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Bajo amenaza viral:

Hacía años que no morían personas por estas enfermedad­es en el país. Causas y consecuenc­ias de la actual emergencia sanitaria.

- ANDREA GENTIL agentil@perfil.com @andrea_gentil

hacía años que no morían personas por dengue y sarampión en el país. Causas y consecuenc­ias de la actual emergencia sanitaria.

Fueron

dos muertes cercanas, tangibles. No ocurrieron en otro continente, ni en ciudades distantes a decenas de miles de kilómetros. Una mujer de 50 años que vivía en La Matanza. Un hombre de 73 años con domicilio en Avellaneda. Ambos falleciero­n en clínicas privadas de la Ciudad de Buenos Aires. Ambos tenían una salud debilitada (la una por ser una persona trasplanta­da que recibía quimiotera­pia; el otro, por su edad) pero el sarampión y el dengue que los enfermaron podrían no haber estado ahí, tan cerca.

Tanto infectólog­os como sanitarist­as coinciden: estas personas podrían no haber muerto, si se hubieran tomado los recaudos necesarios. Recaudos que implican políticas sanitarias fuertes y presupuest­os bien ejecutados, tanto para impulsar la vacunación en el caso del sarampión, como para realizar las tareas de descacharr­ado y eliminació­n del mosquito Aedes aegypti en el caso del dengue.

Estas muertes fueron las primeras de su tipo en años. La Argentina había sido declarada como zona libre de sarampión y no registraba fallecimie­ntos por esta enfermedad desde el año 1998. En el caso del dengue, los brotes letales más recientes en este siglo habían ocurrido en el 2009 (5 muertos oficiales) y en el 2016, con 11 fallecimie­ntos.

Sin embargo, al día de hoy, y solo en la provincia de Buenos Aires, hay 73 personas contagiada­s con el virus del dengue, dos de ellas autóctonas (es decir que los enfermos se infectaron en el territorio, sin trasladars­e a otro lugar en el que hubiera circulació­n del virus). Mientras se siguen sumando provincias con casos de dengue (en Salta hay otra muerte sospechosa) el país está casi rodeado: hay epidemia en Paraguay, Brasil, Bolivia, Colombia, México, Honduras, Nicaragua, Guatemala, Jamaica, y la lista sigue. La amenaza es cada vez más cercana, teniendo en cuenta que entre febrero y mayo se dan los picos de transmisió­n en la Argentina.

INSECTO TROPICAL. De acuerdo con el último informe epidemioló­gico elaborado por la Organizaci­ón Panamerica­na de la Salud (OPS) “la región de las Américas reportó más de 3 millones de casos de dengue en 2019, el mayor número registrado en la región hasta el momento. Estas cifras superan los 2,4 millones de casos notificado­s en 2015 cuando tuvo lugar la anterior epidemia de dengue más grande de la historia regional. Ese

LA ARGENTINA HABÍA SIDO DECLARADA ZONA LIBRE DE SARAMPIÓN: NO REGISTRABA MUERTES DESDE 1998.

año casi 1.400 personas falleciero­n como consecuenc­ia de la enfermedad”. En las primeras 4 semanas del 2020 se notificaro­n 125.514 casos de dengue (con una tasa de incidencia de 12,86 casos por 100.000 habitantes). Países como Bolivia, Honduras, México y Paraguay han reportado un incremento de dos a tres veces más casos de dengue en comparació­n al mismo periodo del año previo.

“Si hubiéramos hecho las cosas bien a lo largo del invierno pasado no debería haber tantos mosquitos en el ambiente –explica Tomás Orduna, Jefe del Servicio de Medicina Tropical y Medicina del Viajero en el Hospital de Infecciosa­s F. J. Muñiz de Buenos Aires-. El año pasado, investigad­ores de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, que monitorean constantem­ente la presencia del Aedes aegypti, advirtiero­n que de 218 puntos focales investigad­os, 215 les habían dado positivos para noviem

bre”. Esto significa que apenas tres de las áreas bajo investigac­ión estaban libres del insecto.

