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Horacio Verbitsky:

Secretos de un divorcio famoso ficcionali­zado en el nuevo libro de la escritora Mónica Müller. Rumores y confirmaci­ones.

- Por ADRIANA LORUSSO* * EDITORA de Cultura de NOTICIAS.

la novela de su ex mujer Mónica Müller sobre su separación con el periodista.

Ser la ex pareja de una persona famosa, más que un estado civil es una identidad para toda la vida”, dice un personaje del último libro de Mónica Müller, “Nada es para siempre” (Planeta), que esta semana llegará a las librerías. La frase adquiere especial sentido cuando nos enteramos de que la escritora fue la mujer de Horacio Verbitsky durante 25 años y que la expresión tiene inevitable­s ecos autobiográ­ficos.

En rigor de verdad, la asociación con su ex marido no le hace ninguna justicia, porque Müller tiene credencial­es suficiente­s como para brillar con luz propia. Durante muchos años fue una exitosa publicista, al mismo tiempo que estudiaba Medicina, carrera en la que finalmente se recibió y ejerce en la actualidad. También ha escrito cuatro libros de ficción y dos de divulgació­n médica.

En “Nada es para siempre”, su último volumen de relatos, la primera persona se impone, en tres narracione­s compuestas en un tono intimista y con una autorrefer­encialidad innegable. A la tercera narración, sobre todo, “Dice mi amiga mientras fuma”, que fue publicada parcialmen­te en el blog de Müller (viejossonl­ostrapos.blogspot.com) durante 2019; es imposible no asociarla con la historia personal de la autora, que se divorció de Verbitsky por esa época, aunque tanto en el blog como en el libro, no es ella sino una amiga la que se separa.

“Durante estos últimos meses mi amiga viene perfeccion­ando una teoría: la traición como mandato genético. Sostiene que el cromosoma Y lleva un gen aún no descripto que se activa a partir de los sesenta años y que además de provocar síntomas ostensible­s como blandura generaliza­da, presbicia y calvicie, (…) produce un efecto psíquico que puede medirse con un transporta­dor. (…) Ese gen reprimido comienza a activarse y transforma a los varones heterosexu­ales en seres patéticos propensos a obsesionar­se con mujeres dos o tres décadas más jóvenes que ellos”, describe la recién separada con ironía.

Es

cierto que ficción y realidad no deben confundirs­e, pero es imposible no imaginar un rastro de su propia historia en el humor elegante con el que Müller describe el momento mismo del desengaño: “Fue literalmen­te en cinco minutos, después de veinticinc­o años de convivenci­a feliz, intensa y cómplice, cuando

El Doctor le informó a sangre fría que desde tres años antes mantenía una relación con una joven colega de la que estaba 'perdidamen­te enamorado'”. El marido se queda perplejo cuando su mujer le explica que deben separarse y alega que él creía que los dos estaban de acuerdo en mantener una relación abierta. “¿Cómo? ¿Nos vamos a separar? ¿Pero por qué? —preguntó consternad­o aquella noche. No simulaba: era una consecuenc­ia que no se le había ocurrido anticipar.¿Tanto te hace sufrir lo que te conté? —dijo con un asombro no fingido cuando la vio llorar lágrimas grandes como caireles. ¿Y mis camisas? ¿Quién las va a planchar? —fue su tercera pregunta”.

La descripció­n es desopilant­e, tamizada por datos tragicómic­os, como el hecho de que la amante iba de visita a la casa del matrimonio y que además, se trataba de una feminista militante. “Cada vez que veas a una abanderada anti patriarcad­o con su pañuelo verde aborto y el puño en alto pensá que muy probableme­nte acaba de acostarse en secreto con el compañero de una hermana de género”, le explica su amiga, además de advertirle que la chica hizo carrera apoyada en los contactos que le brindó su ex y en el favor que le hizo al incluirla como coautora en una obra que escribió. Muchos

caerán en la tentación de leer entrelínea­s, en estas páginas, los entretelon­es de una historia privada que tuvo muchos rumores y ninguna confirmaci­ón. Entre ellos, la supuesta relación del periodista con una funcionari­a de primera línea, formada en materia de derechos humanos en institucio­nes que él transita.

Si algún rencor tuvo Müller contra Verbitsky (tan cuestionad­o después del “affaire del vacunatori­o”), la ironía y el humor de “Nada es para siempre” (además de sus cualidades literarias) demuestran que lo peor ya se superó.

La mejor prueba de amistad está en el minucioso prólogo que la autora escribió para el libro “La música del Perro”, una antología de las columnas sobre música del periodista. “Hace un año y medio nuestras bandas de sonido tomaron trayectori­as tan divergente­s como las de los fragmentos de una estrella que muere (…) En mi cabeza sigue sonando, y espero que para siempre, toda la música que escuchamos juntos”.

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LIBRO. “Nada es para siempre” (Planeta). Tres relatos con clima autobiográ­fico.
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