Cátedra cannábica
Hace dos años, la sanción de ley de cannabis en el Congreso, disparó el furor académico por estudiar su uso medicinal. Y en el último tiempo, y en el umbral de un cambio de liderazgo político que puede despegar a la materia de los pruritos que la vinculan en la lucha con el narcotráfico, investigadores y catedráticos de distintas universidad empujan los límites y alcances de la marihuana medicinal. El Conicet, la Universidad de Buenos Aires, la Escuela de Tecnología Médica de la Universidad Nacional de Córdoba y la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de La Plata -que dicta la cátedra de Cannabis y Salud-, testean las aplicaciones de la planta para tratar ciertas enfermedades, más alla de epilepsia refractaria: el tratamiento del dolor en cáncer, y sus efectos como neuroprotector y cardioprotector. Algunos muy prestigiosos, como Marcelo Rubinstein, director del Instituto de Ingeniería Genética y Biología Molecular, ponen
foco justamente en los endocannabinoides.
El Ministerio de Salud de la Nación hoy reglamenta un programa nacional, y permite el cultivo y la producción por parte del Estado para un número finito de pacientes registrados. La expectativa de investigadores, pacientes y familiares, y de la comunidad canábica, es que el cambio de marea sirva para despenalizar definitivamente el uso, el cultivo y la producción de cannabis con fines medicinales. Y que el precio del aceite deje de ser prohibitivo: actualmente el producto se importa desde Canadá a us$ 300 la botella de 100 ml, y se vende fracionado en goteros al doble de ese valor en pesos. Un doble drama para quienes sufren de una enfermedad y buscan paliativo.