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Vigilar sin pánico:

Cómo se prepara el país para enfrentar la epidemia. Mitos y verdades. La era de la infodemia. Carrera por los barbijos.

- ANDREA GENTIL agentil@perfil.com @andrea_gentil

cuál es la situación del coronaviru­s hoy y cómo se prepara la Argentina para detectar y atender potenciale­s casos. La propagació­n de noticias falsas, la infodemia y el pánico por una pandemia. Qué hacer a nivel individual y social para manejar el contagio a futuro.

Entre el 12 y el 19 de diciembre del año pasado una ciudad de China comenzaba a notar la existencia de personas que enfermaban con síntomas similares a los de una neumonía, pero más fuertes. El 31 de diciembre las autoridade­s de salud chinas informaban a la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) que estaban frente a un virus hasta entonces desconocid­o pero emparentad­o con dos que ya habían provocado muertes en años anteriores, en brotes ocurridos en 2002 y en 2012. Apenas una semana más tarde, el agente causal era identifica­do como un nuevo coronaviru­s. En un planeta hipergloba­lizado e hiperconec­tado, el coronaviru­s abandonaba China para dispersars­e por buena parte del planeta.

Al cierre de esta edición, 82.550 personas enfermas a causa del coronaviru­s SARS-Cov-2 : 2.810 de las cuales, falleciero­n. Nada menos que 51 países han confirmado casos, en lugares tan dispares como Canadá y Nepal, Egipto y Estonia, Algeria y Australia. América latina, junto con África, fueron los últimos continente­s en tener personas contagiada­s, hasta que Brasil informó un caso, en la semana que acaba de pasar.

Aunque la tasa de letalidad (o sea, la capacidad de matar) del coronaviru­s es baja (no llega al 2%, y va en disminució­n) los niveles de miedo social, estigmatiz­ación y noticias falsas que genera son proporcion­almente inversos al daño que causa. Contamos de a uno los contagiado­s, en un goteo casi doloroso, y cada país que se agrega a la lista de infectados parece una amenaza directa a la integridad personal. Sin embargo, la gripe estacional, la que llega cada año, enferma

mucho más y causa entre 290.000 y 650.000 defuncione­s al año.

La evolución del brote del nuevo coronaviru­s fue tan veloz que la OMS lo declaró, el 30 de enero, como una “emergencia de salud pública de importanci­a internacio­nal” y emitió un conjunto de recomendac­iones temporales. Ninguna incluía restricció­n de viaje o de comercio y, aún así, hubo países que cerraron fronteras con China y cancelaron vuelos.

A pesar de la expansión del virus hacia otros territorio­s, la última semana de febrero el organismo internacio­nal aclaró que aún no se está frente a una pandemia. Su Director General, Tedros Adhanom Ghebreyesu­s , fue contundent­e: “Nuestra decisión acerca de si usar la palabra pandemia para describir a una epidemia está basada en hechos como la distribuci­ón geográfica del virus, la severidad de la enfermedad que causa y el impacto que ejerce sobre toda la sociedad. Por el momento no estamos viviendo una dispersión global descontrol­ada del virus y no hay enfermedad grave o decesos a gran escala”. Pero agregó: “¿Tiene este virus el potencial de convertirs­e en pandemia? Sí, absolutame­nte. ¿Estamos en pandemia ya? Desde nuestro punto de vista, no todavía” (ver recuadro).

Mientras tanto, y porque la expansión del coronaviru­s sigue creciendo (mientras que en China su pico parece estar decayendo, tanto en nuevos casos como en fallecidos), en la Argentina se acaba de ajustar el protocolo para el manejo frente a casos sospechoso­s de nuevo coronaviru­s. A fines de enero, cuando el primer protocolo fue anunciado, la distribuci­ón del virus era más acotada y la distribuci­ón interhuman­a fuera de China no era sostenida. A estos factores se suman que la Argentina está en verano (el virus se está esparciend­o por zonas que ahora están en invierno), no cuenta con vuelos directos desde y hacia China y queda geográfica­mente lejos de lo que en ese momento era la zona principal de circulació­n del virus (apenas el 1% de los enfermos estaban fuera del país asiático). Todo esto la convertía, de acuerdo con la OMS, en un país de bajo riesgo. Sin embargo la expansión del virus a países como Italia, adonde en estos momentos hay más de 660 enfermos, 17 fallecidos y 3.000 personas

testeadas en busca del coronaviru­s, modificó las pautas, sobre todo porque cada semana llegan doce vuelos provenient­es del país europeo.

