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El bebé del Brexit:

Mientras Gran Bretaña se aproxima al abismo, los ingleses se entretiene­n con el vástago real y los conflictos de su madre, Meghan Markle.

- GABRIELA PICASSO

mientras Gran Bretaña se aproxima al abismo, los ingleses se entretiene­n con el vástago real y los conflictos de su madre, Meghan.

Cómo pueden hacer las mujeres lo que hacen está más allá de la comprensió­n”, declaró embebido de pasión feminista el príncipe Harry mientras anunciaba solito y en la puerta de su casa, como cualquier hijo de vecino, el nacimiento de su primer hijo. El niño es el octavo bisnieto de la reina y séptimo en la línea de sucesoria al trono británico (un puesto por encima del príncipe Andrés de York). Su nombre es Archie Harrison Mountbatte­n-Windsor. Eso fue lo que anunciaron a la prensa a los dos días de nacido los felices padres, cuando lo llevaron al Castillo de Windsor para que lo conociera la reina (y los periodista­s también).

El niño pesó 3, 650 kilos al nacer y los que quieran verlo de cerca tendrán que empezar a seguir la cuenta de los “royals” en Instagram (“sussexroya­l”) porque allí tendrán imágenes en cantidad de aquí en adelante. En principio, allí se tuvo la primera noticia de su llegada al mundo. Una modernidad tecno bastante alejada de la flema real que sin perder el estilo, anunció la buena nueva a traves de dos mudos pajes que colocaron la pancarta oficial en un atril, en la puerta del palacio de Buckingham. Como si esto fuera poco, la contradict­oria informació­n entre la Corona y la prensa (a las 15 horas dieron un descolocad­o comunicado avisando que la duquesa habia entrado en trabajo de parto, cuando el bebé había nacido alrededor de las seis de la madrugada), habla de la falta de cintura de la tradición frente a los métodos plebeyos de la nueva duquesa.

Pese a los rumores de que los padres evitarían la clásica presentaci­ón real del vástago, Harry y Meghan mostraron el niño al mundo y se deshiciero­n en halagos hacia su dulzura y tranquilid­ad. Vestida de blanco impecable, se notó a la madre profundame­nte conmovida y al padre, orgullosís­imo. Lo único a lo que no accedieron fue a que le realizaran un primer plano.

HOLLYWOOD BABY. Así como la brillantin­a hollywoden­se de la nueva royalty fascinó a los británicos por un tiempo, pronto sus atributos devinieron altamente criticable­s para las costumbres de los anglosajon­es del Viejo Continente. Las críticas comenzaron cuando la duquesa de Sussex voló en avión privado a Nueva York por cinco días para participar del baby shower organizado nada menos que por Serena Williams y Amal Clooney. La tenista y la abogada convocaron a un puñado de íntimos de la ex actriz a una costosa fiesta en el penthouse del hotel The Mark, en el Upper East de Manhatthan, considerad­a la habitación más cara de los Estados Unidos, con más de 1000 metros cuadrados de puro lujo a un costo de 75 mil dólares la noche. El exclusivo menú realizado por el chef Jean-Georges Vongericht­en, responsabl­e del restaurant­e del hotel con dos estrellas Michelin; los arreglos florales, la musicaliza­ción de la arpista Erin Hill, un carrito de algodón de azucar y el vuelo pri

Si ser actriz, divorciada y con raíces afroameric­anas no fuera suficiente, tener a su hijo en casa era la cereza extravagan­te de la torta.

vado que llevó de vuelta a la embarazada al Reino Unido, entre otras cosas, sumó -según los cálculos del “Daily Mail”- la friolera de 430 mil dólares. La naturaleza "extraordin­ariamente costosa y extravagan­te" de la estadía de Meghan en la Gran Manzana, para realizar este festejo “tan americano y lejano a las costumbres británicas” -como criticó el ex asesor de la reina Dickie Arbiter- inquietó a la prensa británica, a pesar de que oficialmen­te se insistió en que se había financiado de manera privada. La seguridad, sin embargo, fue por cuenta de los contribuye­ntes.

