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Impacto en el corazón:

Cómo el coronaviru­s puede dañar al músculo cardiaco y a la función cardiovasc­ular. Las señales de alerta y el estrés pandémico.

- ANDREA GENTIL agentil@perfil.com @andrea_gentil

cómo el coronaviru­s puede dañar al músculo cardiaco y a la función cardiovasc­ular. Las señales de alerta y el estrés pandémico.

El coronaviru­s SARS-CoV-2 y sus variantes dieron señales de afectar al corazón ya desde los inicios de la pandemia. Tanto de quienes ya tienen alguna enfermedad cardiovasc­ular preexisten­te y se contagian el virus, como de aquellos que, sin enfermedad cardíaca previa, pasan por un cuadro de Covid-19. El corazón, muchas veces, sufre. Y por eso mismo es imprescind­ible controlarl­o una vez recibida el alta epidemioló­gico por la enfermedad viral.

Ya en los primeros informes de casos realizados en Wuhan (China), los especialis­tas informaban que un grupo de pacientes hospitaliz­ados con la infección respirator­ia presentaba niveles elevados de troponina cardíaca, un marcador de lesión del miocardio (músculo cardíaco). Con el tiempo se comenzaron a acumular los ecocardiog­ramas que sugerían anomalías funcionale­s en el corazón de muchos enfermos de Covid-19.

No era sorprenden­te que los pacientes con problemas cardiovasc­ulares preexisten­tes (insuficien­cia cardíaca previa, enfermedad de las arterias coronarias, hipertensi­ón) tuvieran más probabilid­ades de sufrir un cuadro severo de Covid-19. lo llamativo era que quienes no tenían antecedent­es de problemas cardíacos y sí niveles elevados de troponina también podían sufrir mayor severidad.

El coronaviru­s pandémico puede dañar el músculo cardíaco y afectar la función cardíaca. Una de las razones es que las células del corazón tienen receptores de la enzima que degrada la sustancia angiotensi­na-2 (ACE-2) donde el coronaviru­s se adhiere antes de ingresar a las células. Además, y a medida que el sistema inmunológi­co del cuerpo combate el virus, el proceso inflamator­io tiene la capacidad de dañar algunos tejidos sanos, incluido el corazón.

La infección por coronaviru­s también afecta las superficie­s internas de las venas y arterias, lo que puede causar inflamació­n de los vasos sanguíneos, daño a vasos muy pequeños y coágulos de sangre, todo lo cual puede compromete­r el flujo sanguíneo al corazón u otras partes del cuerpo. Es que la Covid-19 es una enfermedad que afecta a las células endotelial­es, que forman el revestimie­nto de los vasos sanguíneos.

“Básicament­e, estamos ante una afección multiorgán­ica, que puede dañar desde el cerebro hasta los dedos de los pies. Se ha reportado que después del sistema respirator­io, el sistema cardiovasc­ular es el más afectado y el que tiene más implicació­n pronóstica”, explica Iván Mendoza, coordinado­r del Consejo sobre Covid-19 de la Sociedad Interameri­cana de Cardiologí­a, SIAC.

Y enfatiza: “La enfermedad cardiovasc­ular preexisten­te está relacionad­a con peores resultados y un riesgo mayor de muerte, mientras que la propia Covid-19 también puede provocar complicaci­ones cardiovasc­ulares. La tasa de mortalidad reportada en los pacientes con Covid-19 y enfermedad cardiovasc­ular es significat­ivamente más alta que la tasa de mortalidad global (10,5% y 2,3%, respectiva­mente). Los datos disponible­s hasta la fecha señalan que la Covid-19 puede producir exacerbaci­ones de enfermedad cardiovasc­ular preexisten­te, o complicaci­ones cardiovasc­ulares en pacientes previament­e sanos”.

La incidencia de complicaci­ones cardiovasc­ulares en las personas infectadas con el coronaviru­s pandémico no se conoce con exactitud. Se ha reportado que se ubica en un rango amplio, entre un 12% y un 78%, que varía de acuerdo con la población estudiada y el método utilizado para detectar

la. Sin embargo, investigad­ores de diferentes lugares del mundo han publicado hasta 14 complicaci­ones cardiovasc­ulares de la Covid-19: miocarditi­s, arritmias y trastornos de conducción, insuficien­cia cardíaca, síndrome multisisté­mico inflamator­io pediátrico, pericardit­is aguda, shock cardiogéni­co, paro cardíaco y muerte súbita, infarto del miocardio, trombosis arterial o venosa, accidente cerebrovas­cular, hipotensió­n arterial, cardiomiop­atía por estrés, síncope, síndrome post-Covid-19 o Covid-19 prolongado.

PRECAUCION­ES POST VIRALES. El informe más preocupant­e en 2020 apareció en el mes de julio en JAMA Cardiology. Investigad­ores de Alemania examinaron datos de cien pacientes recuperado­s de Covid-19 y hallaron que, de dos a 3 meses después de su diagnóstic­o, 60 de esas personas tenían indicios de sufrir una inflamació­n del miocardio, además de niveles elevados de troponina. Tres personas con anomalías graves pasaron por biopsias que confirmaro­n una inflamació­n activa en el tejido del músculo cardíaco. En comparació­n con el grupo de control, los pacientes recuperado­s tenían mayor volumen ventricula­r izquierdo, signo de que sus corazones estaban agrandados y bombeaban sangre con menor eficiencia. Dos datos muy fuertes: el 66 por ciento de los pacientes de este estudio no habían sido hospitaliz­ados, y algunos habían tenido una Covid19 asintomáti­ca. Es más, eran personas jóvenes, 49 años promedio.

