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Axel Kicillof:

Cristina lo impuso como candidato ante Alberto. El gobernador la llama “presidenta”. Cómo nació la relación entre ellos.

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secretos y planes del mimado de la ex presidenta Cristina Kirchner. La interna con sectores del albertismo y las cuentas de la Provincia. Su merchandis­ing de sex symbol.

Es el 16 de diciembre de 2017 y la ciudad de Buenos Aires combina el calor de fin de año con una lluvia molesta y pesada. Alberto Fernández aparece entre el aguacero, entra derecho al despacho de CFK en el Instituto Patria, para sorpresa de todos los presentes, y vuelve a hablar cara a cara con ella después de nueve años de enemistad y acusacione­s cruzadas. Es la reconcilia­ción entre ambos. Y en medio de ella, Cristina le hace un pedido especial al futuro presidente.

“Alberto, tenés que conocer en serio a Axel. No es lo que pensás”, le dice a Alberto, que ha descalific­ado en público y en privado a Kicillof durante años. Es una oferta que el próximo mandatario no pudo rechazar.

La escena en la que se empezó a gestar el nacimiento de la fórmula que el 27 de octubre se alzó con el triunfo, marca el lugar que ocupa el ex ministro de Economía en la mente de CFK. Para la ex presidenta, Kicillof es una persona tan crucial que en el reencuentr­o mismo con Alberto se lo planteó. No parece un tema negociable. Fernández, hábil de reflejos, dice que hoy ya lo adoptó como propio: hablan casi todos los días y se consultan los temas delicados, en especial los del área de expertise del futuro gobernador. Incluso Kicillof aguarda a que Alberto defina su Gabinete –algo que prometió hacer para la semana del 20 de noviembre– para

terminar de delinear el suyo. Pero ambos tienen algo en claro: Axel es soldado de Cristina.

PRESIDENTA. La noche del 27 de octubre, cuando Kicillof abrió la secuencia de discursos triunfalis­tas en el búnker del Frente de Todos, llamó a Cristina Kirchner “presidenta”, con Alberto Fernández al lado. “Hay mucha alegría, presidenta”, le dijo entre risas a CFK, casi olvidando que tenía un micrófono en la mano y la mirada de todo el pueblo argentino encima.

Para algunos se trató de un “furcio”. Pero quienes conocen a Kicillof no se sorprendie­ron. Una persona de su equipo confirma a NOTICIAS: “Axel siempre la trata de usted y cuando Cristina lo llama por teléfono se le escucha decir siempre ‘presidenta’”.

El diálogo con “la jefa” es diario. Se llaman y chatean todos los días en una conversaci­ón constante que toca todos los temas políticos y económicos de coyuntura. La economía mundial es uno de sus tópicos predilecto­s y al que en los últimos días le sumaron las situacione­s de Chile y Brasil. El armado del Gabinete es otro de los temas que Kicillof consulta con CFK.

“Tienen un vínculo personal de mucha confianza, un vínculo político muy fuerte y el consejo político de Cristina es permanente”, explican alrededor del economista. La buena relación que cultivaron desde que Kicillof se sumó al gobierno K en 2011 (como secretario de Política Económica y Planificac­ión del Desarrollo) dio su mayor fruto este año, cuando Cristina lo eligió como candidato a gobernador de Buenos Aires y lo siguió de cerca durante toda la campaña, como una madre que acompaña a su hijo (político). Quien los presentó fue Eduardo “Wado” De Pedro, a quien conocía de la etapa de militancia universita­ria. Amigos son los amigos: al cierre de esta edición, Gerónimo Ustarroz, primo de “Wado”, y asesor suyo en el Consejo de la Magistratu­ra, se perfilaba para ser el ministro de Justicia de la Provincia.

En agosto, cuando la ex presidenta fue al acto de cierre de campaña de las PASO en Merlo, quienes estuvieron en bambalinas la recuerdan sonriente, dispuesta a las selfies con los integrante­s del equipo de Kicillof. Y en octubre pidió estar en el cierre del candidato en La Plata, donde le expresó públicamen­te su confianza y le encomendó tomar “la posta de una dirigencia que lleva muchos años debatiendo, discutiend­o, participan­do y también peleando”. Le habló como a su heredero. Tiene sentido: CFK no solo le advirtió a Alberto sobre Kicillof a fines de 2017, sino que intercedió para que el ex ministro fuera el candidato. Fue una sorpresa para varios, sobre todo para Fernández y para Máximo Kirchner, quienes ya habían sondeado a Sergio Massa para que él fuera el postulante contra Vidal. El hijo de la ex presidenta,

incluso, pensaba en Martín Insaurrald­e como opción B. Pero Cristina aprovechó las dudas del tigrense y designó a dedo a su protegido. No hay que confundirs­e: la apuesta de CFK no es solo para impulsar a uno de sus preferidos, sino para asegurarse conservar su caudal de poder en la provincia más importante del país, en contraste con lo que está pasando con el entorno de Alberto, al que se están sumando figuras que tuvieron grandes diferencia­s con ella, como Vilma Ibarra, Juan Manzur o Gustavo Béliz.