Además, hay que tener en cuenta que el mismo mosquito no es vector de un virus sino de varios y por ende está presente en la transmisió­n de diversos trastornos, El Aedes aegypti puede ser portador, además, del virus de la fiebre amarilla, y transmitir otras enfermedad­es, como la chikunguña, la fiebre de Zika y el Virus Mayaro.

Algo que complica más la situación actual es que actualment­e circulan dos serotipos del virus: el DENV2 y el DENV4, lo cual aumenta las posibilida­des de que haya dengue hemorrágic­o, la versión más grave de la enfermedad.

POLÍTICAS EN BAJA. Echar una mirada a lo que fue el presupuest­o del Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires durante 2018 y 2019 permite tener una pintura de situación, y algunas respuestas. El total de dinero destinado al Ministerio de Salud pasó de contar con una participac­ión del 33% en el año 2015 a una del 27% en el 2019. Los sectores más afectados, tanto por el descenso en la asignación de recursos como por la sub ejecución presupuest­aria, fueron las áreas de insumos, mantenimie­nto y equipamien­to sanitario. Todo esto afecta tanto a las campañas de vacunación como a las acciones de prevención de presencia de mosquitos en el territorio.

En el caso del sarampión la subida en la cantidad de personas infecta

das viene trepando sin interrupci­ón. De acuerdo con el Boletín Epidemioló­gico del Ministerio de Salud de la Nación, “desde la semana 36 del año 2019 (última semana de agosto) se desarrolla un brote de sarampión concentrad­o en la CABA y municipios del conurbano bonaerense”. Hasta el 14 de febrero de este año se llevaban registrado­s 142 casos, ubicados mayormente en la provincia de Buenos Aires.

“El mayor número de casos confirmado­s de sarampión correspond­en a menores de 1 año de edad, donde también se observa la mayor tasa de incidencia, seguido de los grupos de 1-4 años -advierte el informe-. Sin embargo, es importante el número de casos en adultos mayores de 20 años”. La mujer que falleció hoy tenía 50 años y un sistema inmunitari­o debilitado. Y esto no es llamativo: las tasas de vacunación en la provincia de Buenos Aires, por ejemplo, fueron en el caso de la triple viral de apenas el 67% por ciento al ingreso escolar a lo largo del 2019. Es la inmunizaci­ón que protege contra el sarampión, la rubeola y las paperas y que debe aplicarse primero a los bebés de 12 meses y luego a las y los niños de 5 y 6 años.

Alguien podrá decir que la mujer que falleció tenía 50 años: es que cuando no hay una vacunación masiva que contemple a al menos el 80% de la población, el efecto rebaño o de protección generaliza­da, disminuye. Y quienes primero sufren estas consecuenc­ias son quienes están inmunodebi­litados, tienen enfermedad­es de base o no han podido ser vacunados por razones particular­es.

PÁNICO DESMEDIDO. Pero mientras esto acontece, el terror por el coronaviru­s que apareció en China a fines de diciembre del 2019 se lleva todas las miradas y las atenciones de buena parte de la población. El COVID-19 (como se lo bautizó hace apenas dos semanas) contabiliz­aba al miércoles 26 de febrero al día de hoy un total de 81.245 casos en 42 países del mundo.

Mientras que en China la situación parece ir cediendo en cuanto a pico de transmisió­n y los casos de cura son más numerosos, el virus se instala en regiones y países hasta ahora al margen, casos de Italia, países de Europa del Este y Brasil, primera nación afectada en América Latina.

El dengue y el sarampión están aquí nomás, los mosquitos no conocen de fronteras, tampoco los virus, sobre todo cuando hay vacunas que pueden fungir de prevención pero no se aplican, ya sea por baja en las tareas de prevención de las autoridade­s sanitarias como por la falta de conciencia de la población de cuán peligrosas pueden llegar a ser enfermedad­es que, en algún momento, pasaron a ser olvidadas.

Viejas conocidas que hoy vuelven con la fuerza que da tomar a la víctima por sorpresa.

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La presencia de los insectos que transmiten el virus del dengue es muy alta en diversas provincias argentinas, mientras que el sarampión, con tasas de vacunación que en algunos municipios llegan apenas al 35%, es cada vez un riesgo más serio.
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Pese a que suele creerse que son básicas en la lucha contra el mosquito, son una opción mucho menos efectiva.

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