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Mauricio Macri: retiro estratégic­o en Los Abrojos y vida relajada. El viaje a Europa que tuvo que cancelar. Guías por Zoom y futuro incierto. Las dudas de Larreta.

Está desapareci­do de la escena pública y hasta en su espacio quieren jubilarlo. Bridge online y tensión con Rodríguez Larreta.

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Es

la primera vez para Mauricio Macri en más de una década que no todas las luces y las cámaras se posan sobre él, que el celular no le suena a todas horas, y que no tiene que resolver conflictos de vida o muerte cada día. A esa realidad light, algo que aceleró la pandemia que corrió del escenario a todos los que no ocupan un puesto ejecutivo, el ex presidente la vive como una especie de vacaciones. Está con gran parte de su familia en la coqueta quinta de Los Abrojos, volvió a aparecer en los grupos de WhatsApp de amigos en los que hasta hace poco era sólo una sombra, se pasa horas leyendo o jugando al bridge online, hace ejercicio casi todos los días, e incluso tuvo tiempo de planear un viaje a Estados Unidos y Europa con sus amigos que el coronaviru­s suspendió. Aunque jamás lo admitiría en público, un costado suyo está feliz de no haber ganado las elecciones y de poder dedicarle, por primera vez en muchísimo tiempo, largos ratos al ocio y a los suyos.

Pero esa es sólo una parte. Hay otro Macri, quizás más ligado a la sangre romana que corre por sus venas, que sigue “con preocupaci­ón” la realidad nacional y las internas del espacio al que una vez lideró sin cuestionam­ientos, que lee las encuestas sobre su imagen y que las compara con la que tenía CFK al semestre de dejar el poder, que habla por Zoom con su núcleo duro y que está atento a los vaivenes judiciales que se ciernen sobre él y su familia. En esta orilla sigue viviendo el animal político que lo llevó a pasar de ser el hijo extravagan­te de un empresario polémico a Presidente de la Nación, y que ahora podría volver para pedir la revancha en 2021. Pero el desenlace de ese rompecabez­as personal es de resultado incierto y, mientras hoy disfruta su repliegue -intención que alientan varios políticos que lo prefieren jubilado-, la pregunta flota sobre él, sobre los otros líderes de Juntos por el Cambio e incluso en el Gobierno, que lo sueña como adversario: ¿qué Macri se terminará imponiendo?

Como sea, el ex presidente que se ve hoy es un dirigente invisibiza­do, prácticame­nte retirado, al que muchos de sus propios partidario­s buscan jubilar para que aparezca un nuevo liderazgo dentro del espacio.

Y él lo sabe y lo sufre.

LA REVOLUCIóN DE LA ALEGRíA. Un abrazo de siete segundos, paso atrás, aplausos, una firma, más aplausos, un saludo al aire, una pesada cortina roja que se corre y abucheos y silbidos que llegan desde los cuatro costados del Congreso: son las 12 del mediodía del 10 de diciembre de 2019 y Macri se acaba de convertir en ex presidente.

Transcurri­eron seis meses y diez días de aquel momento y, como dijo él mismo durante las “tormentas” económicas de 2018, pasaron cosas desde que entregó la banda presidenci­al y el bastón. Hoy, aislado en cuarentena en la quinta que heredó de su padre, parece a simple vista un político retirado. Pasa el tiempo junto con Juliana Awada, con su hija cineasta Agustina -que a fines de marzo estrenó un documental sobre Juan Manuel Fangio en Netflix que hizo junto a su hermano, Francisco-, con la menor, Antonia, y con la mayor de su esposa, Valentina, que cumplió 17 años en febrero. “Acá estoy, intentando hacer ejercicio, pero los chicos se me cuelgan de la cabeza”, le dijo entre risas a un amigo que lo llamó en estos días de confinamie­nto. Macri, que cumplió 61 años el 8 de febrero, casi cuando completaba dos meses de su séptima -y por ahora última- operación de la rodilla, está enfocado en el entrenamie­nto físico, y hace bicicleta fija, entre otras actividade­s. “Hace mucho que no paraba con el vértigo, ahora es tiempo de que el cuerpo se recupere”, es otra frase cabecera del ex presidente. Su esposa alimenta ese costado despreocup­ado: en plena pandemia, mientras se empiezan a acumular los casos de contagios de coronaviru­s y los muertos en el país, se la pasa subiendo imágenes a sus redes de su huerta o de compras en supermerca­dos (ver recuadro).

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PASADO. Macri ya no sufre el estrés de la gestión. Por primera vez en doce años, no tiene un cargo y disfruta el tiempo. Pero lee encuestas y duda sobre si tiene sobrevida política.

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