Las otras grietas
Ya no solo se trata de la dicotomía entre Gobierno y oposición, entre peronismo y antiperonismo, o entre los K y los que se ilusionaron con Macri y hoy lo hacen con Rodríguez Larreta. Lo que enseña esta campaña electoral que recién arranca es que, además de esa grieta bien conocida, también hay enfrentamientos dentro de ambos espacios. Un ejemplo fresco es la irrupción del neurólogo Facundo Manes que calentó los ánimos en Juntos por el Cambio, donde lo consideran un paracaidista sin militancia previa. El neo-radical Manes ya disparó con munición gruesa. Dijo que le gustaría debatir con Larreta y su candidato en la interna bonaerense, Diego Santilli, porque no tiene en claro “el proyecto de país que quieren”. Y también les pidió “que no se gasten los impuestos de los porteños en la campaña”. La respuesta del otro lado fue que estaba “sembrando desconfianza” y que, jugando a la división, le hacía un gran favor al Gobierno. “El Frente de Todos ya no necesita más candidatos”, lo chicaneó el larretista Cristian Ritondo.
En las filas del oficialismo también hay peleas y heridos. El ministro de Defensa, Agustín Rossi, ya no forma parte del Gabinete de Alberto Fernández porque ignoró la sugerencia de bajarse de la interna en Santa Fe, su provincia de origen, donde el Presidente y Cristina Kirchner decidieron apoyar la lista del gobernador Omar Perotti. Como el ministro no acató, horas después terminó en la calle.
La guerra ya no entre dirigentes de distintas facciones, sino entre gente que en teoría comparte un mismo espacio y las mismas creencias, demuestra lo obvio: lo que motiva este espectáculo no es la ideología, sino la lisa y llana ambición de poder.