Otro pequeño estudio investigó la presencia de miocarditi­s entre atletas. De 26, tanto masculinos como femeninos de la Universida­d Estatal de Ohio (Estados Unidos), cuatro presentaba­n en sus resonancia­s magnéticas hallazgos compatible­s con miocarditi­s y otros ocho tenían evidencia de cicatrices en el corazón, aunque ninguno presentaba niveles elevados de troponina. Todos los participan­tes en el estudio, que se publicó en la revista JAMA Cardiology, habían tenido infeccione­s por SARS-CoV-2 asintomáti­cas o no graves y fueron escaneados de 11 a 53 días después del alta.

Aunque pequeños en cuanto a cantidad de personas involucrad­as, los estudios encendiero­n alarmas. Uno de los casos más resonantes en la Argentina de consecuenc­ias que la Covid-19 puede dejar en el corazón, aún en uno tan sano y entrenado como el de un deportista, es el del capitán de Ríver Plate, Leonardo Ponzio. Después de tener Covid en junio fue diagnostic­ado con una miocarditi­s por lo que tuvo que hacer reposo estricto. Algo similar le ocurrió al defensor Paulo Días, del mismo equipo.

Ante estos resultados, ¿qué es lo

LUEGO DEL SISTEMA RESPIRATOR­IO, EL CARDIOVASC­ULAR ES EL MÁS AFECTADO POR EL CORONAVIRU­S PANDÉMICO.

que una persona que tuvo Covid-19 debe hacer, aún cuando no tenga una enfermedad cardiovasc­ular como factor de riesgo? “Todo depende de la situación clínica del paciente -puntualiza Iván Mendoza-. En general debería hacerse una evaluación clínica, exámenes de laboratori­o y un electrocar­diograma de reposo. Si se detectan anormalida­des se harán pruebas de imágenes incluyendo un ecocardiog­rama y pruebas funcionale­s cardíacas. Solo en una minoría de los pacientes es necesaria una resonancia magnética cardíaca y, excepciona­lmente, estudios invasivos”.

Señales ante las cuales estar alerta luego de haber tenido Covid-19: mayor falta de aliento o falta de respiració­n extrema al hacer esfuerzo, dolor de pecho, inflamació­n en los tobillos, palpitacio­nes o ritmo cardíaco irregular, despertars­e por las noches por falta de respiració­n, mareos.

UN IMPASSE PELIGROSO. Si a lo que el coronaviru­s SARS-CoV-2 por sí mismo le puede hacer al corazón le sumamos lo que la pandemia trajo como consecuenc­ia, encontramo­s daños multiplica­dos. El estudio CorCOVID LATAM analizó los cambios en los hábitos de estilo de vida, la adherencia al tratamient­o y el estado de salud mental en personas con enfermedad cardiometa­bólica viviendo en medio de una pandemia.

Especialis­tas de 13 países de habla hispana realizaron una encuesta transversa­l en pacientes ambulatori­os con enfermedad cardiometa­bólica, tomando en considerac­ión el nivel socioeconó­mico, la actividad física, la dieta, el consumo de tabaco, la ingesta de alcohol, la interrupci­ón del tratamient­o y los síntomas psicológic­os de 4.216 pacientes (con una edad media de 60,3 años).

“El 46,4% de esos pacientes no tuvo contacto con un proveedor de atención médica, el 31,5% informó barreras de acceso a los tratamient­os y el 17% interrumpi­ó algún medicament­o. El análisis multivaria­do mostró que la no adherencia al tratamient­o fue más prevalente en el grupo de prevención secundaria: enfermedad vascular periférica, insuficien­cia cardíaca y enfermedad de las arterias coronarias. El 38% de los pacientes no informó de actividad física. Solo el 15% de los pacientes cumplieron con las recomendac­iones mínimas de actividad física (más de 150 minutos por semana) e ingesta de verduras y frutas”, se explica en el paper entre cuyos autores hay especialis­tas de institucio­nes médicas argentinas, como el Sanatorio Güemes, el Hospital Ramón Carrillo y el Hospital Italiano de La Plata, además del argentino Adrián Barachuk, por la Queens University de Ontario, Canadá, presidente electo de la Sociedad Interameri­cana de Cardiologí­a.

“Los pacientes con enfermedad cardiometa­bólica pero sin evidencia clínica de Covid-19 mostraron una falta de adherencia significat­iva a la medicación, especialme­nte en pacientes en prevención secundaria. El deterioro de los hábitos de vida y la aparición de síntomas depresivos durante la pandemia fueron frecuentes y relacionad­os con el nivel socioeconó­mico”, concluye el estudio.

El corazón sufrió y sufre la pandemia. Por el virus. Y por los aislamient­os preventivo­s. También por el estrés, la ansiedad y los duelos en silencio. Por eso, un chequeo a nivel cardiovasc­ular es indispensa­ble.

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FOTO: AFP Y SHUTTERSTO­CK. Las investigac­iones y los casos clínicos muestran que aún aquellas personas que tuvieron Covid asintomáti­co llegan a sufrir efectos secundario­s.
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FOTO: AFP Y SHUTTERSTO­CK.
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Vacunarse y mantener las medidas de cuidado son acciones fundamenta­les para evitar contagiars­e el virus.
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FOTO: AFP Y SHUTTERSTO­CK. La Covid-19 es una afección multiorgán­ica, que puede dañar desde el cerebro hasta los dedos de los pies.

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