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Brindis en espera

La industria vitiviníco­la apuesta al fin de las restriccio­nes para volver a crecer en el ámbito doméstico y también en exportacio­nes.

- MARCELO ALFANO

Malbec. La respuesta surge nítida y contundent­e cuando se le pregunta a cualquier referente de la industria vitiviníco­la cuál es el producto preferido por los consumidor­es. Es la “estrella” que abre puertas a las bodegas en el planeta. “No quiero decir que en los tintos se consuma solo Malbec, pero es la variedad preferida, seguida por Cabernet Sauvignon, Syrah o Bonarda”, opina Susana Balbo, presidente de Susana Balbo Wines.

“Pero tiene un límite”, advierte Fabricio Portelli, consultor y periodista especializ­ado; “El Malbec representa el 3% de la torta global, Por lo tanto, para poder competir en el restante 97% del negocio, Argentina debe seguir poniendo el foco en los demás vinos que produce y hacer de su diversidad una fortaleza”, agrega el experto. La mirada en el exterior no es casual: “Estamos en un contexto de una pérdida de competitiv­idad que pone en riesgo el futuro de muchos productore­s, lo que provoca una enorme concentrac­ión en el sector”, amplía Balbo.

MERCADO. En un terreno desfavorab­le, como el de la pandemia, el panorama de la industria vitiviníco­la no es diferente al de la economía en general. “El consumo se mantiene estable, con una mayor incidencia de los vinos más premium y las exportacio­nes no han crecido en vinos fraccionad­os. Hubo un aumento de las mismas en 2020, pero impulsadas por los despachos de vinos a granel y a países que no son foco de la Argentina, como España”, detalla Alberto Arizu (h), CEO de Bodega Luigi Bosca Familia Arizu.

Desde su visión, la industria se encuentra en “stand by”. “No crece y tampoco decrece”, completa. En términos sanitarios, las bodegas tuvieron que adaptar los procesos

El consumo se mantiene medianamen­te estable, pero con una mayor incidencia de los vinos premium”.

Hay unas 130 bodegas que producen espumosos: convierte al mercado casi en uno de competenci­a perfecta”

“HUBO UN CRECIMIENT­O DE VOLUMEN EN EL MERCADO INTERNO VINCULADO A CAMBIOS DE HÁBITOS POR LA PANDEMIA”

La pérdida de competitiv­idad provoca la concentrac­ión en el sector, algo que no es muy saludable”

productivo­s. “El impacto fue grande. Los protocolos fueron exitosos y los niveles de contagios estuvieron bastante controlado­s”, amplía. En 2020, la primera ola de contagios y el cierre inicial con restriccio­nes tomó al sector con la vendimia iniciada, pero para Arizu la industria “respondió rápidament­e”.

Según Nicolás Bruno, gerente general de Bodega Dante Robino, en 2020, de acuerdo con el Instituto Nacional de Vitivinicu­ltura (INV), el vino en general tuvo “un crecimient­o de volumen en el mercado interno vinculado a algunos cambios de hábitos de los consumidor­es vinculados con la pandemia”. En ese sentido, los vinos “tranquilos” crecieron más de 10%, mientras que los “espumosos” tuvieron una caída de casi 15% vinculado a la falta de celebracio­nes masivas y el cierre de los puntos de venta nocturnos.

Balbo considera que se observó un crecimient­o de las ventas en los “segmentos medio-altos” de precio, lo que “puede significar el principio de una consolidac­ión de un consumo de mayor calidad” dentro del mercado. “El contexto de la pandemia tuvo una influencia positiva en cuanto a vinos súper premium o de mayor calidad, debido a que la gente, al no gastar en salir a cenar o viajes, se ‘premió’ tomando un producto de una categoría superior a la habitual”, indica.

ARRASTRE. “Con las crisis económicas posteriore­s a 2015 se redujo el volumen y ahora hay alrededor de 130 bodegas que producen espumosos, lo que hace que el mercado sea de competenci­a perfecta. Chandon es el líder de la categoría con una participac­ión de mercado en crecimient­o”, destaca Gustavo Perosio, Director General de Moët Hennessy, que fabrica en Argentina espumosos y vinos.

En 2005, había alrededor de 50 bodegas productora­s de espumosos y el mercado estaba concentrad­o en pocos jugadores. Luego de la suspensión del impuesto interno a los espumosos, surgieron nuevos jugadores y en 2015 hubo un récord de consumo. “En la categoría total de los espumosos, se registró una caída del 15% respecto de 2019. Nosotros, en cambio, cerramos 2020 con un nivel de consumo muy similar al del año anterior”, comenta Perosio. Esto se debió, explica, en gran parte al incremento de ventas de las variedades no tradiciona­les (Chandon Délice y Chandon Apéritif) y a un crecimient­o de Chandon Rose.

La Bodega Dante Robino pasó por un proceso de compra-venta en 2020. Lo traumático de la operación fue que se concretó justo una semana antes de comenzar la fase 1 del aislamient­o social. Al ser el vino espumante muy relevante en el negocio de la empresa, el impacto en volumen fue directo en el primer mes. “A partir de mayo, nos enfocamos en incrementa­r nuestro negocio de vinos ‘tranquilos’ multiplica­ndo por siete los volúmenes de 2019. Con esto duplicamos el volumen total de la bodega”, subraya Bruno.

Con la mirada puesta en lo que será 2021, Arizu cree que, a pesar de que la pandemia, “seguirá causando algunas dificultad­es en el mundo, hay un recorrido y un aprendizaj­e”. “En la medida que la población se sienta segura por las vacunas y las restriccio­nes comiencen a disminuir, creo que habrá un impulso hacia bienes que le dan placer más mediato”, agrega. Lo mismo, según Balbo, se proyecta respecto de los despachos al exterior. “Tenemos expectativ­as de una reactivaci­ón en la segunda mitad del año, conducida por los países que tienen procesos de vacunación avanzados. Y la gran demanda de vino está acompañada de la dinámica hotelera y las vacaciones, además del consumo en el hogar”. Todo sea para volver a tener motivos para brindar.

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EL MERCADO INTERNO. Fue de 943 millones litros y el consumo final compensó la caída en restaurant­es.
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