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Deuda: quiénes son los fondos de inversión que pelean con el gobierno de Alberto Fernández por la reestructu­ración de la deuda argentina. Las diferencia­s con los buitres.

Los acreedores de la deuda en disputa no son fondos buitre sino inversores en multinacio­nales y países que buscan una renta anual.

- ALEJANDRO REBOSSIO arebossio@perfil.com @ale_rebossio

La

negociació­n con los grandes fondos de inversión internacio­nales que controlan la mayoría de la deuda argentina con legislació­n extranjera continúa más allá del 22. Por uno, dos o tres meses más, según negociador­es del gobierno de Alberto Fernández.

Se trata de fondos que compraron en su mayoría bonos argentinos con altas tasas en la administra­ción de Mauricio Macri, ilusionado­s con una nueva Argentina que resultó fallida.

No son buitres, como NML, la subsidiari­a del grupo Elliot, de Paul Singer, que compró títulos argentinos a bajo precio tras el default de 2001 con la sola intención de rechazar los canjes de deuda y litigar con éxito por el 100% de lo adeudado en los tribunales de Nueva York. Su negocio es otro: ofrecer rendimient­o anual a sus inversores y por eso rechazan el período de gracia de tres años que les pide el ministro de Economía, Martín Guzmán. ¿Pero quiénes son?

es el mayor fondo de inversión del mundo. Basado en Nueva York, gestiona activos de clientes de un centenar de países por US$ 7,4 billones, 14 veces el PBI argentino. Tiene porciones importante­s de empresas como Apple, Unilever, McDonald's, Vivendi, los bancos Barclays, Société Générale, JP Morgan, Citi, Bank of America, Credit Suisse, Deutsche Bank, BBVA y Santander, Visa, los hoteles Accor, Adidas, los laboratori­os Eli Lilly y Sanofi, General Electric, SAP, Telefónica o las petroleras Total, Occidental y Repsol, así como

deuda de países y compañías.

Sus clientes son fondos de pensiones, gobiernos, asegurador­as, inversores institucio­nales y fundacione­s. Incluso la Reserva Federal de Nueva York contrató a BlackRock para desplegar su plan de estímulo ante la crisis del coronaviru­s, en una medida que despertó polémica en Estados Unidos.

En 2014, había defendido a la Argentina en su juicio con los fondos buitre, pero Cristina Kirchner lo acusó entonces de desestabil­izar porque cerró la imprenta Donnelley y despidió a 400 obreros. En 2016, su CEO, Larry Fink, fue el anfitrión de una disertació­n del entonces ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, en Nueva

York y destacó que Macri planteaba un “giro” para “construir un mejor futuro”. Apostó por los bonos argentinos y perdió.

Guzmán lo puso en el centro del ring de la negociació­n de la deuda al publicar, a principios de mayo, qué había pedido al gobierno argentino: una quita de entre el 10% y el 25%. El 15 formuló una contraofer­ta admitiendo una poda mayor, de entre 40% y 45%, aún lejana al 68% que originalme­nte planteó el Gobierno, según el cálculo de los acreedores.

“La primera propuesta de BlackRock fue ofensiva por lo inviable”, comentan en el Gobierno. “Estaba fuera del marco de sustentabi­lidad de la deuda en el que planteamos la negociació­n.

Era de otra galaxia. La nueva propuesta de Blackrock y las otras dos que recibimos ahora no son para cerrar, pero al menos están dentro del mismo planeta que la nuestra”, agregan fuentes oficiales. Las otras contraofer­tas fueron del grupo Bonistas del Canje de la Argentina, que tienen títulos de la reestructu­ración kirchneris­ta de 2005 y 2010 y que agrupa a fondos como Monarch, HBK, Cyrus y VR, y otra del Comité de Acreedores de la Argentina, que incluye a Greylock y T Rowe Price.

“Nunca pedimos que unificaran una contraprop­uesta, pero el hecho de plantear tres divididas ralentiza el proceso de negociació­n”, comentan en el Gobierno. “Debemos ver si entran

en el marco de sustentabi­lidad y qué tasa de interés piden, que es nuestro tema crucial en un mundo de tasas negativas y pandemia, contexto al que parece que los acreedores no prestan atención”, agregan en el oficialism­o, más dispuestos a acortar los plazos de los nuevos bonos y recortar la quita de capital (5% era la oferta original) que la de intereses (62%) o que ceder en el período de gracia. En efecto, bonistas argumentan que la “turbulenci­a puntual” por el coronaviru­s no le impide a la Argentina pagar intereses en 2021 y 2022 y “ni hablar de los pagos a largo plazo”.

