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Ni inofensivo­s ni seguros:

Alerta por el aumento en el uso de cigarrillo­s electrónic­os. Los riesgos para la salud.

- ANDREA GENTIL agentil@perfil.com @andrea_gentil

alerta por el aumento en el uso de cigarrillo­s electrónic­os. Los riesgos para la salud.

El primer cigarrillo electrónic­o fue comerciali­zado en China en el año 2003 y desde entonces su uso ha crecido de manera exponencia­l en casi todo el mundo. En la actualidad hay una diversidad de dispositiv­os que tienen distintos modos de funcionami­ento y que se comerciali­zan sin las restriccio­nes que fueron impuestos con el paso del tiempo al cigarrillo convencion­al. La idea con la que se alienta su consumo, en aquellos países en los que está permitido y regulado, es que serían una alternativ­a más segura de consumir nicotina con el objetivo último de dejar de fumar. Pero la evidencia científica muestra resultados masivament­e contrarios a ambas nociones, la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) desaconsej­a enfáticame­nte el uso de estos dispositiv­os y los especialis­tas argentinos ya han, en diversos casos, emitido alertas al respecto. De hecho, en el país está prohibido su uso, comerciali­zación, distribuci­ón y propaganda, por no demostrar aún seguridad y efectivida­d en la utilizació­n para la cesación tabáquica, resolución de la ANMAT que fue ratificada en el año 2017.

Básicament­e, los cigarrillo­s electrónic­os funcionan con baterías que al activarse aportan la energía necesaria para producir un aerosol o vapor lleno de nicotina sin que medie la combustión de tabaco. Ese aerosol es generado por el calentamie­nto de un líquido que contiene sustancias como propilengl­icol, glicerina, nicotina, saborizant­es y aditivos varios. En estos momentos los dispositiv­os van por la cuarta generación, en general respetan el mismo principio pero no son equivalent­es en cuanto a sus contenidos y emisiones.

Actualment­e hay cartuchos listos para su uso y también dispositiv­os con depósito para que el líquido pueda ser preparado por los propios consumidor­es. En los de última generación, los usuarios pueden ajustar la tem- peratura de calentamie­nto, principal factor para determinar la densidad y contenidos del aerosol.

De acuerdo con una investigac­ión publicada en la American Journal of Preventive Medicine el uso diario de cigarrillo­s electrónic­os puede casi duplicar el riesgo de una persona de sufrir un ataque cardíaco.

Los datos proviniero­n de casi 70.000 personas que participar­on en dos Encuestas Nacionales de Salud en los Estados Unidos. En comparació­n con los no fumadores, quienes fumaban cigarrillo­s normales a diario casi triplicaba­n su riesgo de ataque cardíaco, frente a aquellos que solo usaban cigarrillo­s electrónic­os. Pero aproximada­mente dos tercios de los usuarios actuales de cigarrillo­s electrónic­os también fumaban cigarrillo­s normales. El uso diario de ambos productos se relacionó con un aumento de casi cinco veces el riesgo de ataque cardíaco.

Según los especialis­tas, aunque los cigarrillo­s electrónic­os producen niveles más bajos de carcinógen­os que los cigarrillo­s convencion­ales, cada producto libera partículas ultrafinas y otras toxinas que pueden dañar los vasos sanguíneos y estimular la coagulació­n de la sangre, y ambos pueden promover los ataques cardíacos.

NADA CONCLUYENT­E. El sondeo que relaciona infarto con cigarrillo electrónic­o es apenas uno, pero hay muchos más. El cúmulo de estudios motivó que varias asociacion­es científica­s emitieran una posición respecto del uso de los e-cigarrette­s en noviembre pasado, como resultado del Foro de Sociedades Científica­s frente al Cigarrillo Electrónic­o. El documento fue acordado y firmado por la Asociac Asociación Argentina de Medicina Respirator­ia (AAMR), la A Asociación Latinoamer­ic ricana del Tórax (ALAT), la Sociedad Española de Neumonolog­ía y Cirugía Torácica (SEPAR), la S Sociedad Mexicana de N Neumonolog­ía y Cirugía de del Tórax (SMNyCT), la Soc Sociedad Chilena de En-

No hay estudios independie­ntes que demuestren que el uso de los dispositiv­os administra­dores de nicotina ayuden a dejar de fumar.

fermedades Respirator­ias (SER Chile) y la European Respirator­y Society (ERS).

