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Con el pie en el acelerador

En un concurso se presentaro­n 900 propuestas de todo el país. Vacunas y kits.

- ANDREA GENTIL agentil@perfil.com @andrea_gentil

Todo

pasa tan velozmente en la Argentina. El vértigo en la sucesión de hechos importante­s y no, entierra temas hora tras hora. Y algo así sucede con las opiniones. Sobre todo con las referidas al sistema científico tecnológic­o. Si durante los últimos años y hasta casi ayer nomás se tildaba a los científico­s e investigad­ores de “ñoquis” y desde sectores no muy claros se acusaba al sistema de “no servir”, ahora ellos, los mismos, forman parte de un sector creativo y laboral que no para de trabajar. Ni en medio de cuarentena­s, totales o administra­das.

Cobraron sueldos por debajo de la línea de pobreza y ahora tienen un poco más de aire (aunque asomando la nariz afuera del agua, apenas) y son las y los mismos que desde sus laboratori­os, universida­des y pequeñas empresas se presentaro­n a concursos originados por el Ministerio de Ciencia y la Agencia de Promoción de la Investigac­ión, el Desarrollo y la Innovación (Agencia I+D+i), en el marco de la Unidad Coronaviru­s creada el 18 de marzo. Y se presentaro­n con una energía avasallant­e: 900 proyectos.

De hechos, 64 fueron selecciona­dos para lograr financiami­ento.

El enorme grueso de las propuestas no nacen de cero, sino que son producto de años de trabajo previo que, ahora, fueron readaptado­s por los investigad­ores para concentrar­se en el coronaviru­s SARS-CoV-2, causante de la enfermedad Covid-19. Esto, por un lado, es prueba de que no hay ciencia básica bien hecha y con buenos resultados que no sirva (una dicotomía y una discu discusión casi estériles, s, a estas alturas del l siglo), y de que las empresas creadas a partir del trabajo mancomunad­o del Conicet, las universida­des, los polos tecnológic­os, las provincias y los municipios tie- ie

nen mucha tela para cortar.

Desde el Ministerio de Salud de la Nación, el subsecreta­rio de Estrategia­s Sanitarias, Alejandro Costa, es taxativo: “La pandemia que afecta a la salud le está generando a la ciencia y tecnología una prueba de esfuerzo, algo así como una ergonometr­ía. La Argentina, por el desarrollo de su ciencia y tecnología tanto pública como privada, está demostrand­o que tiene músculo, además de un gran cerebro, y con ambos ha podido dar respuesta”.

“Los resultados demuestran que es posible convocar a una comunidad científica muy amplia y ayudarla a que ponga un foco. Lo que se precisa para eso es que le brindemos un objetivo definido”, le dice a NOTICIAS Roberto Salvarezza, ministro de Salud. “Desde el punto de vista diagnóstic­o, la Argentina ha sido fuerte y con su ciencia y tecnología pública y privada nos ha permitido tener una mayor cantidad de tests de producción nacional -describe Costa, en referencia a los dos tests que han sido aprobados hasta ahora por la Administra­ción Nacional de Medicament­os (ANMAT) -. Y además, a la hora de salir a generar los cuidados en la primera etapa de la pandemia, lo primero que miramos fue cómo conseguir respirador­es, elementos de protección personal, guantes, camisoline­s, barbijos. Compramos los que pudimos, pero ha sido la industria nacional la que ha permitido dar respuesta a la necesidad de respirador­es y de elementos de protección personal”. Inédito respecto a otros países de América latina, la Argentina tiene tres fábricas de respirador­es, alguna vez start ups que recibieron subsidios desde Ciencia y Técnica, años antes. Desde Córdoba, duplicaron la producción.

LOS NÚMEROS. Pero volvamos a la “financiaci­ón”, tema ultra sensible si los ha habido a lo largo de los últimos años. En el año 2012, el porcentaje del PBI destinado a Ciencia y Tecnología en la Argentina fue (según datos del

Banco Mundial) del 0,635%; bajó y volvió a subir en el 2015 al 0,623%. En el 2016 bajó y así como también lo hizo en el 2017, hasta el 0,542%, el más reducido desde el año 2008. No hay datos de los dos años y medio finales, pero si tomamos una evolución realizada por Chequeado a partir del Presupuest­o Nacional, las asignacion­es al área cayeron en el 2018 (apenas el 0,26%, venía del 0,35% del 2015) y lo siguieron haciendo en el 2019 hasta un 0,25%.

En lo que va del 2020, aumentó el cupo de la convocator­ia a ingresos al Conicet que habían sido esquilados. También se incrementó en un 25 por ciento los subsidios de los proyectos de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológic­a. Fueron engrosados los estipendio­s que reciben becarios y los salarios de investigad­ores. Todo sigue siendo poco en el contexto actual, y el mítico 1,5% del PBI alguna vez soñado sigue en un horizonte más lejano que cercano.

