Carnegate:
Alberto tomó la medida contra los consejos de su Gabinete. Golpear y negociar.
las heridas en el Gabinete tras la nueva medida contra el agro. Cómo el ministro Basterra se enteró por los medios de la decisión de Alberto.
El tema estuvo presente durante toda la gira europea. De hecho, los que estuvieron en el avión que trasladó a Alberto Fernández, Martín Guzmán y al resto de la comitiva al otro lado del océano dicen que ya antes de llegar al primer destino el asunto fue y volvió entre el Presidente y el ministro de Economía. Esa fue una charla franca: antes de despegar, el discípulo de Stiglitz había leído una nota de Nancy Pazos en donde el mandatario, que hablaba “on the record”, indirectamente lo responsabilizaba por el escándalo con Federico Basualdo. Aunque esa parece haber sido una típica táctica albertista de intentar contentar a todos –en este caso, al kirchnerismo que rabiaba por el intento de desplazamiento del subsecretario de Energía–, Guzmán llegó golpeado al arranque del viaje. Por eso Alberto se lo llevó a un rincón y tuvieron una larga conversación que orilló hacia el complejo presente económico y social del país. Ahí mismo ya se habló del drama de la inflación.
Quizás, después de sugerirle varias ideas, haya sido una sorpresa para el ministro ver que al día siguiente de volver al país Fernández anunció una medida que él no hubiera recomendado para controlar los precios: la suspensión de exportaciones de carne por 30 días. La medida, además, alborotó la interna oficial, golpeó a ministros y a gobernadores aliados, y revivió al peligroso fantasma de la 125. Alberto, apretado por la realidad y por los propios, jugó fuerte. El final es incierto. A FUEGO LENTO. Era un tema que venía obsesionando a Fernández. En el último año la carne subió un 65%, muy por arriba de la inflación (ver nota en pág. 26), y por la importancia real y simbólica que tiene, el Presidente estaba decidido a interceder. Desde la Casa Rosada juran que no es sólo un problema económico: entre enero y febrero detectaron 15 frigoríficos que hicieron transacciones por abajo del radar de hasta 20 millones de dólares. Al Estado no le entró una sola de esas divisas.
Por eso, es que el lunes 17 el Presidente mantuvo una reunión de más de una hora con los representantes del Consorcio ABC, los grandes exportadores, y les comunicó la medida. Luego ardió Troya, y los dirigentes de la Mesa de Enlace convocaron a un paro de nueve días a partir del jueves 20 de mayo.
Puertas para adentro, el principal
afectado fue el ministro de Agricultura Luis Basterra, que ni siquiera participó de aquel encuentro, no trabajó la medida y ni estaba enterado. De hecho, a fines de abril había tenido una reunión con popes de la Mesa de Enlace, en la que les había jurado que no se vendrían medidas drásticas. Los grandes representantes del campo estaban alborotados luego de escuchar a Paula Español, la secretaria de Comercio Interior que responde a CFK, asegurar exactamente lo contrario en una entrevista con “El Destape”, Basterra, como había pasado con los ministros Carla Vizzotti y Nicolás Trotta en el anuncio de los cierres de la segunda ola, quedó muy desdibujado por la decisión presidencial.
Más llamativo fue el caso de Matías Kulfas, el ministro de Producción, que estaba en el mitín con los exportadores. En el 2016 había publicado un libro, “Los tres kirchnerismos”, en el que aseguraba que prohibir las exportaciones de carne –como hizo el gobierno K– era un grave error. No sólo hay una contradicción propia: Kulfas, junto con Español, había festejado el 12 de mayo la ampliación de un convenio con los grandes frigoríficos, para ampliar la cantidad de carne dentro del acuerdo de precios. Hace tan sólo dos semanas, evidencia esta medida, la idea del gabinete económico no iba por el lado del cierre. Pero Alberto criticó directamente esa movida el domingo en C5N: “Son migajas”.
Sin embargo, el tendal de heridos excede el largo de esta nota. La Cancillería que comanda Felipe Solá había cerrado acuerdos comerciales con China, México e Israel para llevarles carne, que ahora hay que poner en pausa. El gobierno de Córdoba y el de Santa Fe también la criticaron. Con Omar Perotti, otro que se enteró por los medios, y que en los papeles es aliado, hay una bronca especial: el lunes 17, horas antes de quejarse de la decisión, había pedido de urgencia 30 respiradores. Amigo para cuando le conviene, dicen en la Casa Rosada.
Después de dos días de demora, la resolución salió publicada en el Boletín Oficial el jueves 20, el mismo día que comenzó el paro. El Gobierno, en su guerra por bajar los precios, está poniendo toda la carne en la parrilla del poder.