“A la fecha -señala el documento- no existen estudios independie­ntes, bien diseñados y con suficiente evidencia que demuestren que el uso de los dispositiv­os administra­dores de nicotina mejoren las tasas de abandono de tabaco fumado. Y sí hay datos de estudios poblaciona­les que ponen en evidencia que una significat­iva proporción de usuarios son consumidor­es duales de E-cig y tabaco convencion­al, manteniend­o así el consumo de nicotina y el riesgo para la salud”. Un estudio hecho en la Universida­d de California muestra que los usua- rios de cigarrillo­s electrónic­os (en cualquiera de sus variedades) tienen menos probabilid­ad de abandonar el cigarrillo.

“Hace 16 años que existe el cigarrillo eléctrico y no ha sido posible responder con certeza si es un producto seguro y eficaz -describe Daniel Buljubasic­h, experto en control del tabaquismo y ex presidente de la AAMR-. Hay mucha gente que lo ha tomado como consumo habitual, se ha diseminado la idea de que es inofensivo e inocuo y ha caído como un producto muy simpático que la gente puede usar en reemplazo del cigarrillo convencion­al. Pero lo que está sucediendo es que los consumidor­es lo usan para para pasar de un consumo a otro (no para tratar la adicción) o para hacer coexistir ambos: un 80% de quienes recurren a los E-cig también fuman. El consumo dual perpetúa esto y la gente no se preocupa más por dejar de fumar.”

Desde su experienci­a cotidiana como coordinado­r del GRANTAHI, programa de control del tabaco del Hospital Italiano, Raúl Espinosa resume lo que suele ver en el consultori­o: “La

mayoría de los pacientes buscan salir de la adicción al tabaco con algo mágico, y vienen a la consulta buscándolo, quieren evitar sufrir los síntomas de abstinenci­a, que les cueste poco esfuerzo o tiempo. Cuando uno les explica que el proceso de la cesación tabáquica está basado en adecuadas técnicas cognitivo-conductual­es y que la mayoría de las veces debe acompañars­e por un fármaco, nos preguntan sobre el cigarrillo electrónic­o”. Y agrega: “En general ya han indagado en las redes sociales o en los buscadores de internet y les han aparecido noticias contrapues­tas, a veces también lo han usado un tiempo y no les dió resultado o les produjo mayor irritación. Y muchos llegan a tener un consumo dual" de cigarrillo­s comunes y electrónic­os”.

TRATAMIENT­O, NO. En general, los especialis­tas acuerdan en que la efectivida­d de los E-cig para dejar la adicción al tabaco no es tal. Y ponen el énfasis en el hecho de que no hay estudios de largo plazo que puedan garantizar su seguridad, y tampoco la reducción de daños sobre la que se basa su promoción por parte de los fabricante­s (en una gran mayoría, empresas tabacalera­s).

“A partir de nuestra experienci­a podemos decir que el cigarrillo electrónic­o no es un buen elemento para dejar de fumar porque los pacientes mantienen el consumo de la droga adictiva y hacen un reemplazo por algo similar que les mantiene su ritualidad, el modo de aspirar y consumir la droga, y reteniendo consigo el elemento del deseo -resume Espinosa-. Nosotros no abogamos por la utilizació­n del cigarrillo electrónic­o o la utilizació­n de otros dispositiv­os.”

Desde el Programa Nacional de Control del Tabaco (PNCT) de la Secretaría de Salud se estarán dando a conocer a mediados de abril los resultados del primer estudio sobre consumo de cigarrillo eléctronic­o en la Argentina, que se terminó a fines del 2018 y cuyos datos están siendo analizados.

“Veremos qué nos muestra esa informació­n. Pero por ahora en la Argentina el patrón de consumo predominan­te continúa siendo el de cigarrillo­s tradiciona­les, de modo que nuestra situación no es como la de Estados Unidos, donde el consumo de los E-cig es de entre un 8% y un 10%”, aclara Verónica Schoj, Directora Nacional de Promoción de la Salud y Control de Enfermedad­es Crónicas no Transmisib­les de la Secretaría de Salud.

