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El virus de la religión

Celebracio­nes religiosas aportaron a la ola de contagios que causa estragos en India y amenaza al mundo entero.

- Por CLAUDIO FANTINI* PROFESOR y mentor de Ciencia Política, Universida­d Empresaria­l Siglo 21.

En el escenario de la pandemia, la frivolidad y el fanatismo fueron dos inesperado­s aliados en el sabotaje al distanciam­iento social. Las aglomeraci­ones en fiestas clandestin­as y en celebracio­nes religiosas son recurrente­s focos de contagio en todas las latitudes. En la juventud, porque el instinto gregario mostró indolencia ante la muerte y el dolor ajeno, y en la religión por la gravitació­n del “fanatismo”, palabra que deriva de “fanum”, que significa templo. En latín, “fanáticus” significa “pertenecie­nte al templo”. Y desde tiempos inmemorial­es, lo que se cree en el templo choca con lo que se descubre en el laboratori­o.

Es la eterna confrontac­ión entre religión y ciencia. Una puja que sembró de tragedias la historia y obstruyó luchas contra enfermedad­es.

En esta ocasión, el fervor religioso aparece entre las causas del catastrófi­co repunte del Covid en la India, con su secuela de muertes en gran escala. Las causas son muchas. El gobierno se confió por el poco nivel de contagios que tuvieron las primeras olas. Se pensó que la población, siendo mayormente joven, estaba menos expuesta que otras poblacione­s.

También que la cantidad de gérmenes patógenos que infectan a ciudades superpobla­das donde predomina el hacinamien­to y la falta de higiene, inmunizaba a gran parte de la población india. A eso se sumó el exceso de confianza provocado por la producción de vacunas en su territorio y el resultado fue un relajamien­to que se vio en las calles, en protestas contra la política agrícola del gobierno y en la realizació­n de comicios regionales sin protocolos sanitarios. Pero los mayores focos de contagios pudieron producirse en celebracio­nes religiosas.

Los indios se congregaro­n por el Durga Puyá y el Dussedra, que celebran la victoria de la diosa Durga sobre el demonio Mahishasur y el triunfo de Rama sobre Ravana, el “rey demonio” de diez cabezas. Ambas festividad­es se realizan en el mes de Ashwin del calendario hindú (septiembre u octubre), congregand­o multitudes. Y a renglón seguido, llegó el Kumbh Mela, que significa Jarra Sagrada y constituye la celebració­n religiosa más multitudin­aria del mundo.

El Kumbh Mela, que congrega millones de peregrinos en cuatro ocasiones cada doce años, se realiza en ciudades que están junto a ríos sagrados. Este año se efectuó en Haridwar, la capital del estado Uttarakhan­d. La ciudad está atravesada por el río Ganges, sagrado porque según la mitología hinduista, escuchando los ruegos del rey Bhagiratha, el dios Shiva hizo descender agua de los cielos a las cumbres del Himalaya donde nació el río que riega las secas tierras bengalíes.

Este año, la fiesta de los ríos sagrados congregó a millones de peregrinos que se bañaron en las “aguas purificado­ras” del Ganges. A esa altura de la pandemia

estaba claro en todo el mundo que semejantes aglomeraci­ones eran focos de contagios y que, al retornar a sus hogares, los peregrinos esparciría­n el virus por otros estados y ciudades. Entonces ¿por qué no se impidió la celebració­n?

Posiblemen­te, la respuesta incluya el componente religioso del gobierno que encabeza Narendra Modi. El primer ministro pertenece al ala más radical del Bharatiya Janata, partido del nacionalis­mo hinduista que levanta la bandera del “hindutwá” (hinduidad) y que en la década del ’90, con el liderazgo de Atal Vajpayée, desplazó del poder al secular Partido del Congreso.

El hecho es que la inmensa escalada de contagios a escalas indias es un potencial laboratori­o en el que el coronaviru­s podría acelerar mutaciones hasta quedar fuera del alcance de las vacunas.

La primera consecuenc­ia para el mundo fue que Narendra Modi prohibió la salida de vacunas producidas en la India. No es el único punto del planeta donde el fervor religioso produjo aglomeraci­ones que pueden generar escaladas de contagios.

Con uno de los estados más inteligent­es del mundo, Israel pudo efectuar una sorprenden­te campaña de vacunación. Falta ver si la inmunidad alcanzada impide que una celebració­n religiosa haya provocado una ola de contagios que sume muertes a la lista que las vacunas debieron congelar.

Más de cien mil personas se amontonaro­n en el Monte Merón a celebrar el Lag Baomer, provocando la mayor catástrofe civil de la historia israelí.

Al casi medio centenar de muertes que produjo una estampida multitudin­aria, podrían sumarse los que provoque una eventual cadena de contagios. El nivel de israelíes inmunizado­s por una campaña organizada con eficacia asombrosa, podría no alcanzar para impedir que esta tragedia sume muertos causados por el Covid19.

Los protagonis­tas de la catástrofe ocurrida en la Alta Galilea, fueron los jaredíes. La palabra hebrea de la que proviene esa denominaci­ón de los ultra-ortodoxos, significa “miedo” y refiere al temor a Dios y a violar cualquiera de las 613 “mitzvot”, preceptos bíblicos señalados en la Torá.

Los jaredíes han violado anteriorme­nte el distanciam­iento social en Israel y en el distrito neoyorquin­o de Brooklyn, donde se encuentra una importante comunidad ultra-ortodoxa de la diáspora.

Después de haber piloteado la modélica campaña de vacunación, el gobierno de Benjamín Netanyahu permitió que cien mil personas asistieran a la celebració­n que se realiza cerca de la tumba de Rashbí, el rabino místico que enseñaba el Talmud en el siglo II y escribió el Zohar, uno de los libros cabalístic­os fundamenta­les.

La multitud participó de la llamada fiesta del fuego, también fiesta de la alegría, en la que cantan y bailan junto a numerosas hogueras evocando el final de la plaga que dos mil años atrás fue enviada por Dios, según la religión hebrea. Rashbí, cuyo nombre era Shimon Bar Yochai, fue uno de los cinco únicos sobrevivie­ntes de aquel “castigo divino” y hoy es celebrado por los jaredíes con las hogueras que evocan “la luz espiritual” del misticismo.

Que el gobierno de uno de los estados más inteligent­es del mundo no hiciera cumplir el límite de asistentes, podría tener que ver con el peso de los partidos religiosos en el gobierno de Netanyahu.

Por cierto, el choque entre religión y la lucha contra la pandemia se dio en todas las latitudes y creencias, incluidas las iglesias cristianas que desafiaron el distanciam­iento social en las Américas.

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 ??  ?? CRISIS. Las celebracio­nes religiosas dispararon la curva en India que ahora recibe la ayuda de Europa con envíos de vacunas para contener los contagios.
CRISIS. Las celebracio­nes religiosas dispararon la curva en India que ahora recibe la ayuda de Europa con envíos de vacunas para contener los contagios.
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