A la caza del voto joven
Son 7 millones de argentinos, tienen entre 16 y 26 años y los dirigentes no saben cómo hablarles ni pedirles su voto. No leen los diarios, tampoco miran los noticieros y parecen impermeables a los mensajes del Gobierno y la oposición. Se trata de la generación Z, la sucesora de los millennials, y su único involucramiento en la cosa pública se da en los extremos: hay seguidores de los libertarios Milei, Espert y compañía, seducidos por su discurso antipolítica, y también, en menor medida, adherentes a la izquierda dura. Pero la gran mayoría no comulga con nada.
¿Qué hacen los partidos grandes –el bipartidismo de los K y del posmacrismo de Juntos– para acercarse a este electorado esquivo? Lo cierto es que intentan de todo, y no saben si sirve. La vicepresidenta Cristina Kirchner mencionó al trapero L-Gante (aunque confundiendo y afrancesando su nombre: lo llamó “Elegant”) para congraciarse con los teenagers en gran parte marginales y desempleados que escuchan esos nuevos sonidos. El neurocientífico Facundo Manes lanzó un comentado spot de campaña donde se ve a un grupo de bailarines callejeros haciendo acelerados movimientos a lo “Tik-Tok”. El presidente Alberto Fernández se dejó entrevistar por influencers de las redes como “El Cadete” y otros similares. El grueso de los candidatos incursionan en otras plataformas para jóvenes como Twitch. Y la frutilla del postre ahora la aportó la candidata oficialista en la provincia de Buenos Aires, Victoria Tolosa Paz, cuando sin sonrojarse dijo que “en el peronismo siempre se garchó”, y que los controles sanitarios –que en estos días preelectorales ceden– ya tenían hartos a “los pibes”.
La política no sabe cómo acercarse a los jóvenes. Subestimarlos es la peor manera.