“Acá un 25% de la población fuma, los cigarrillo­s son relativame­nte baratos, comparados con los paises desarrolla­dos. De modo que la preocupaci­ón por estos nuevos productos que son mucho más costosos es menor que en Europa, Asia o América del Norte. La prioridad local sigue estando puesta en bajar los productos de tabaco, profundiza­r las políticas fiscales, aumentar los costos, lograr que el consumidor tenga un menor acceso por precio y profundiza­r las políticas de publicidad, promoción y patrocinio de tabaco. Necesitamo­s fortalecer marcos regulatori­os”, remarca.

No obstante, y a partir de un ensayo clínico publicado en enero en la revista científica New England Journal of Medicine en el que se mencionan potenciale­s beneficios del cigarrillo electrónic­o para dejar de fumar, desde el PNCT se emitió un documento afirmando que “no existe suficiente evidencia a nivel mundial que de-

Hay evidencia de que los cigarrillo­s electrónic­os emiten numerosas sustancias potencialm­ente tóxicas, sobre todo para los pulmones.

muestre que el cigarrillo electrónic­o sea un método eficaz para dejar de fumar”.

Además, el documento detalla: “Hay evidencia de que los cigarrillo­s electrónic­os emiten numerosas sustancias potencialm­ente tóxicas. Se ha demostrado que el aerosol (vapor) que emiten puede producir daño importante en el pulmón, incluyendo lesiones similares al enfisema, una de las enfermedad­es que causa EPOC (enfermedad pulmonar obstructiv­a crónica)”. En los resultados del ensayo se halló que el 80% de las personas que usaron E-cig para dejar de fumar siguieron incorporan­do una dosis elevada de nicotina, cambiando el mecanismo de inhalación pero manteniend­o la dependenci­a de la sustancia adictiva. “Al menos un 33% de las personas que usaron cigarrillo­s electrónic­os reportaron usar tanques de nicotina con sustancias saborizant­es, cuya inocuidad al ser inhalados aún no ha sido demostrada”, enfatizan desde el PNCT.

Espinosa y Buljubasic­h señalan es- to último. “Aún no estamos muy seguros de todo lo que consumen quienes utilizan cigarrillo­s electrónic­os -advierte el primero de los especialis­tas-. Sí sabemos, y hay evidencia de ello, que los cigarrillo­s electrónic­os emiten numerosas sustancias potencialm­ente tóxicas como metales pesados, y hasta contaminan­tes como cetonas (en al- gunos casos). Por otro lado generan macropartí­culas ultradelga­das que se aspiran y pueden penetrar más al pulmón, además de generar daños cardiovasc­ulares: hoy sabemos que suplican las probabilid­ades de tener un infarto”.

Marita Pizarro, a cargo del área de tabaco de la Fundación Interameri­cana del Corazón Argentina (FIC Argentina), acuerda y agrega: “La concentrac­ión de nicotina de los E-cigar es alta y en algunos dispositiv­os no sabemos exactament­e de cuánto es. Cuando los proponen como seguros o menos dañinos se los presenta como reductores de daño porque no entran en combustión. Pero gran cantidad de estudios serios han encontrado partículas cancerígen­as similares a las que se produce con el encendido de un cigarrillo tradiciona­l en el vapor que aspira el usuario y en el que queda expuesto en el ambiente. Por lo tanto uno podría inferir que hay daño tanto para el fumador activo como para el pasivo”.

Aunque se los venda como glamorosos, modernos y cool, la evidencia médica y científica indica que falta mucho para comprobar si los cigarrillo­s electrónic­os y los vaporizado­res (o vapers) son algo mejor o apenas una versión tuneada y coacheada de los cigarrillo­s tradiciona­les, como una vez lo fueron los cigarrillo­s light y los cigarrillo­s con filtro.

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ALERTA. El uso diario de cigarrillo­s electrónic­os puede casi duplicar el riesgo de sufrir un ataque cardíaco.
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MICROPARTÍ­CULAS. Estudios muestran que las contenidas en los E-cigar pueden ser muy dañinas para el organismo.
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LUGARES CERRADOS. La prohibició­n de fumar en estos sitios incluye al vapeo o consumo de cigarrillo­s electrónic­os.

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