Cayó un muro

Se dice de Argentina que está dividida por una grieta. ¿Se puede superar? Vaya que sí. En Alemania, en los ‘80 una grieta logró derrumbar un muro de 200 km. y su caída fue histórica. Uno de los momentos que se recordará mundialmente como más emocionante, más disruptivo. Esos momentos en los que las “lágrimas de alegría” son acto puro, no poesía. Este muro comenzó a caer cerca de las 19 hs. de un 9 de noviembre de 1989 y continuó cayendo por días, semanas. Cientos de miles se agolparon de un lado y otro, todos para ser bienvenidos. Cuando el regocijo culminó las barreras mentales pervivieron mucho más que las de hormigón. Alemania demostró que la ciudadanía puede enfrentarse a situaciones adversas defendiendo principios democráticos y existenciales, dando fin a una guerra fría y un sistema que impedía a los ciudadanos vivir libremente. Los derechos humanos no caen del cielo y las libertades tampoco: no son de izquierda o derecha. Es momento de aquel esfuerzo de pico y pala, de la re-unión y de aquel largo proceso de heridas por sanar. No hay república ni patria sin un proyecto común, más allá de cualquier bandería política. Ángela Merkel lo recuerda: “todos nos alegramos de que el muro haya desaparecido, pero no debemos olvidar que la libertad y la democracia necesitan ser defendidas”. En la Argentina, debemos orientarnos hacia la abolición de los antagonismos y la superación de la mentalidad de bloques. Si dejamos de preguntar “¿de dónde viene?” y afirmamos adónde queremos ir. Si dejamos de preguntarnos qué nos separa, sino qué nos une; sólo así seremos uno, república, patria.