Woody Allen:
A los 84, el director sigue siendo tendencia en el cine, la tele, el jazz, la ópera y el teatro.
a los 84, el director sigue siendo tendencia en el cine, la tele, el jazz, la ópera y el teatro.
Jamás pensé en retirarme. Desde que empecé en el show business mantuve la misma filosofía. No me importa lo que ocurra a mí alrededor, en mi familia o cuestiones políticas. Mi trabajo me absorbe siete días a la semana. No pienso en movimientos políticos o sociales porque no estoy equipado mentalmente para eso, lo mío es la comedia. Moriré mientras filmo, en un set”, declaró en la abarrotada conferencia de prensa que brindó durante el Festival de San Sebastián, con motivo de la presentación del rodaje de “Rifkin’s Festival”, su nueva película, la número 51.
Las denuncias de abuso sexual de su hija adoptiva Dylan Farrow fueron desestimadas por los tribunales; no obstante, lograron socavar su presente laboral. Condenado por Hollywood, se transformó en un paria dentro de su propio país hasta el punto que no logra encontrar editor interesado en arriesgarse a publicar sus memorias. Sin embargo, Allen encontró en Europa un salvavidas para seguir adelante con una carrera cinematográfica que conoció mejores épocas pero que aún tiene mucho para ofrecer.
El complejo tema de lograr diferenciar entre la personalidad del actor, guionista, director y músico, y su vida personal, llegó al punto de que Amazon, productora y distribuidora de “Día de lluvia en Nueva York”, su penúltimo film, no lo distribuyó en Estados Unidos.
EXILIO EUROPEO. La relación Amazon se había iniciado con el rodaje de la fallida miniserie televisiva “Crisis in six scenes”, de seis capítulos de media hora protagonizados por Miley Cyrus, que constituyeron su regreso al medio del que estaba alejado desde sus comienzos.
En la década del cincuenta se desempeñó como libretista de shows de Ed Sullivan, Sid Caesar, Johnny Carson o Bob Hope. El mismo Allen, confesó: “No sé cómo me metí en esto, no tengo ninguna idea y no estoy
seguro de por dónde empezar. Creo que Roy Price (jefe de Amazon Studios) va a arrepentirse”.
Tras la malograda experiencia y a raíz de las acusaciones mencionadas, la batalla legal contra la división audiovisual del emporio fundado por Jeff Bezos, derivaron en la cancelación de un suculento contrato por cuatro proyectos cinematográficos.
El director presentó una demanda en la que reclamaba un resarcimiento de 68 millones de dólares, y las hostilidades se prolongaron durante meses, hasta que ambas partes firmaron un acuerdo confidencial.
Menos radicalizada con el movimiento del #MeToo, Europa acogió desde entonces sus propuestas.
Por ejemplo, Stefano Massenzi, jefe de adquisiciones y asuntos comerciales de la distribuidora italiana Lucky Red, al objetársele la compra del filme en cuestión, reflexionó: “¿Conocemos la vida privada de la mayoría de los artistas? Pueden ser las personas más abominables del mundo. Es tarea del distribuidor sólo considerar si las películas son obras de arte o entretenimiento”.
Ya sea para provocar risa o liberar tensiones, la capacidad de observación de Allen, y la validez de sus trabajos, atravesaron diferentes épocas signadas por la rebeldía sexual, la lucha por los derechos o las libertades individuales. Y sobreviven para interés, incluso de los millennials.
DEBUT Y AUGE. Allan Stewart Konigsberg, nació en el seno de una familia judía, el 1° de diciembre de 1935, en el distrito de Brooklyn, en Nueva York. Escogió el nombre artístico de Woody Allen en homenaje al legendario clarinetista y director de big bands Woody Herman.
Emprendió una dilatada carrera, de más de seis décadas, escribiendo chistes y guiones para la pantalla chica junto a historias breves de humor. Con el paso de los años desarrolló una carrera como comediante, dedicándose en especial al arte del monólogo. El perfeccionamiento del antihéroe al que superan las circunstancias, lo asola la inseguridad, los temores, la ansiedad por el futuro y
por sobre todo una madre de carácter fuerte y posesivo, son una constante que cimentó su éxito a nivel mundial.
Sus primeros trabajos cinematográficos, alternando la ubicación delante o detrás de cámaras, le permitieron abordar personajes tragicómicos y timoratos, aunque lo más destacado de su extensa producción llegaría con la influencia del cine europeo en notables producciones donde demostró un profundo conocimiento del alma humana como
“Stardust Memories” y “Días de radio” (inspiradas en “8 1/2” y “Amarcord”, de Fellini), o “Hannah y sus hermanas” (que sigue la trama de “Fanny y Alexander”, de Bergman).
Algunos de sus grandes éxitos como “Annie Hall” (que estableció un modelo para la comedia romántica actual); “Manhattan” (ganó cuatro premios de la Academia, incluyendo el de Mejor Película); “Crímenes y pecados”; “La rosa púrpura del Cairo” (elegida por la revista Time como uno de los 100 mejores largometrajes de todos los tiempos); y las taquilleras “Match Point” y “Medianoche en Paris” (costó 17 millones de dólares y recaudó 151 millones), han dejado huella en los espectadores.
EN EL TEATRO. Si bien el gran público conoce a Allen por el cine, tampoco el teatro es ajeno a su pluma. En los años sesenta redactó sketchs para diferentes revistas, y en el ’68 debutó en Broadway con “Don’t drink the water”. El triunfo continuó con “Play it again, Sam”, que protagonizó junto a Diane Keaton. Posteriormente escribió obras cortas, de un solo acto, como “God and Death”. A comienzos de los ochenta estrenó “The floating light bulb”, con buena recepción de crítica que no llegó a disimular el fracaso de boletería.
Vendría luego un impasse en el que aparecen algunas adaptaciones teatrales de sus films, sin su participación. Hasta que en 2003 debutó como director de escena con “Writer’s block” en el Off-Broadway. Su afán por el trabajo creativo lo llevó a aceptar dirigir la ópera “Gianni Schicchi”, de Puccini en la Ópera de Los Ángeles.
En años recientes “Bullets over Broadway”, se transformó en un musical coreografiado y dirigido por Susan Stroman con críticas divididas.
En nuestro país, la cartelera marplatense conoció “Humores que matan” (2012) ambientada en su entrañable Manhattan, y con las actuaciones de Soledad Silveyra y Betiana Blum. Revelaba la crisis que se produce en un matrimonio al descubrir una psiquiatra que su esposo mantiene un affaire con una joven de 21 años. En la actualidad, “Si la cosa funciona” (Whatever Works”) se representa en un teatro porteño.