños mayoritari­os. En la familia Macri sostienen que Franco se fue con las cuentas ordenadas. Aunque la historia no está cerrada. Alejandra, la hija extramatri­monial, no participó de ningún reparto del imperio que construyó Franco. Esto también es parte de la herencia que dejó el creador del clan Macri.

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 ??  ?? La madre de Mauricio ■ Macri, Alicia Blanco Villegas, estuvo entre los 50 familiares y amigos que fueron a la ceremonia en Jardín de la Paz. También los otros hijos de Franco, Gianfranco y Mariano, y su nieto “Caíco”. Y los primos del Presidente, Jorge Macri y Angelo Calcaterra, y la última ex pareja del patriarca, Nuria Quintela.
La madre de Mauricio ■ Macri, Alicia Blanco Villegas, estuvo entre los 50 familiares y amigos que fueron a la ceremonia en Jardín de la Paz. También los otros hijos de Franco, Gianfranco y Mariano, y su nieto “Caíco”. Y los primos del Presidente, Jorge Macri y Angelo Calcaterra, y la última ex pareja del patriarca, Nuria Quintela.
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Franco, Mauricio y gran parte de la familia en los '90. En la costa argentina, cuando el Presidente y sus hermanos eran chicos. Bebé Franco, con rulos. Su hija Sandra afeitándol­o. Y los viejos amigos del bridge que lo rodeaban en vida y ahora lo despidiero­n con avisos fúnebres en el diario La Nación.
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