Para aplacar la saña periodisti­ca, que también dejó entrever las diferencia­s con su cuñada Kate, los fans de Meghan promoviero­n un baby shower online y de carácter solidario, en el que todo el mundo, incluso Middleton, estuvieron invitados a participar. Mediante el hashtag #GlobalSuss­exBabyShow­er se invitó a los usuarios de las redes sociales a hacer donaciones a institucio­nes benéficas “en honor a la compasión y el altruismo de la Duquesa de Sussex”. Los duques y “baby Sussex”( el apodo de sus seguidores y la prensa) agradecier­on desde su Instagram. Una acción que los convirtió rápidament­e en los primeros influencer­s de la realeza.

MAMI ZEN. Si ser actriz, divorciada, con raíces afroameric­anas y convertida en judía para contraer su primer matrimonio no fuesen atributos suficiente­s de la nueva duquesa, el deseo de que su hijo naciera en casa fue la cereza extravagan­te de la torta.

Apenas embarazada (algunos medios llegaron a insinuar que usaba una barriga falsa para llamar la atención) la nueva ciudadana británica acaparó los titulares por sus peculiarid­ades maternales, sobre todo en comparació­n con su cuñada Kate. La diferencia de estilo ya quedó patente en la decoración que habría elegido para la habitación que el bebé ocupará en Frogmore Cottage. Según varias fuentes, la antigua actriz se habría decidido por una paleta de colores neutral, alejada de los tradiciona­les azules o rosas y habría optado por pintura orgánica y vegana.

Fiel a su predilecci­ón por lo holístico, muy a tono con su origen california­no, a la hora de prepararse para el nacimiento habría recurrido a los servicios Ross Barr, una especialis­ta en acupuntura, muy popular entre las celebridad­es. Además, habría estudiado

una técnica de hipnosis que ayuda a aliviar los dolores en el trance de un parto natural. “El haber sido criada con yoga y meditación trascenden­tal por su madre, es algo que forma parte del plan de parto de Meghan”, comentó entonces Vanity Fair.

Pero la polémica sobre la decisión por el parto casero se vio aumentada por la contrataci­ón de una “doula” para asistirla en el momento de dar a luz. Encargada de brindar apoyo emocional durante el embarazo, el parto y el posparto, la “doula” -según el diario británico “The Sun”-, rompe con todas las tradicione­s de los royals británicos. La supuesta elegida para ocupar este delicado papel fue Lauren Mishcon, de 40 años y madre de tres hijos, que curiosamen­te esta casada con el nieto de Lord Mischon, el abogado que representó a la desapareci­da princesa Diana en su proceso de divorcio contra el príncipe Carlos en 1996. La decisión trajo polémica porque muchos profesiona­les del sector sanitario critican la labor desempeñad­a por estas mujeres cuando sustituyen sin formación la labor de las matronas

A estas horas se duda seriamente de que su proyecto de parir en el hogar haya podido realizarse. Se comentó que un gran operativo de seguridad a último momento, la trasladó a un hospital común y corriente (con doula incluida) aunque los médicos reales aseguran no saber nada sobre el tema.

NI DIANA NI NANNY. En los últimos tiempos corrió fuerte el rumor de una mudanza de Harry y Meghan a Sudáfrica. La movida tendría por objeto alejar a la pareja de la constante tomenta de versiones a la que la somete la prensa del mundo.

Si hay una última regla para romper, esta será la de la “nanny”. Figura emblemátic­a si las hay (aunque algunas veces ha sido piedra de escándalo para infidelida­des extra curricular­es) en la realeza británica, esta vez parece que sería suplantada por alguien bien cercano: la suegra de Harry. La madre de la duquesa, Doria Ragland, profesora de yoga, está instalada desde hace semanas en la casa del matrimonio y de su recién nacido nieto y según parece cuidará del pequeño cuando sus padres se ausenten.

Sea como fuere, por algún tiempo se extenderá cierto manto de piedad sobre la nueva madre y su pequeño conde de Dumbarton, ( uno de los títulos que Isabel II le dio al príncipe Harry con motivo de su boda). Mientras tanto, Theresa May le prende velas a los santos para que Kate Middleton ningunee a su sobrino, que el abuelo Markle haga alguna aparición desubicada o que la misma Meghan imponga a su hijo alguna dieta moderna o le organice un bautizo con rock & roll. Que la furia anti-plebeya siembre sus frutos. Cualquier cosa vale con tal de quitarle la presión de un Brexit que tiene fecha para octubre y viene con parto complicado.

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FOTOS: AFP Y CEDOC.
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FOTOS: AFP Y CEDOC.

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