LA LOCURA DEL PODER
La estigmatización por problemas de salud mental consiste en individualizar todo lo malo y peligroso en determinadas personas. Entonces, en la sociedad se van reproduciendo sin pensar expresiones como “cuidado, es una histérica” o “es un loco malo”. La sociedad y sus leyes presuponen que enloquecer inevitablemente implica hacer mucho daño a las demás personas o a una misma. Sin embargo, no hay una sola locura, sino muchas. Quienes nos dedicamos a la creación convivimos con la locura del arte, la cual nos hace ver literalmente otras realidades. Pero la locura verdaderamente peligrosa no es la individual que es anestesiada, sino la locura del poder. Quienes tienen el poder de fabricar armas y lo hacen, son personas peligrosas. Así como quienes tienen el poder de vender drogas. Estamos atravesando un proceso de alienación. A medida que llegan las nuevas olas de la pandemia, todo parece perder sentido. Encerrarse durante semanas, abrazar a una amiga con miedo, o ver morir a un familiar desde una pantalla se volvieron situaciones cotidianas que naturalizamos para sobrevivir. Pero es justamente en esa naturalización donde nos alienamos como sociedad. Cuando nos detenemos un segundo a evaluar qué nos está pasando nos preguntamos si nos volvimos locos, o si esto es la nueva normalidad. ¿No sentimos extrañeza al ponernos una mascarilla para salir a la calle? No hay lugar para la sinrazón y el sinsentido, dos fuerzas que ponen en crisis al sentido común. Así, el concepto de locura se continúa utilizando para patologizar a quienes no quieren o no pueden adaptarse a las normas.