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POLÉMICA HIDROVÍA Y ENACOM

- JUAN LUIS GONZÁLEZ jlgonzalez@perfil.com @juanelegon­zalez

Las tarifas no son la única grieta económica en el Gobierno. Por estos días se le suman dos grandes debates que dividen aguas: el futuro de la Hidrovía y los aumentos de las telecomuni­caciones.

En el primer frente las aguas están muy divididas. Un ala, encabezada por el senador Jorge Taiana -detrás del cual juran que está la propia CFK- y donde también revisten sindicatos y movimiento­s sociales, busca estatizar el control del bragado y balizamien­to del Río Paraná. Es una zona estratégic­a por la que pasa el 80% de la exportació­n local. El massismo, con el ministro y, más en profundida­d, el rumbo general de la economía. El debate por las tarifas tocaba, en ese sentido, un nervio central: Guzmán está entre los que creen, a contrapelo de CFK y los suyos, que planchar las tarifas es hipotecar el futuro.

Es que el grueso del déficit fiscal -que el ministro planeaba en 4,5% del PBI para este año- se da por las jubilacion­es y los subsidios. Las primeras están ya al límite -la mínima apenas pasa los $ 20 mil-, y es en la

Alexis Guerrera en Transporte, propone lo contrario: extender la privatizac­ión. El asunto está por convertirs­e en el primer choque serio entre estas dos patas de la coalición.

En el Enacom están viendo cómo resistir los aumentos de las tarifas de internet, cable y telefonía móvil. Ahí también hay debate. Gustavo López, el segundo del organismo, que es cristinist­a, se muestra intransige­nte frente a un nuevo aumento (ya va 16% en lo que va del año). Claudio Ambrosini, su titular y mano derecha histórica de Massa, también se muestra combativo pero más dialoguist­a. López y los suyos dejan correr por lo bajo que Ambrosini es menos duro de lo que debería ser. Se abre otra batalla. segunda órbita el último lugar que le queda para actuar al ministro. Por eso esta pelea, que en la punta del iceberg asoma como un “duelo entre economista­s” -como dice ahora el Gobierno intentando minimizar el affaire-, golpea el corazón del frente.

Guzmán llegaba al debate por las tarifas -proponía entre 30 y 35%, y luego aceptó que sea sólo un 25% de aumento- ya herido. Dicen que la primera reunión en febrero entre sus equipos y los de Massa, en la antesala de la Ley de Ganancias, fue picante. “Pero Sergio, nosotros queremos subir impuestos, no bajarlos”, dijo Guzmán, atónito ante lo que planteaba el líder del Frente Renovador. Este cruce con el hombre que lo convenció de dejar EE.UU. para asumir el cargo no solo da cuenta de que esa relación quedó resentida, sino que también explica la tenacidad con la que pidió la cabeza de Basualdo: Guzmán ya no tenía más margen para entregar girones de su Presupuest­o, una necesidad que le intentó explicar sin éxito a CFK cuando la visitó en el sur en febrero, evento que en el camporismo están convencido­s de que el ministro filtró.

A sabiendas de todo esto es que el subsecreta­rio de la polémica tiró la frase que hizo que el duelo pase a ser personal. “Guzmán tiene que superar sus frustracio­nes”, dijo Basualdo, en referencia a los planes originales del ministro, en una entrevista con C5N a fines de abril. Fue la gota que rebasó el vaso. A MARZO. Axel Kicillof jamás se llevó bien con Guzmán. Cuentan que en el pasado, cuando este venía a la

“ALBERTO SE DEBE SENTIR IDENTIFICA­DO CON GUZMÁN: LO PUTEAN TODOS”, SE RÍE UN PERONISTA HISTÓRICO.

Argentina, el ahora gobernador r evitaba cruzarlo en los paneles de economía. Tienen formacione­s y mo- mo dos distintos, distancia que se agravó cuando uno empezó a incidir sobre la caja nacional: en Buenos Aires están convencido­s de que Guzmán no entrega el dinero necesario. Por eso es que cuando olió la sangre, Kicillof atacó.

La andanada fue brutal. En el fin de una nota con “El Destape”, sin que nadie se lo preguntase y cuando ya lo habían despedido, el gobernador pidió la última palabra para asegurar que Basualdo es “un excelente funcionari­o” y que las tarifas iban a ser de un solo aumento de un dígito. Fue una trompada a la mandíbula, acompañada de una operación apenas disimulada de instalar a Augusto Costa, ministro bonaerense, en la silla de Guzmán. “Augusto se muere de ganas”, cuenta uno de los cerebros

del equipo e económico del Frente de Todos.

Quizá Q i ál la brutal b avanzada haya sido lo que hizo recapacita­r a Alberto. “Se debe sentir identifica­do: tanto a él como a Guzmán lo putean todos”, se ríe un peronista histórico que está adentro del Gobierno. Fernández sabe que si entrega al economista no hay nada que le asegure que podrá nombrar a su reemplazan­te. Por eso se va a embarcar el martes 11 en una gira europea junto al ministro.

No sólo será un espaldaraz­o a Guzmán, sino que lo necesita para desagrieta­r la relación con Francisco, que no atraviesa su mejor momento. Desde que se aprobó la ley del aborto, el Papa puso en el freezer ese vínculo, que en el arranque del 2020 era fluido y directo, e incluso algunos desde el Vaticano se animan a pronostica­r que le pondrá una “cara a lo Macri” o emitirá un comunicado picante cuando vaya a visitarlo la semana entrante. De cualquier manera, la Santa Sede es un buen lugar para Guzmán: ahora, sin apoyo de ninguna de las patas del oficialism­o, necesita un milagro de su amigo de la sotana blanca.

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FOTOS: CEDOC.
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DEBATES. Massismo y cristinism­o se cruzan en dos frentes sensibles para el futuro de la economía.
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FMI, y el CFK y Kicillof le achacan demasiada complicida­d con el organismo. Costa, protegido del gobernador, es a quien impulsan para reemplazar­lo.
FRENTES. Guzmán negocia con el FMI, y el CFK y Kicillof le achacan demasiada complicida­d con el organismo. Costa, protegido del gobernador, es a quien impulsan para reemplazar­lo.

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