Bolivia del Centro
Bolivia entró el lunes pasado asado en un vacío de poder. Presionado d por el l ejército, y después de semanas de protestas masivas y denuncias de fraude en los últimos comicios, Evo Morales renunció a la presidencia. Y la crisis política que siguió al golpe de Estado, impactó en toda América Latina. Las grietas quedaron expuestas y las tribunas enfrentadas.
La Organización de Estados Americanos (OEA), que había detectado irregularidades en su revisión de las elecciones del pasado 20 de octubre, eludió referirse al golpe y fue tildada por Morales -refugiado en México- de “neogolpista”. La organización regional lanzó un llamamiento “a la pacificación y al respeto al Estado de Derecho” y pidió “de forma urgente” que se reúna la Asamblea Legislativa boliviana para garantizar un nuevo proceso electoral. Moción que fue secundada por los ejecutivos regionales de tinte conservador, que a coro recordarón que los comicios presidenciales en Bolivia estuvieron marcados por el fraude.
E En la l vereda dd de enfrente, f t la l ll llegada al poder de Jeanine Áñez, la ex presentadora de tv que ahora lidera al país vecino, está plagada de inconstitucionalidades. “Se ha instalado una nueva moda en Latinoamérica: parece que a los presidentes ya no los eligen los pueblos... Ahora, se autoproclaman con gran patrocinio mediático e inmediato reconocimiento de ya sabemos quién. Lo curioso, además, es que dicen hacerlo en nombre de la democracia”, escribió Cristina Fernández desde Cuba. Sólo Donald Trump, Jair Bolsonaro y el autoproclamado Juan Guaidó reconocieron a la nueva mandataria que llegó al balcón presidencial con la Biblia en la mano y el apoyo de la derecha ultraconservadora y el evangelismo. Sin Corea del Centro -ahora sin Bolivia-, la región se asfixia entre las derechas recalcitrantes y las izquierdas sectarias, la grieta abierta en América Latina.