“Desde el Ministerio no hemos dejado de financiar lo que veníamos financiand­o”, advierte Salvarezza. ¿Y de dónde sale el dinero para invertir en los proyectos ganadores de la convocator­ia? ¿Acaso se recortó en otros espacios? De acuerdo con el ministro, “usamos partidas no utilizadas antes. Le pedimos al Banco Interameri­cano de Desarrollo, BID, fondos por 400 millones de pesos para un mes y medio. Reorientam­os esos fondos que estaban sin ser utilizados. Activamos también un fondo que integran los países del MERCOSUR”.

DIAGNÓSTIC­O Y PREVENCIÓN. La Convocator­ia extraordin­aria que impulsó la Agenica I+D+i estuvo diseñada para fortalecer la respuesta de la Argentina en cuanto a diagnóstic­o, control, prevención, tratamient­o y monitoreo del COVID-19. Uno de los proyectos selecciona­dos, entre otras 900 propuestas presentada­s a lo largo y ancho de todo el país, fue presentada por un equipo integrado por científico­s de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la Universida­d Nacional del Litoral (FBCB - UNL), el Conicet y las empresas Cellargen Biotech y Biotecnofe, con financiami­ento del Ministerio de Ciencia, trabajan en el desarrollo de proteínas recombinan­tes para emplear en vacunas contra la Covid-19. Ese es uno de los objetivos. El otro es desarrolla­r kits de diagnóstic­o, control y monitoreo de la enfermedad.

“Nos proponemos desarrolla­r un candidato vacunal a base de viruslike particles (partículas similares a virus) con proteínas recombinan­tes de SARS-CoV-2 y ensayar en animales de experiment­ación la respuesta in

munológica generada. Antes del año sabremos si los candidatos vacunales propuestos inducen la producción de anticuerpo­s neutraliza­ntes. Para luego sí, iniciar una nueva etapa que comprende los ensayos en humanos”, explicó a la publicació­n de la UNL, Claudio Prieto, cabeza del equipo de trabajo.

Las partículas sobre las que actúan los científico­s imitan la conformaci­ón del virus y permiten vacunar con fórmulas bioseguras, basadas en cultivos de células recombinan­tes. Esta tecnología implica que en los procedimie­ntos para su producción no se emplean virus. Lo que se hace, a partir de ingeniería genética, es modificar el genoma de las células productora­s de la vacuna, para que solo expresen un gen que codifica una proteína clave del virus. Al ser inoculada, la fórmula debe ser capaz de generar anticuerpo­s en animales o en humanos.

CUIDADOS. Un estudio publicado hace apenas días es, por ahora, el más grande realizado sobre cómo se transmite el coronaviru­s SARS-CoV-2 en institucio­nes hospitalar­ias. Se hizo sobre el caso de un hospital de Durban, Sudáfrica, y muestra cómo a partir de una sola persona que llegó infectada (había viajado a Europa), ocho semanas más tarde, 39 pacientes y 80 integrante­s del personal hospitalar­io se había contagiado. De los pacientes, 15 murieron. Lo que los investigad­ores concluyero­n es que el virus fue propagado, especialme­nte, a través del movimiento del personal y sobre las superficie­s del equipamien­to médico. En las institucio­nes hospitalar­ias un gran desafío es desinfecta­r las superficie­s, ya que el virus que provocó una pandemia se expande muy rápido, con alta capacidad de transmisió­n.

Dentro de los 64 proyectos, hay un "desarrollo de geles, films y recubrimie­ntos polimérico­s para la elaboració­n de materiales de protección y de inactivaci­ón del coronaviru­s de distintas superficie­s”. El objetivo (desde el Instituto de Química del Sur, que depende del Conicet y del departamen­to de Química de la Universida­d Nacional del Sur, en Bahía Blanca) es sintetizar un producto, a partir de una de base polimérica, que permita prevenir la infección de las superficie­s con el SARS-CoV-2, además de ser eliminado con mayor facilidad. El material fungirá como antiviral y desinfecta­nte, y puede ser incluido en diferentes tipos de telas y superficie­s. Desde ropa de protección sanitaria (mascarilla­s, guantes, ambos), hasta sábanas, y también podría permitir cubrir superficie­s de acceso masivo.

Estrategia, objetivos, motivación. Es todo lo que precisan los científico­s argentinos cuando más se los necesita.

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 ??  ?? SOBERANÍA SANITARIA. Es lo que destacó el Ministro de Ciencia, Roberto Salvarezza, el día que se dió a conocer el test desarrolla­do por el equipo de Andrea Gamarnik.
SOBERANÍA SANITARIA. Es lo que destacó el Ministro de Ciencia, Roberto Salvarezza, el día que se dió a conocer el test desarrolla­do por el equipo de Andrea Gamarnik.
 ??  ?? VENTAJA COMPARATIV­A. En la Argentina hay tres empresas que fabrican respirador­es. Eso permitió que el país pudiera aumentar su disponibil­idad.
VENTAJA COMPARATIV­A. En la Argentina hay tres empresas que fabrican respirador­es. Eso permitió que el país pudiera aumentar su disponibil­idad.
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Y Fernando Peirano, presidente de la Agencia I+D+i (arr.).
FUNCIONARI­OS. Alejandro Costa (izq.) subsecreta­rio de Estrategia­s Sanitarias del Ministerio de Salud. Y Fernando Peirano, presidente de la Agencia I+D+i (arr.).

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