DOS VISIONES POLARIZADAS
Lo que algunos llaman interna es en realidad un contrapunto muy marcado de visiones respecto a qué destino darle a la recaudación extra que se viene generando desde comienzos de año por las espectaculares subas en los precios de las commodities de exportación. Con la soja rozando ya los récords de 2012, Martín
Guzmán cree estar en condiciones de asegurar el cumplimiento del 4,2% de déficit primario para 2021 votado en el presupuesto y así llevar a la mesa de negociaciones con el FMI un bocado muy apetecible al paladar de Washington. Pero en un año de elecciones, las cosas no son tan lineales. Los accionistas mayoritarios de la coalición oficial plantean una visión diferente. La soja está haciendo crecer la recaudación en términos reales, haciendo posible que el déficit primario del primer trimestre haya sido el más bajo de los últimos seis años. Muy bien; pero como la inflación no cede, la cosmovisión conurbana asume, con razón, que los sectores más vulnerables, que disponen de crédito escaso y caro, dependen del poder de compra de los salarios para consumir más. Entonces, razonan, poco importa cumplir con la meta de déficit si los conduce hacia una inexorable derrota.Este es el trasfondo de la disputa sobre los aumentos tarifarios entre el equipo económico y el cristinismo; castigar los ingresos de los sectores populares en plena carrera electoral equivaldría a suicidio. Además, puede pensarse que reducir el déficit fiscal no gana elecciones. El punto es que, con un sistema financiero y un mercado de capitales tan raquíticos, a la vez resultará imposible bajar la inflación. El dilema está planteado.