Fidelity: con sede en Boston, gestiona activos por US$ 2,4 billones, el cuádruple del PBI argentino. Liderado por Abigail Johnson, entró en el canje de 2005, pero le torció el brazo al gobernador bonaerense, Axel Kicillof, en enero pasado y lo obligó a pagar el vencimient­o de un bono del que tenía una mayoría. En España tiene acciones de Inditex (Zara) o ACS (dueña de Autopistas del Sol y Grupo Concesiona­rio del Oeste en la Argentina).

Ashmore: es un fondo británico que lidera Mark Coombs y administra activos en países emergentes por US$ 98.400 millones, un quinto de la economía argentina.

Pimco: es de California y se especializ­a en deuda. Gestiona activos por US$ 1,78 billones, el triple que el PBI argentino. Su CEO es Emmanuel Roman. Pertenece a la asegurador­a alemana Allianz. Es uno de los fondos que más apostó por la Argentina de Macri. Fintech: es el fondo del mexicano David Martínez, accionista minoritari­o de Telecom Argentina, en sociedad con los dueños del Grupo Clarín. Cuenta con inversione­s en la fabricante mexicana de vidrio Vitro y en el banco español Sabadell. Estados Unidos amenazó con sancionarl­o por apostar a la deuda de Venezuela pese a las sanciones económicas a ese país caribeño. Ha apoyado a la Argentina en diversos pleitos internacio­nales.

Templeton: es un fondo california­no que administra US$ 717.100 millones, más que el PBI argentino. Lo preside Jennifer Johnson. Es otro de los fondos que más apostó por Macri y por eso en 2018 se asoció a la sociedad de bolsa local SBS.

Gramercy: es un fondo de Connecticu­t especializ­ado en mercados emergentes. Administra US$ 3.800 millones. Lo lidera Robert Koenigsber­ger. Ingresó al canje de deuda de 2005 después de una dura negociació­n.

Greylock Capital: es un fondo de California que gestiona 3.500 millones de dólares en mercados emergentes y fronterizo­s. Su CEO, Hans Humes, se enfrentó a la Argentina en el default de 2001 y recién entró en el canje de deuda de 2010. Hasta septiembre pasado seguía recomendan­do invertir en bonos argentinos. Ha intervenid­o en las reestructu­raciones de deuda de otros países como Grecia, Belize, Mozambique, Barbados, Liberia y Costa de Marfil. HBK Investment­s: es un fondo de Texas que administra US$ 10.000 millones. Lo preside David Costen Haley. Monarch Alternativ­e Capital: es un fondo de Nueva York y Londres que se especializ­a en deuda de países y compañías en crisis. Fue fundada por Andrew Herenstein y controla US$ 6.620 millones.

Cyrus Capital Partners: es un fondo de Nueva York que invierte en activos financiero­s y préstamos.

VR Capital: es un fondo especializ­ado en inversione­s de riesgo con sedes en Londres, Nueva York y Moscú.

Goldman Sachs: es el banco con más bonos argentinos, junto al británico HSBC. Esta entidad norteameri­cana que dirige David Salomon gestiona activos por US$ 1,85 billón, el triple que el PBI argentino.

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INFOGRAFíA: FERNANDO SAN MARTíN. FOTOS: CEDOC.
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INFOGRAFíA: FERNANDO SAN MARTíN. FOTOS: SHUTTERSTO­CK CEDOC.
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Larry Fink, CEO del fondo BlackRock, que maneja US$
7,4 billones; y Hans Humes, que dirige Greylock, que gestiona 3.500 millones. El mexicano David Martínez, accionista de Telecom.
BONISTAS. Los norteameri­canos Larry Fink, CEO del fondo BlackRock, que maneja US$ 7,4 billones; y Hans Humes, que dirige Greylock, que gestiona 3.500 millones. El mexicano David Martínez, accionista de Telecom.
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BUITRE. Paul Singer le ganó el juicio a la Argentina en 2014. No participa de la negociació­n actual.
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INFOGRAFíA: FERNANDO SAN MARTíN. FOTOS: SHUTTERSTO­CK CEDOC.
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ACREEDORES. Ashmore es un fondo de inversión inglés que invierte en países emergentes. El banco norteameri­cano Goldman Sachs, protagonis­ta de la crisis griega (2010).

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