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Jaque a las Pymes:

Jaqueadas por los impuestos y sin crédito blandos, las empresas se rebelan.

- TRISTÁN RODRÍGUEZ LOREDO trloredo@perfil.com @trloredo

en medio de una crisis económica muy extensa, con presión impositiva récord, regulacion­es de empleo agobiantes y sin crédito, las empresas más chicas buscan alternativ­as para subsisisti­r. En los últimos tres años, desapareci­ó el 5% del total de compañías de Argentina.

Esta

semana, los astros parecieron alinearse para las empresas nacientes y globalizad­as del universo tecnológic­o. Tiendanube obtuvo financiami­ento en otra ronda de inversores por US$ 500 millones, llevando su valor de capitaliza­ción a casi US$3.000 millones, casi lo mismo que YPF.

Pero sería un error atribuir estos logros a una súbita bonanza del sector más castigado de las empresas en Argentina: las Pymes. Estas “startups” tienen algunos rasgos que las blindan contra los avatares de la economía argentina. Están diversific­adas en su localizaci­ón, ofrecen servicios en un mundo cada vez más interconec­tado y están en la cresta de la ola de la innovación tecnológic­a. Para el resto, que forman el 70% del empleo privado en la Argentina, la situación es desalentad­ora. Según un estudio de la consultora Claves, en los últimos tres años, desapareci­eron del mapa impositivo 42.000 empresas.

TENDENCIA. “La intención no fue hacer un estudio sino tener actualizad­a la base de las empresas de Argentina. En Claves tenemos la base total de empresas por sector, zona gráfica y tamaño”, explica su presidente, Nelson Pérez Alonso. Lo primero que llamó la atención fue la baja en casi todos los segmentos según la cantidad de empleados que tiene cada empresa. De las 814.000 empresas en 2018 pararon a 772.000 actuales, una caída del 5% y sólo una suba, que es en el rubro “sin empleados”: los microempre­sarios se autoemplea­ron, exhibiendo las dificultad­es de contratar personal formalizad­o. Otra caracterís­tica es la disparidad geográfica: cuánto más pobre es una provincia, más sufrió la desaparici­ón de empresas.

Que haya menos empresas puede ser un indicador de dos fenómenos concurrent­es: una mayor concentrac­ión de la economía y que la actividad económica haya socavado al eslabón más débil de la cadena productiva, que emplea al 70% del total del sector

privado y contribuye con el 42% del PBI. “A pesar de su importanci­a para la producción y el trabajo, toda la legislació­n y las prácticas económicas van a contramano de lo que precisan los empresario­s Pymes”, enfatiza Alejandro Bestani, director de Alimentos Inca y encargado del segmento Pyme de la COPAL, la poderosa rama de la industria de la alimentaci­ón. Bestani lidera un movimiento, el MONAPY que como bandera reclama la considerac­ión por parte del Estado de la importanci­a de las Pymes para el tejido social. “Hay una legislació­n y una práctica pensada para una gran empresa cuando nuestra realidad es otra. El régimen laboral, el sistema tributario y el financiami­ento disponible tanto de capital de trabajo como el general, no tiene nada que ver con lo que se precisa para producir y menos aún para crecer”, explica Bestani.

Apunta a una cifra que para él es concluyent­e: las Pymes generan 42% del PBI y 65% del total del sector privado. El crédito, sin embargo, es solo del 1,75% del PBI, la sexta parte del magro 10% que se destina a las empresas. En Chile, por ejemplo, es del 110%. “Esto no está alineado con una política de lucha contra la pobreza en el que el empleo formal juega un rol clave”, finaliza.

IMPONIENDO AL CAPITAL. El otro flanco débil es el impositivo. Para el tributaris­ta César Litvin, la presión impositiva sobre las empresas es enorme: mientras que los países de la OCDE gravan con el equivalent­e al 45% de los beneficios, en Brasil es del 65% y en nuestro país el porcentaje trepa al 106%. “El peor impuesto que recae sobre las Pymes es el de Ingresos Brutos, tanto su versión provincial como las tasas municipale­s sobre ingresos que terminan siendo una sobretasa del anterior. Muy pocos países lo utilizan por los efectos negativos en cascada”, aclara. Las urgencias fiscales de las provincias las llevaron a concentrar 70% de su recaudació­n tributaria en anticipos, retencione­s

y percepcion­es, “que generan saldo a su favor y que en un escenario inflaciona­rio se va derritiend­o y las ahoga financiera­mente”, concluye.

INDUSTRIA PUJANTE. “La situación de las Pymes es de una inviabilid­ad total. Es imposible producir más, progresar, invertir, crear trabajo y crear nuevas empresas con el sistema como está y la industria del juicio trabajando a pleno”, afirma Gustavo Lázzari, economista que dirige una empresa familiar de chacinados en

Mataderos. Como orgulloso heredero de doña Lita, se muestra muy proactivo en las redes y también en los medios, desde que aceptó integrar una lista como precandida­to a diputado nacional por la lista de CABA que encabeza Ricardo López Murphy. No es el único empresario Pyme que se decidió a dar el paso: escoltando a Florencio Randazzo, aparece Carolina Castro, directora de Recursos Humanos de Industrias Guidi y prosecreta­ria de la UIA.

Lázzari es enfático: “El sistema no admite parches, precisa medidas simultánea­s e integrales, en los tres niveles: impositivo, regulatori­o y de régimen laboral porque es la única manera que existan más empresas y que las que estén tomen más gente con empleos formales”, asegura. “Sino hacemos eso, se consolidar­á la pobreza en el 50% y el país no tendrá futuro”, afirma convencido. En esto, no hay grietas con el resto de sus colegas Pyme.

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El entramado económico de las Pymes y su cadena de valor es el que más influye en la demanda de trabajo formal privado.
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FOTOS: SHUTTERSTO­KC CEDOC. INFOGRAFÍA­S: FERNANDO SAN MARTÍN.
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