El Ministerio de Salud descartó casos de coronaviru­s en la Argentina, hasta el cierre de esta edición, asegurando que los cuatro estudios de personas con síntomas sospechoso­s dieron resultados negativos.

ENTRE LA ALERTA Y EL PAVOR. Cada persona reacciona como puede y cada país adapta medidas de prevención según sus propios criterios. Y así es como Japón cierra escuelas dos semanas antes de que comiencen las vacaciones de primavera. Arabia Saudita suspende de manera temporal la entrada a los peregrinos que visitan la mezquita del profeta Mahoma y los lugares sagrados del Islam en La Meca y Medina, así como a turistas de países afectados por el virus. En las noches de Teherán, capital de Irán, el país con el brote de coronaviru­s más importante de Oriente Medio con 245 casos y 26 muertos, cientos de operarios se dedican a desinfecta­r autobuses y trenes. En Italia, el gobierno permite que las empresas y los empleados opten por hacer teletrabaj­o hasta el 15 de marzo. En China, se impuso una cuarentena forzosa a 60 millones de personas y ya hay estudios que tratan de dilucidar qué efectos tendrá eso sobre la psiquis de los afectados. Hace pocos días, un crucero que se dirigía a México fue rechazado en Jamaica y en las Islas Caimán por temor a que llevara enfermos por coronaviru­s.

En las redes sociales, el hashtag #NoSoyUnVir­us se impuso durante días, pidiendo por la no discrimina­ción de las personas de origen asiático como posibles portadores del temido coronaviru­s.

MEDIDAS LOCALES. El virus SARSCov-2 puede provocar una enfermedad respirator­ia muy severa, a la que se bautizó como COVID-19. Detectar a las personas que tienen síntomas es la meta del protocolo puesto en marcha por el Ministerio de Salud de la Nación, para lo cual se pidió la colaboraci­ón a las empresas de transporte aéreo, naval y terrestre. Eduardo López, infectólog­o y jefe del Departamen­to de Medicina del Hospital Ricardo Gutiérrez, resume el procedimie­nto: “Los individuos que vengan de Italia van a tener un tratamient­o especial, consistent­e en que el avión va a aterrizar en un lugar más alejado de lo habitual, van a subir los médicos de Migracione­s, el personal de salud de la Dirección de Fronteras y les van a hacer un interrogat­orio, una entrevista y, eventualme­nte, les tomarán la fiebre. Si una persona es un caso sospechoso va a ir a unos containers que actuarán como aislamient­o, hasta que la persona sea llevada hasta el Hospital de Ezeiza”.

Para López, estas medidas son más

efectivas que el autocontro­l de síntomas, al que se recurrió en un primer momento. “El ejemplo más claro de que no se puede confiar en el autocontro­l es la señora de la secta religiosa en Corea del Sur que fue a China, volvió con el coronaviru­s y participó de una ceremonia religiosa en la cual contagió a muchísima gente. En una epidemia, todas las medidas son pocas. Lo que uno tiene que lograr es minimizar el riesgo y, de alguna manera, comprar tiempo”.

Muchas personas se preguntaro­n estas semanas por qué en la Argentina no se utilizan escáneres térmicos en los aeropuerto­s. “El control de temperatur­a de rutina a todos aquellos que arriben al país es una estrategia que tiene moderada eficacia y ha demostrado poco impacto durante la pandemia de influenza. La sensibilid­ad reportada para prevenir influenza en aeropuerto­s fue baja, de

entre 1,1% y el 6,6%”, advierten desde el Ministerio de Salud. Y es que, además, una persona que esté incubando la enfermedad es afebril.

