Con el pie en el acelerador
En un concurso se presentaron 900 propuestas de todo el país. Vacunas y kits.
Todo
pasa tan velozmente en la Argentina. El vértigo en la sucesión de hechos importantes y no, entierra temas hora tras hora. Y algo así sucede con las opiniones. Sobre todo con las referidas al sistema científico tecnológico. Si durante los últimos años y hasta casi ayer nomás se tildaba a los científicos e investigadores de “ñoquis” y desde sectores no muy claros se acusaba al sistema de “no servir”, ahora ellos, los mismos, forman parte de un sector creativo y laboral que no para de trabajar. Ni en medio de cuarentenas, totales o administradas.
Cobraron sueldos por debajo de la línea de pobreza y ahora tienen un poco más de aire (aunque asomando la nariz afuera del agua, apenas) y son las y los mismos que desde sus laboratorios, universidades y pequeñas empresas se presentaron a concursos originados por el Ministerio de Ciencia y la Agencia de Promoción de la Investigación, el Desarrollo y la Innovación (Agencia I+D+i), en el marco de la Unidad Coronavirus creada el 18 de marzo. Y se presentaron con una energía avasallante: 900 proyectos.
De hechos, 64 fueron seleccionados para lograr financiamiento.
El enorme grueso de las propuestas no nacen de cero, sino que son producto de años de trabajo previo que, ahora, fueron readaptados por los investigadores para concentrarse en el coronavirus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad Covid-19. Esto, por un lado, es prueba de que no hay ciencia básica bien hecha y con buenos resultados que no sirva (una dicotomía y una discu discusión casi estériles, s, a estas alturas del l siglo), y de que las empresas creadas a partir del trabajo mancomunado del Conicet, las universidades, los polos tecnológicos, las provincias y los municipios tie- ie
nen mucha tela para cortar.
Desde el Ministerio de Salud de la Nación, el subsecretario de Estrategias Sanitarias, Alejandro Costa, es taxativo: “La pandemia que afecta a la salud le está generando a la ciencia y tecnología una prueba de esfuerzo, algo así como una ergonometría. La Argentina, por el desarrollo de su ciencia y tecnología tanto pública como privada, está demostrando que tiene músculo, además de un gran cerebro, y con ambos ha podido dar respuesta”.
“Los resultados demuestran que es posible convocar a una comunidad científica muy amplia y ayudarla a que ponga un foco. Lo que se precisa para eso es que le brindemos un objetivo definido”, le dice a NOTICIAS Roberto Salvarezza, ministro de Salud. “Desde el punto de vista diagnóstico, la Argentina ha sido fuerte y con su ciencia y tecnología pública y privada nos ha permitido tener una mayor cantidad de tests de producción nacional -describe Costa, en referencia a los dos tests que han sido aprobados hasta ahora por la Administración Nacional de Medicamentos (ANMAT) -. Y además, a la hora de salir a generar los cuidados en la primera etapa de la pandemia, lo primero que miramos fue cómo conseguir respiradores, elementos de protección personal, guantes, camisolines, barbijos. Compramos los que pudimos, pero ha sido la industria nacional la que ha permitido dar respuesta a la necesidad de respiradores y de elementos de protección personal”. Inédito respecto a otros países de América latina, la Argentina tiene tres fábricas de respiradores, alguna vez start ups que recibieron subsidios desde Ciencia y Técnica, años antes. Desde Córdoba, duplicaron la producción.
LOS NÚMEROS. Pero volvamos a la “financiación”, tema ultra sensible si los ha habido a lo largo de los últimos años. En el año 2012, el porcentaje del PBI destinado a Ciencia y Tecnología en la Argentina fue (según datos del
Banco Mundial) del 0,635%; bajó y volvió a subir en el 2015 al 0,623%. En el 2016 bajó y así como también lo hizo en el 2017, hasta el 0,542%, el más reducido desde el año 2008. No hay datos de los dos años y medio finales, pero si tomamos una evolución realizada por Chequeado a partir del Presupuesto Nacional, las asignaciones al área cayeron en el 2018 (apenas el 0,26%, venía del 0,35% del 2015) y lo siguieron haciendo en el 2019 hasta un 0,25%.
