Atención Conurbano:
NOTICIAS recorrió una villa de La Matanza. Falta de agua y testeos. Los mayores temores.
pandemia, en las villas en bonae- plena renses denuncian ausencia del Estado. Campañas de prevención inexistentes, mezquindades de los intendentes y falta de condiciones de higiene. NOTICIAS recorrió villa Santa Clara, en La Matanza, y registró las escenas de quienes viven el coronavirus
a la buena de Dios.
Lo
único que remite a la existencia de una pandemia es que algunas personas usan tapabocas. En la villa Santa Clara de Isidro Casanova, en La Matanza, no caminan promotores de salud ni se ven, como en otros lugares, carteles oficiales que difundan medidas de prevención o higiene. En la entrada a uno de los pasillos, colgado en un poste de luz, hay un papel escrito a mano en el que se dan algunas indicaciones para tramitar una asistencia económica del Estado. El martes 19 de mayo a las 12 del mediodía, ninguna casa tiene agua y el comedor que funciona en el pulmón de la manzana se abasteció de la única canilla con presión que hay afuera, al lado de una tapa de cloacas improvisada. “Se corta todos los días a la misma hora”, cuenta Lilian Rojas, referente social del Polo Obrero que acompañó a NOTICIAS en la recorrida.
Lilian es la encargada de uno de los 37 comedores que tiene la organización en La Matanza. A media mañana, recibió en su cocina a compañeras de otras manzanas para que pudieran llevar algo de mercadería para sus propios espacios. Desde que comenzó el aislamiento social, preventivo y obligatorio, la mayoría de las personas del barrio se quedó sin posibilidad de trabajar y se triplicó la demanda de comida. “No solo eso. El ministro Daniel Arroyo nos viene dando vueltas hace por lo menos 50
Ydías con que va a traer alimentos. Ayer apenas llegó un poco de polenta. Desde Provincia no llegó nada y con el Municipio pasa lo mismo”, cuenta Lilian.
La estrategia que encontraron para sobrevivir fue reducir a la mitad las raciones de comida, pasar de preparar almuerzos todos los días a hacerlo dos veces por semana y compensar con meriendas. En esta zona de La Matanza, donde viven 300 familias, la desesperación es económica y también sanitaria. La muerte de Ramona Medina, la referente de la Villa 31 en Capital Federal que falleció de coronavirus (ver recua
dro) se convirtió en un caso testigo: “Ella dejó un mensaje muy positivo porque se animó a denunciar lo que nos pasa a todos. Acá, hasta que no haya un muerto, no viene nadie”, se lamentó la mujer.
UNA MUESTRA. Lo que sucede en Santa Clara es apenas un ejemplo de cómo se sobrevive en la pandemia en los barrios pobres del Conurbano. Si bien el problema del agua -fundamental en este contexto- no se repite de la misma forma en todos los barrios, el resto de los reclamos de las organizaciones sociales comparte puntos en común: se multiplica la demanda en los comedores al mismo tiempo que, desde Nación y Provincia, los tiempos de entrega de alimentos no se cumplen; las campañas de prevención del Covid-19 son prácticamente inexistentes en las zonas más vulnerables, así como los protocolos; y el trabajo entre los municipios y los referentes sociales que están en los territorios se obstaculiza por mezquindades políticas.
“Por ahora, la situación no está estallada y todavía no aparecieron tantos casos. Pero, por como viene la mano, es sólo cuestión de tiempo”, reconoce Ramón Buccino, referente del Movimiento Popular La Dignidad en Tres de Febrero. “Acá tampoco se vio ningún dispositvo de salud recorriendo las villas. Recién ahora el intendente sacó un auto con altoparlantes que es una payasada. La municipalidad no convocó ni al comité de crisis que armaron las organizaciones, nos cortaron el teléfono. Tienen que entender que esto no es una disputa y que tenemos que trabajar en conjunto porque la situación viene fea”, sentencia. Con respecto al reparto de alimentos, su descripción coincide con la de Lilian: “Está muy lenta la llegada de Nación. Eso está muy flojo y nosotros tenemos que animarnos a decirlo también”, agregó.
Una lectura similar hace Silvia Saravia, coordinadora nacional del Movimiento Barrios de Pie y con trabajo en el municipio de San Martín: “Lo de la Villa 31 fue un caso testigo. La diferencia en el Conurbano es que la edificación es distinta. Pero la gran dificultad es que se llegue con anticipación a la situación. Es difícil trabajar en conjunto con los municipios, hay mucha desconfianza.
Esa falta de coordinación tiene consecuencias muy claras: hace pocas semanas, la bebé de una compañera de Saravia en el barrio El Libertador fue diagnosticada con coronavirus. Cuando se enteraron, los referentes improvisaron una serie de medidas para proteger a todo el grupo familiar y al barrio. La pequeña tuvo una carga viral baja y nadie se contagió.