La grieta de la deuda externa
En época de campaña, ya son un clásico las medidas económicas que los gobiernos sacan de la galera para cautivar al electorado, como ahora ampliar el crédito en todas sus formas y aliviar la presión fiscal sobre comerciantes y cuentapropistas. En esto, no hay grieta.
Sin embargo, algo que se muestra como un beneficio para la población termina siendo, a largo plazo, un problema para la economía. La reciente discusión entre el ex presidente, Mauricio Macri, y el actual, Alberto Fernández, sobre quién aumentó más la deuda pública durante su gestión es una muestra de eso ya que, en algún momento, los créditos deben devolverse y terminan recayendo en el gobierno siguiente.
Lo paradójico de esta discusión es que ninguno de los dos miente, aunque tampoco dicen toda la verdad. Leen los números a su modo. Elegir desde cuándo se mide una variable o qué abarca y qué deja afuera son los instrumentos más útiles para encontrar argumentos que, a veces, son esquivos. Si la deuda es sólo la externa o si también incluye el monstruo de las Leliqs o el hecho de patear deuda con los acreedores, son variantes que pueden servir para la discusión estadística y teórica, pero que dejan al ciudadano común con más confusión que certeza. Debates demasiado conceptuales que nunca llegan a esclarecer el fondo de la cuestión y que, en esta campaña, probablemente se repliquen en otros similares como el alcance del salario real o si la baja de impuestos beneficia a los dueños de las empresas o a los desocupados. En tiempos electoraes, se buscan ganar batallas dialécticas.