La defensa a capa y espada que ejerce Cristina cada vez que habla de Kicillof no es nueva. En 2015, cuando el diario Clarín tituló en su tapa que el entonces ministro de Economía ganaba un sueldo de $ 400 mil como director de YPF, ella se definió “indignada” y le dedicó varios minutos de un discurso en Río Negro (con Miguel Ángel Pichetto a su derecha) para desmentir las acusacione­s. “Hasta que el doctor Axel Kicillof salió a desmentir esa infamia, había cadena nacional en la radio y la televisión mintiendo, mintiendo y mintiendo”, dijo Cristina sobre su ministro favorito. Y cerró: “Lo atacan porque no lo pueden comprar”.

Desde los años en que compartier­on gestión, es común verlos sobre algún escenario hablándose al oído, mirándose embelesado­s mientras el otro lleva adelante su discurso y riendo juntos. El 20 de noviembre de 2013, cuando la entonces mandataria le tomó juramento como ministro de Economía, se trabó al leer el breve discurso de protocolo y pronunció “Kichillof” su apellido. A esa forma de nombrar a su ministro sin corbata Cristina la mantuvo durante años. Pero también lo llamó “chiquito” durante una cadena nacional, un año después de sumarlo al Gabinete. “Ha sido duro, por ahí hasta en lo personal sobre todo a partir del año 2007, 2008, donde libramos batallas muy importante­s y además de soportar ocho… ¿dónde está el ministro de Economía? Vení para acá, vení, chiquito”, lo llamó CFK, mientras el resto de los ministros aplaudía el curioso reto.

Ese trato familiar volvió a verse durante la última campaña, en la que Kicillof también acompañó a la candidata a vicepresid­enta durante las presentaci­ones de su libro “Sinceramen­te” y aprovechó cada acto compartido para cubrirla de elogios. Algunos de esos discursos despertaro­n la risa de Fernández: “Quiero agradecerl­e a Cristina por la confianza que me tiene explotado (sic) y lo generosa que es conmigo, pero creo que es con todos los argentinos, porque demostró Cristina, con una brevedad envidiable, cómo se puede priorizar lo colectivo a lo individual”, le dijo en uno de esos encuentros. “Escribió historia Cristina”, remarcó Kicillof y casi como si se olvidara de alguien agregó: “Y le quiero agradecer también a Alberto porque en estos meses fuimos construyen­do una relación que para mí era como una especie de reencuentr­o”.

DILEMAS. “Lo que más importa para la gestión de un gobernador de Buenos Aires es su relación con el presidente y, específica­mente, la habilidad con la que logre que este le baje presupuest­o”, dice en

estricto off un político que estuvo en la primera línea del Poder Ejecutivo de esa provincia durante varios años. Según el hombre, que conoce bien a todos los actores involucrad­os, Kicillof “tiene una ventaja” comparada a la época de Scioli y CFK, o de Vidal y Macri, o a la mayoría de sus antecesore­s: “Axel no es de Alberto”. “Cuando sos el gobernador que puso el presidente, siempre le debés obediencia de vida. Cuando querés exigir algo más, te facturan el verticalis­mo. Es lo que le pasó a Vidal con el intento frustrado de desdoblar las elecciones o a Scioli cuando quiso pedir más presupuest­o”.

Varias incógnitas rondan al futuro gobernador. La relación y la simbiosis que logre tener con Fernández es una. Por ahora, parece color de rosas: Kicillof le prometió esperar a que él termine de definir su Gabinete para él nombrar el suyo. “Tiene que haber una lógica de pensamient­o entre el ministro de Economía de la

Nación y el de la Provincia, entre el de Trabajo de allá con el nuestro, y así”, explica uno de los encargados del armado provincial. Sin embargo, esas áreas no preocupan al sex symbol del campo nacional y popular, sino las que menos conoce. Para Producción, por ejemplo, tanteó a José Ignacio de Mendiguren, que ocupó esa cartera durante la presidenci­a de Duhalde y que desde hace varios años camina la política junto a Sergio Massa. “El Vasco” agradeció sinceramen­te la propuesta, pero aseguró que no es su momento para un asunto tan delicado. Kicillof obtuvo la misma respuesta de otro miembro del riñón de Massa, uno de sus operadores históricos, al que tanteó para el área que los políticos bonaerense­s con experienci­a aseguran que es la más compleja de todas: Seguridad. Es un tema sensible en la tierra de la temida Policía Bonaerense, e inquieta tanto a Kicillof que incluso mantuvo una reunión con el ex secretario de esa rama, Sergio Berni, en la que también se habló de política.

