Operación Bonadio
La Argentina entró, una vez más en su acalorada historia, en un tornado institucional, económico y de (in)cultura republicana. Todo está en discusión permanente, hasta lo que no debería ni ponerse en cuestión. Cuando el país ingresa en esta clase de incerteza de valores y modales, el devenir político deja de seguir los carriles lógicos, y ya no hay un curso natural para los acontecimientos de interés público. Todo puede pasar. Y ante esa falta de referencias cívicas, la sociedad se aferra a unos pocos actores individuales para orientarse en el caos de una dinámica tribal, que enfrenta a todos contra todos.
El juez federal Claudio Bonadio es una de esas figuras de referencia en la Argentina del vale todo y todo pasa. Desde la sospechada “servilleta de Corach”, es incalculable la cantidad y variedad de casos y causas escandalosas que lo tienen como protagonista, a un lado y otro del
mostrador. En los últimos meses, su nombre se volvió sinónimo de La Grieta, por su manejo de causas contra Cristina y el universo K, entre otras la causa “de los cuadernos”. Tanto levantó su perfil (heroico para algunos, endemoniado para otros) que llegó a desplazar al mismísimo Héctor Magnetto en el ránking de obsesiones kirchneristas. Muchos de ellos festejaron sin pudor las noticias (tan poco chequeadas como las fake news) sobre su estado de salud: el morbo de la venganza cundió contra el magistrado acusado por la expresidenta como responsable de la enfermedad de su hija Florencia. Hace dos semanas, NOTICIAS publicó en tapa su investigación sobre esa pelea personalísima. Ahora sigue con el exclusivo hallazgo del periodista Rodis Recalt, que tuvo acceso a la historia clínica de Bonadio, con la precisión y honestidad que los lectores merecen.