Aldo’s Restaurante y Wine Bar. Arévalo 2032, Palermo. Reservas 11 4773-37
Aldo’s Restaurante y Wine Bar. Arévalo 2032, Palermo. Reservas 11 4773-3739. Lunes de 18 a 23. Martes a domingo de 12 a 23. Menú 10 años: $ 3.200.
Cumplir diez años es toda una proeza para un restaurante. No se trata solo de sobrevivir los embates de la economía local, sino de construir un concepto sólido y mantenerse fiel a éste. En general las fórmulas exitosas son simples.
En el caso de Aldo’s, una oferta interesante de vinos argentinos, una cocina sofisticada pero amable para el paladar porteño, y un ambiente acogedor y chic. Esta ecuación se mantuvo mudanzas de por medio, desde su sede original en San Telmo (hoy cerrada) hasta su más reciente ubicación en Palermo, con un espléndido deck donde además puede revivirse la magia jazzera de su Bebop Club.
¿Qué cambió en Aldo’s en estos diez años?
Para empezar, el chef. Tras la partida del histórico y talentoso Maxi Matsumoto, llegó otro talento, Leo Azulay, dueño de Sudestada, un cocinero de bajo perfil muy respetado por sus pares. La consigna de su trabajo fue darle a la cocina de Aldo’s una identidad propia, más allá del chef de turno. Los insumos, de gran calidad, se combinan en platos de inspiración mediterránea con entradas como el carpaccio de cuadril y los chipirones saltados; una tentadora variedad de pastas, pescados (truchón de Bariloche) y carnes (bisteca a la Fiorentina) entre los principales; y postres clásicos como el tiramisú y flan de dulce de leche. La oferta de vinos, con etiquetas de pequeñas bodegas, es de las más sólidas de la ciudad.
Con motivo de décimo aniversario y de “el mes del amigo” (tan amigueros somos los argentinos que ya no nos alcanza con un día), Aldo’s armó un menú de cuatro pasos con su correspondiente maridaje de vinos. Abre con una burrata con hummus de arvejas, panceta tibia y kale; luego unos malfatti de borraja trufada en caldo de hongos y pecorino, seguido de garrón de cordero braseado; y como cierre, un postre para enamorarse, la panacotta de pistacho con quinotos en almíbar y praliné. Cada plato está impecablemente ejecutado, con capas de sabores y texturas que de verdad deslumbran.