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La grieta económica: el ministro Guzmán, entrampado en la pelea entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Trastienda del caso Basualdo.

El cristinism­o le apunta al ministro tras el fallido despido del subsecreta­rio Basualdo. Desazón de Alberto. El viaje al Vaticano.

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Martín

Guzmán lo impulsó. Alberto Fernández lo aprobó. Santiago Cafiero diseñó un plan de acción. Hasta acá todas las versiones coinciden sobre el fallido intento para desplazar a Federico Basualdo, el funcionari­o de tercera línea por el cual el Gobierno entró en lo que es, hasta ahora, su crisis más importante. En el fracaso de esa avanzada es donde no hay quórum acerca del culpable, aunque todas las miradas, incluso entre quienes le dieron originalme­nte el visto bueno, señalan al debilitado ministro de Economía. De cualquier manera no es eso lo más importante, como tampoco lo es la pelea ya personal entre los dos protagonis­tas: de fondo el conflicto escala hasta la cúpula del Frente de Todos. La grieta económica, que siempre estuvo latente adentro de la coalición, acaba de explotar. Y las esquirlas prometen dejar heridos.

A CLASE. Fueron días de aprendizaj­e forzoso para Guzmán. En su última visita a la Quinta de Olivos, el Presidente le dijo que sí. En Estados Unidos, el país en el que el ministro pasó la mayor parte de su vida adulta, quizás uno más uno es dos, pero en Argentina le acaba de quedar en claro que no: aunque Alberto Fernández le aprobó, cara a cara, la expulsión del subsecreta­rio de Energía, al final no sucedió. La aritmética, puede testimonia­r ahora el economista, funciona de manera distinta en estas latitudes.

La cronología marca que el viernes 7, dos días después de la bendición presidenci­al, desde Economía salió un comunicado en donde se informaba el cese de funciones de Basualdo. Tenía algunas perlitas: el mensaje, enviado en off, pedía que de ser citado se lo referencie como “fuentes del Gobierno” -o sea, como un movimiento aprobado por todo el oficialism­o- y se tildaba al funcionari­o de la polémica de poco menos que de vago e “incompeten­te”. Ya desde el vamos hay un primer entredicho: Jefatura de Gabinete jura que, aunque el Presidente y Cafiero habían aprobado la decisión, no era el día ni, en especial, los modos para semejante acción. “Santiago estaba en el medio de una entrevista cuando empezó a circular lo de Basualdo”, cuentan, como prueba de que todavía no estaba del todo cocinada la decisión. Es que, dicen sin que haga falta decirlo, lo que faltaba aún era el OK de la dueña de la mayoría de los votos.

Ahí está el gran quid de la situación. ¿Cristina sabía? Desde el camporismo juran que no, que ni siquiera habían sido notificado­s. Y que eso, más la apurada mediática -CFK guarda feos recuerdos de renuncias por los medios, como el caso de Alberto en el 2008-, significó una declaració­n de guerra. Acá hay una coincidenc­ia en todos los actores, incluso en el massismo: Guzmán se apuró, obró pésimo y arrastró a toda la coalición al barro. “Acá se nota la falta de experienci­a política de él y de sus operadores, no podés echar a alguien por los medios”, explica con bronca un secretario nacional. Más allá de los modos del economista, también no deja de ser cierto que en otra coalición menos disfuncion­al hubiera prevalecid­o la jerarquía y el subsecreta­rio se hubiera ido sin tanto alboroto.

Al cierre de esta nota, Basualdo y el ministro seguían en el cargo, y nada había cambiado salvo un pequeño detalle: el poder de Guzmán quedó en jaque. ¿Mate?

EXAMEN. El ministro, ahijado de un premio Nobel, es no sólo un intelectua­l sino quizás el ministro mejor preparado del Gabinete. Entonces la duda -la más importante de todas alrededor de este escándalo- es sobre el porqué de semejante traspié. Acá es donde los involucrad­os prefieren insistir en la torpeza de Guzmán en vez de hablar del problema de fondo. En el país de la inflación galopante lo más barato sigue siendo la culpa ajena.

Es que el economista tiene más de una razón para actuar en caliente. Los desplantes del cristinism­o a su gestión son demasiados como para consignarl­os en esta nota, pero alcanza sólo con nombrar los de marzo hasta hoy: una carta de senadores K pidió que el próximo desembolso del FMI se use para ayudas sociales -o sea, para lo contrario a lo que plantea Guzmán-, CFK atacó al Fondo y a Estados Unidos mientras el ministro estaba en aquel país intentando negociar con el organismo, y Andrés Larroque y otros camporista­s exigieron que vuelva el IFE. Son todos dardos directos al Presupuest­o que había diseñado el ministro.

El debate que subyace de fondo es la magnitud del ajuste que tendrá que encarar el Gobierno para poder cumplir con los pagos de la gigantesca deuda que tomó el macrismo,

“CAFIERO ESTABA DANDO UNA NOTA CUANDO FILTRARON LA NOTICIA. ASÍ NO ES”, SE QUEJAN DESDE JEFATURA.

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MIÉRCOLES 5. CFK y Alberto en el acto en Ensenada, donde volvieron a verse tras los tironeos por Guzmán. La foto intentó aplacar los ánimos.
 ??  ?? DUELO. D El cruce entre Guzmán y Basualdo es personal. “Tiene que superar sus frustracio­nes”, le dijo el segundo, y el ministro respondió con un d duro comunicado.
DUELO. D El cruce entre Guzmán y Basualdo es personal. “Tiene que superar sus frustracio­nes”, le dijo el segundo, y el ministro respondió con un d duro comunicado.
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