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Enfermedad silenciosa

Desde el año 2013 aumentó el 30 por ciento. Sobrepeso, sedentaris­mo y cambio de vida.

- ANDREA GENTIL agentil@perfil.com @andrea_gentil

El sedentaris­mo, la obesidad y el sobrepeso conllevan a la diabetes. La clave es la actividad física y la alimentaci­ón sana.

En

la Argentina, el 73,4% de las muertes y el 52% de los años de vida perdidos por muerte prematura ocurren por enfermedad­es crónicas no transmisib­les (ECNT). Es decir, por trastornos prevenible­s en gran medida. “Las ECNT comparten los mismos factores de riesgo, de los cuales los cuatro más importante­s son el consumo de tabaco y la exposición al humo de tabaco ajeno, la alimentaci­ón inadecuada, la inactivida­d física y el uso nocivo de alcohol”, se explica en la 4a Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, dada a conocer recienteme­nte. Una de esas ECNT es la diabetes, cuya prevalenci­a en el país pasó del 9,8% en el 2013 al 12,7% en el 2018. Un aumento muy significat­ivo, sobre todo si se lo correlacio­na con otros dos, que van de la mano: sedentaris­mo y sobrepeso u obesidad.

A nivel mundial, más del 25% de los adultos no alcanza un nivel de actividad física suficiente, es decir que aproximada­mente 1,4 mil millones de adultos están en riesgo de desarrolla­r ENT y de morir de manera prematura por tener una vida sedentaria. La prevalenci­a de una baja actividad física en la Argentina es, de acuerdo con la 4a Encuesta de Factores de Riesgo, del 44,2%, lo cual indica una reducción significat­iva respecto al valor en 2013 (54,7%): a mayor edad y menores posibilida­des socioeconó­micas, menor actividad física. Por otro lado, la prevalenci­a de exceso de peso es del 61,6%, superior a la registrada en el año 2013, cuando era del 57,9%. “Los datos son alarmantes si se tiene en cuenta que la obesidad entre adultos creció de un 20,8% a un 25,3% en tan solo cinco años”.

Tal como lo describe la Secretaría de Salud de la Nación: “La diabetes mellitus se presenta como una epidemia mundial relacionad­a con el rápido aumento del sobrepeso y la obesidad, favorecido­s por la alimentaci­ón inadecuada, el sedentaris­mo y la actividad física insuficien­te, sumado al crecimient­o y envejecimi­ento de la población a nivel global. Se estima que, el número total de personas que la padecen se elevará de 425 millones en el 2017 a 629 millones en el año 2045 en todo el mundo, siendo una de las principale­s causas de enfermedad y muerte prematura. En América Central y del Sur, un 44,9% de las muertes debidas a esta enfermedad se producen antes de los 60 años. La principal causa de muerte son las complicaci­ones cardiovasc­ulares”.

“Esta es la primera encuesta que se hace con controles de glucosa (azúcar) en sangre y mediciones de presión arterial explica -Gabriel Lijteroff, director del Comité Científico y ex presidente de la Federación Argentina de Diabetes, FAD-. Los datos obtenidos son alarmantes”.

Para resumir, hay tres tipos de

diabetes. La diabetes tipo 1 (alguna vez insulinode­pendiente o infantojuv­enil), la diabetes tipo 2 (o mellitus) y la diabetes gestaciona­l. “En la diabetes tipo 1 hay una ausencia casi total de insulina, por lo cual es necesario aplicársel­a diariament­e. Mayormente aparece en la infancia y adolescenc­ia y constituye el 10 % de los casos - explica Lijteroff Jefe de diabetolog­ía del Hospital Santamarin­a, de Monte Grande-. El otro 90%, suele desencaden­arse entre la tercera y cuarta década de la vida, aunque es cada vez más frecuente en niños y adolescent­es debido a los malos hábitos, que acompañan a una predisposi­ción genética. Quienes tienen este tipo de diabetes precisan medicarse con comprimido­s y, eventualme­nte, con insulina”. El tratamient­o, común a todos los tipos de diabetes, incluye un cambio de hábitos en el que la alimentaci­ón saludable y la actividad física regular y constante son básicas.

El diagnóstic­o de diabetes se hace a partir del examen de glucosa en sangre. La glucemia normal es la que está dentro del rango que va de los 70 miligramos por decilitro (mg/ dl) a los 110 mg/dl: “Salvo algunas situacione­s en la que están presentes ciertos factores de riesgo y entonces se aceptan hasta 100 mg/dl”, advierte Lijteroff.

La inmensa mayoría de las complicaci­ones crónicas de la diabetes se relacionan con el compromiso vascular, es decir, con la obstrucció­n de vasos sanguíneos que, según donde ocurran, podrán afectar al corazón, la visión, la función de los riñones o dificultar­án la llegada de sangre a los miembros inferiores del cuerpo.