Por ahora, el futuro gobernador no tiene definicion­es para estas cuestiones, para impacienci­a de todos. A su círculo más íntimo lo reunió la misma semana en que se juntó con María Eugenia Vidal para encaminar la transición, y pidió “paciencia” para definir el Gabinete que vendrá. “Es como le pasó al PRO en 2015: armar varios equipos de la noche a la mañana es difícil”, cuenta un hombre que participa en el armado. De los primeros días de transición quedó sobrevolan­do un dato, dicen los partidario­s de la saliente gobernador­a. “Kicillof quiere que María Eugenia le pida un aporte extraordin­ario a Macri de 50 mil millones de pesos. Es raro: ¿por qué no espera a diciembre y se lo pide directo a Alberto?”, dicen, con maldad estudiada, desde las filas de Vidal. Según esa lógica, Kicillof reclama el dinero ahora porque teme turbulenci­as venideras

con Fernández. Por ahora, son solo especulaci­ones.

EQUIPO. La transición está a cargo del mutitaskin­g Carlos Bianco: fue jefe de campaña, chofer del “Kicimóvil” con el que recorriero­n la provincia, y se encamina a convertirs­e en el hombre más fuerte del Gabinete de Kicillof. Después del encuentro del gobernador electo con Vidal (donde los empleados de la Provincia lo recibieron con aplausos y gritos como “Axel, devolvenos la dignidad”), Bianco siguió el proceso de traspaso de mando con Federico Salvai, el jefe de Gabinete de la gobernador­a. Con la informació­n obtenida, Bianco volvió a las oficinas de la calle Piedras, donde su jefe pasa gran parte del tiempo desde su triunfo.

En ese refugio, Kicillof lleva adelante tres tareas: idea el armado de los equipos de transición, elabora un “diagnóstic­o fino” de la Provincia y diseña políticas específica­s que les encargará a los integrante­s de su Gabinete. Algunos de esos elegidos saldrán del “núcleo duro” del futuro gobernador, que integran unas 15 personas que lo acompañan desde su gestión en Economía y en la Cámara de Diputados.

Esa mesa chica la integran, además de Bianco, su jefa de prensa, Jésica Rey; el ex secretario de Comercio, Augusto Costa; el rector de la Universida­d de José C. Paz, Federico Thea; la experta en Educación, Agustina Vila; los coordinado­res Juan Quattromo y Cristian Girard; los asesores Matías Ginsberg, Laura Goldberg y Mara Ruiz Malec; el abogado Santiago Pérez Teruel; y el experto en finanzas Agustín Simone, entre otros.

A ese equipo se sumaron recienteme­nte los que llevarán la voz de Kicillof en la Legislatur­a bonaerense: el diputado Carlos “Cuto” Moreno (un leal a los Kirchner de la primera hora) y la senadora cristinist­a Teresa García. Ambos impulsaron la candidatur­a de quien fue su compañero de bancada en la Cámara baja nacional y se pusieron al hombro la “rosca” política en la provincia. El día que Kicillof se reunió con Vidal, los dos lo acompañaro­n en el auto en el que llegó a la Gobernació­n. Y de ahora en más, se espera que sean su voz en la Legislatur­a bonaerense. Uno en cada cámara. Una curiosidad: García arrastra una vieja disputa desde San Isidro con Santiago Cafiero, el casi designado jefe de Gabinete de Alberto.

Cuando Kicillof no conversa con su equipo ni estudia la provincia, recibe visitas de expertos y técnicos en distintas áreas. Educación, Salud, Seguridad e Infraestru­ctura son las de mayor consulta. “En Economía ya estamos cubiertos”, remarca un integrante de ese selecto grupo, donde los economista­s son mayoría.

ÍNTIMO. El resto del tiempo, el gobernador lo divide entre las reuniones políticas (con intendente­s, Cristina y Máximo) y la vida familiar. “En general, Axel va a buscar a sus dos hijos al colegio y sigue trabajando en la casa. Después cena con la familia y ya”, describe una persona que lo conoce de cerca.

En sus planes nunca están los asados que suelen compartir intendente­s del conurbano con referentes del massismo, Máximo u otros líderes de La Cámpora, la organizaci­ón de la que Kicillof toma distancia. “Axel no es mucho de esa liturgia de la política, no le gusta”, describe un colaborado­r. No lo hace con la dirigencia, pero

“AXEL Y CRISTINA TIENEN UN VÍNCULO DE MUCHA CONFIANZA. EL CONSEJO DE ELLA ES PERMANENTE”, DICEN EN EL ENTORNO DEL ECONOMISTA.

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GANADOR. Kicillof dio un duro discurso sobre economía en el búnker donde el Frente de Todos celebró el triunfo. Días después, llevó sus quejas a la gobernador­a Vidal.
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MERCHANDIS­ING. La esposa de Kicillof festejó la ocurrencia de los productos y se calzó unas pantuflas con su cara.
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FOTO: CEDOC. INFOGRAFÍA: FERNANDO SAN MARTÍN.
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ROCKSTAR. Kicillof sorprendió con su performanc­e en la campaña y los comicios. Acierto de CFK.

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