En lo que va del 2020, aumentó el cupo de la convocatoria a ingresos al Conicet que habían sido esquilados. También se incrementó en un 25 por ciento los subsidios de los proyectos de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica. Fueron engrosados los estipendios que reciben becarios y los salarios de investigadores. Todo sigue siendo poco en el contexto actual, y el mítico 1,5% del PBI alguna vez soñado sigue en un horizonte más lejano que cercano.
“Desde el Ministerio no hemos dejado de financiar lo que veníamos financiando”, advierte Salvarezza. ¿Y de dónde sale el dinero para invertir en los proyectos ganadores de la convocatoria? ¿Acaso se recortó en otros espacios? De acuerdo con el ministro, “usamos partidas no utilizadas antes. Le pedimos al Banco Interamericano de Desarrollo, BID, fondos por 400 millones de pesos para un mes y medio. Reorientamos esos fondos que estaban sin ser utilizados. Activamos también un fondo que integran los países del MERCOSUR”.
DIAGNÓSTICO Y PREVENCIÓN. La Convocatoria extraordinaria que impulsó la Agenica I+D+i estuvo diseñada para fortalecer la respuesta de la Argentina en cuanto a diagnóstico, control, prevención, tratamiento y monitoreo del COVID-19. Uno de los proyectos seleccionados, entre otras 900 propuestas presentadas a lo largo y ancho de todo el país, fue presentada por un equipo integrado por científicos de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional del Litoral (FBCB - UNL), el Conicet y las empresas Cellargen Biotech y Biotecnofe, con financiamiento del Ministerio de Ciencia, trabajan en el desarrollo de proteínas recombinantes para emplear en vacunas contra la Covid-19. Ese es uno de los objetivos. El otro es desarrollar kits de diagnóstico, control y monitoreo de la enfermedad.
“Nos proponemos desarrollar un candidato vacunal a base de viruslike particles (partículas similares a virus) con proteínas recombinantes de SARS-CoV-2 y ensayar en animales de experimentación la respuesta in
munológica generada. Antes del año sabremos si los candidatos vacunales propuestos inducen la producción de anticuerpos neutralizantes. Para luego sí, iniciar una nueva etapa que comprende los ensayos en humanos”, explicó a la publicación de la UNL, Claudio Prieto, cabeza del equipo de trabajo.
Las partículas sobre las que actúan los científicos imitan la conformación del virus y permiten vacunar con fórmulas bioseguras, basadas en cultivos de células recombinantes. Esta tecnología implica que en los procedimientos para su producción no se emplean virus. Lo que se hace, a partir de ingeniería genética, es modificar el genoma de las células productoras de la vacuna, para que solo expresen un gen que codifica una proteína clave del virus. Al ser inoculada, la fórmula debe ser capaz de generar anticuerpos en animales o en humanos.
CUIDADOS. Un estudio publicado hace apenas días es, por ahora, el más grande realizado sobre cómo se transmite el coronavirus SARS-CoV-2 en instituciones hospitalarias. Se hizo sobre el caso de un hospital de Durban, Sudáfrica, y muestra cómo a partir de una sola persona que llegó infectada (había viajado a Europa), ocho semanas más tarde, 39 pacientes y 80 integrantes del personal hospitalario se había contagiado. De los pacientes, 15 murieron. Lo que los investigadores concluyeron es que el virus fue propagado, especialmente, a través del movimiento del personal y sobre las superficies del equipamiento médico. En las instituciones hospitalarias un gran desafío es desinfectar las superficies, ya que el virus que provocó una pandemia se expande muy rápido, con alta capacidad de transmisión.
Dentro de los 64 proyectos, hay un "desarrollo de geles, films y recubrimientos poliméricos para la elaboración de materiales de protección y de inactivación del coronavirus de distintas superficies”. El objetivo (desde el Instituto de Química del Sur, que depende del Conicet y del departamento de Química de la Universidad Nacional del Sur, en Bahía Blanca) es sintetizar un producto, a partir de una de base polimérica, que permita prevenir la infección de las superficies con el SARS-CoV-2, además de ser eliminado con mayor facilidad. El material fungirá como antiviral y desinfectante, y puede ser incluido en diferentes tipos de telas y superficies. Desde ropa de protección sanitaria (mascarillas, guantes, ambos), hasta sábanas, y también podría permitir cubrir superficies de acceso masivo.
Estrategia, objetivos, motivación. Es todo lo que precisan los científicos argentinos cuando más se los necesita.