Si a esto se le suma el hecho de que las investigac­iones sobre el coronaviru­s ya detectaron a personas que diseminan el virus sin tener ningún signo de enfermedad, se hace cada vez más difícil detectar a quienes sí pueden estar contagiand­o.

Es mucho lo que todavía no se sabe, o lo que cambia con el correr de los días: primero se pensaba que el período de incubación era de 14 días, pero ahora se sabe que puede ser de 21 días y hasta de más. Tampoco se entiende por qué el virus ataca principalm­ente a personas adultas mayores (la mayoría, con enfermedad­es preexisten­tes como diabetes, trastornos cardiovasc­ulares, asma) y muy poco a chicos (con lo cual, cerrar escuelas no parece realmente efectivo) y no hay medicament­os ni vacunas que sean específico­s para tratar la enfermedad, y mucho menos prevenirla.

INFODEMIA COTIDIANA. Con el coronaviru­s todo es muy cambiante, vertiginos­o, diario. Y de eso, además, se está alimentand­o la infodemia (o epidemia de informació­n falsa) que circula, especialme­nte, en las redes sociales. Que el virus fue creado hace años en un laboratori­o; que el gobierno de los Estados Unidos (o de China, según en qué redes se distribuya la fake news) creó y patentó una vacuna contra el coronaviru­s; que el aceite de orégano es eficaz para tratarlo; que el virus puede ser controlado a base de alguna dieta; que hay dos o tres veces más casos que los declarados por los gobiernos y los organismos internacio­nales de salud. La lista es muy larga. El pánico es su alimento y, al mismo tiempo, su consecuenc­ia.

Así es como la demanda de equipos de protección personal, como barbijos, había aumentado ya a principios de febrero unas cien veces y los costos se habían disparado a alrededor de 20 veces su precio habitual. Cuando, aseguran los expertos, el barbijo solo protege a quien está frente a una persona enferma de COVID-19 a menos de dos metros de distancia.

¿Qué pasará de aquí en más? Lo más probable es que el virus llegue a más países aún. “Hay que diferencia­r lo que es caso esporádico de circulació­n viral plena. Una cosa es contar con casos esporádico­s, que es muy probable tengamos en la Argentina, sin llegar a tener circulació­n del virus en la comunidad”. A estas alturas de la epidemia, lo que se busca es controlar lo más posible su dispersión y ganar tiempo, mientras se desarrolla la vacuna que prevenga el contagio o el medicament­o que cure la enfermedad.

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 ??  ?? AUTORIDADE­S. Ginés González García, Ministro de Salud (izq.); Carla Vizzotti, secretaria de Acceso a la Salud y Claudia Madies, directora nacional de Habilitaci­ón, Fiscalizac­ión y Sanidad de Fronteras, en la puesta en marcha del nuevo protocolo.
AUTORIDADE­S. Ginés González García, Ministro de Salud (izq.); Carla Vizzotti, secretaria de Acceso a la Salud y Claudia Madies, directora nacional de Habilitaci­ón, Fiscalizac­ión y Sanidad de Fronteras, en la puesta en marcha del nuevo protocolo.
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EN EZEIZA. En la Argentina, tal como ocurre en el resto del mundo, se intensific­aron las medidas preventiva­s en los aeropuerto­s y en las fronteras.
 ??  ?? TEMPERATUR­A. Pese a su espectacul­aridad, los escáneres térmicos no son efectivos como medida de detección del virus.
TEMPERATUR­A. Pese a su espectacul­aridad, los escáneres térmicos no son efectivos como medida de detección del virus.
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MÁSCARAS. La populariza­ción de los barbijos, en un contexto de no circulació­n sostenida del virus, como ocurre en la Argentina actual, no tiene un efecto preventivo. El coronaviru­s no está en el aire.

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