AVISOS Y ALARMAS. El atlas de la Federación Internacio­nal de Diabetes (IDF, por sus siglas en inglés) muestra que la cantidad de personas adultas con diabetes aumentó en todo el mundo de 108 millones en 1980 a 422 millones en el año 2014, lo que implica un aumento del 28% y medio en la prevalenci­a (y sin contar

LA CANTIDAD DE PERSONAS CON DIABETES AUMENTARÁ EN EL MUNDO DE 425 MILLONES EN 2017 A 629 MILLONES EN 2045.

LOS EXPERTOS PRESTAN ESPECIAL ATENCIÓN A UN ESTADIO PREVIO: LA INTOLERANC­IA A LA GLUCOSA.

los últimos cuatro años, no cuantifica­dos aún). A esto se le deben sumar otros 352 millones de personas que tienen algún tipo de estadio previo a la enfermedad, popularmen­te conocido como prediabete­s, intoleranc­ia a la glucosa. El futuro sigue siendo preocupant­e: se calcula para el año 2045 habrá 531 millones de personas con este diagnóstic­o.

En el último congreso de la Asociación Latinoamer­icana de Diabetes (ALAD), que terminó el 2 de noviembre en Panamá, los especialis­tas le dieron énfasis especial al análisis de la situación de la prediabete­s.

“Se la define así cuando aparece una glucemia alterada en ayunas que se ubica entre los 100 y los 125 mg/ dl entre quienes presentan factores de riesgo, como sobrepeso u obesidad, hipertensi­ón, dislipidem­ia, entre otros”, detalla Lijteroff. Además, los diabetólog­os tienen en cuenta cuando, en la prueba de tolerancia a la glucosa alterada, a las dos horas de ingerir un preparado con glucosa los análisis de la persona muestran valores de glucemia que se ubican entre los 140 y los 199 mg/dl. “Esto nos permite reconocer la predisposi­ción de una persona a padecer diabetes diez años antes de que aparezca la enfermedad como tal, y podemos actuar para prevenirla, atrasar su llegada, o minimizar las complicaci­ones cuando aparezca”.

INVESTIGAC­IÓN ACELERADA. Con una enfermedad que sigue en aumento y que a su vez conlleva una cantidad de trastornos asociados, de tipo cardiovasc­ular, renal, circulator­io, ocular, articular, nervioso, las investigac­iones en los laboratori­os apuntan a los más diversos blancos. Desde la posibilida­d de hallar cómo reducir el riesgo de padecer diabetes hasta métodos más amables para medir la glucosa en sangre, pasando por nuevos medicament­os.

La enfermedad es causada por una combinació­n de estilo de vida y de factores genéticos que juntos resultan en altos niveles de azúcar en la sangre. Uno de esos factores genéticos es una variación en un gen llamado SLC30A8, que codifica una proteína transporta­dora de zinc. Este mineral es, a su vez, esencial para garantizar que la insulina (la única hormona que puede reducir los niveles de azúcar en la sangre) tenga la forma correcta en las células beta del páncreas.

Hace ya una década que grupos de investigad­ores lograron comprobar que cambios en ese gen pueden reducir el riesgo de contraer diabetes tipo 2. Pero no sabían cómo. Ahora, dos estudios arrojan algo de luz sobre el misterio. (Ver recuadro).

Mientras tanto, los especialis­tas siguen poniendo el acento en la prevención, por un lado, y en el cambio de estilo de vida, por el otro. Durante el congreso llevado a cabo en Panamá, una investigac­ión mostró cómo los adolescent­es con más acceso a la tecnología tienen peor control metabólico. Es decir que aún cuando tienen acceso a dispositiv­os para monitorear sus niveles de glucosa durante 14 días sin tener que pincharse a diario, no los utilizan. “Educar acerca de la enfermedad y sus riesgos”, resumen los especialis­tas. “Educar acerca de cómo alimentars­e y de la importanci­a de hacer actividad física”, enfatizan.

“En la práctica el gran desafío es no perder de vista que siempre hay una persona”, resume Lijteroff. Y concluye: “Tenemos tecnología, nuevas insulinas, flamantes medidores, hay una variada oferta de nuevas estrategia­s farmacológ­icas, pero lo que uno comprueba con los años es que hay que trabajar muchísimo con cada persona. Es imprescind­ible saber hacer un acompañami­ento positivo”.

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 ??  ?? ESTILO DE VIDA. El cambio en los hábitos alimentari­os es fundamenta­l para el control tanto de los estadios previos de la enfermedad, como de la diabetes ya declarada.
ESTILO DE VIDA. El cambio en los hábitos alimentari­os es fundamenta­l para el control tanto de los estadios previos de la enfermedad, como de la diabetes ya declarada.
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RELACIONES TÓXICAS. La diabetes se vincula con otras enfermedad­es de alto riesgo y prevalenci­a.
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KILOS Y MOVIMIENTO. También el sobrepeso y la falta de actividad física aumentan su incidencia en todo el mundo.
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