ADMINISTRACIÓN INTRANASAL
El síndrome respiratorio agudo coronavirus 2 (SARSCoV-2) infecta el tracto respiratorio y se transmite, en parte, por gotitas respiratorias y aerosoles. Sin embargo, solo siete de las casi 100 vacunas contra el SARS-CoV-2 que están actualmente en ensayos clínicos o con animales se administran por vía intranasal. Las ventajas de las vacunas intranasales son, además, varias: no precisan de una aguja para ser administradas, suministran el antígeno directamente en el sitio de la infección y activan la inmunidad de las mucosas en el tracto respiratorio. De esas siete vacunas que se están probando para administrar por vía intranasal, seis son virus vivos atenuados o vacunas vectorizadas por virus y una es una vacuna de subunidad proteica (es decir que solo incluye las partes del coronavirus que mejor estimulan al sistema inmunitario). Los virus atenuados y los vectores virales que codifican antígenos de vacunas son particularmente útiles para la inmunización intranasal porque el proceso de infección rompe eficazmente el epitelio y es intrínsecamente inmunogénico (generador de inmunidad). Los ensayos preclínicos y de fase I de este tipo de vacunas se están realizando en diversos países.
Una candidata fue desarrollada por la Universidad de Oxford y está basada en un adenovirus viral de chimpancé; otra, en fases I y II, se trabaja en el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de Cuba (tecnología de subunidad proteica); Bharat Biotech, laboratorio de la India, tiene a su vez una versión también basada en adenovirus de chimpancé; en Hong Kong un grupo de investigadores trabajan con un virus de la influenza atenuado. Y hay tres laboratorios estadounidenses que tienen sus propias versiones de vacunas intranasales en desarrollo: Altimmune, que no está obteniendo los resultados esperados; Meissa Vaccines, que acaba de dar a conocer buenos resultados en chimpancés y Codagenix, cuya fase I arrojó que es segura y bien tolerada.