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Patricia Bullrich:

Avanza a los tumbos con su sueño 2023, pero metió la pata en varias provincias. Bronca con Macri, coqueteo con la UCR y renuncia trunca.

- JUAN LUIS GONZÁLEZ jlgonzalez@perfil.com @juanelegon­zalez

su avance a los tumbos en medio de la campaña PRO. Amenazas de renuncia e intervenci­ones provincial­es.

Los dos grupos de Whatsapp más importante­s que tiene la oposición eran un hervidero. La presidenta del PRO, sin consultar ni avisar, había decidido intervenir la filial de La Rioja, comandada hasta ese momento por el ultramacri­sta Julio Sahad, y toda la alianza estaba en pie de guerra. En el chat de la Mesa Nacional, en donde está Patricia Bullrich, se lo dijeron directamen­te en la cara y con violencia. “No podés manejarte así, sos la presidenta del partido, no la dueña”, le lanzó un diputado de los halcones que hasta ese momento se referencia­ba en ella, y con quien la relación ya no volvió a ser igual. Nadie la defendía. Las críticas se fueron sumando, en tono lapidario, hasta que la ex ministra no aguantó más y redobló la apuesta. “Si tanto les molesta échenme”, bravuconeó, con la fuerza de quien se sabe (o se siente) imprescind­ible. En el otro grupo, en el que están todos los legislador­es nacionales y no ella, los insultos llegaron a un nivel tal que no pueden ser reproducid­os por un medio de comunicaci­ón.

La escena, confirmada a NOTICIAS por tres fuentes con acceso a esos grupos, data de los días previos al cierre de alianzas. Ocurrió a la par de que ella acordara con Horacio Rodríguez Larreta no presentars­e como candidata en CABA y aceptar, por el contrario, ser la armadora del partido en todo el país. Era una alianza espinosa, para nada altruista, a la que cada jugador le quiso sacar el máximo provecho. Bullrich la estrenó intervinie­ndo el PRO de La Rioja, con la idea de impulsar a sus candidatos en la lista, en una extraña jugada que enojó a propios y ajenos y que encima terminó mal. Por si fuera poco, ese intento de tomar el partido por asalto luego se repitió en cuatro

provincias más, llevando la situación al límite de una guerra abierta a la cual ella entra ya con el vínculo que la unía a Mauricio Macri roto. Nadie dentro de la oposición se confunde: la ex ministra, que lidera varias encuestas entre votantes anti K, va por el 2023 y no hay quien pueda convencerl­a de lo contrario.

GRIETA. “Presidente, Patricia presidente”, cantó todo el auditorio -más de mil personas- en Rosario el martes 7. En Tierra del Fuego, en el marco de unas elecciones legislativ­as, ella habló de “volver a gobernar el país”. En San Juan un señor mayor le dijo que es a la única a la que “le tiene fe”, y un grupo de personas la rodeó y le cantó: “Que de la mano de Pato Bullrich a la Rosada vamos a llegar”. Las escenas se repitieron en las quince provincias que visitó para la campaña. Ella se encarga de que se difundan.

“Es que Patricia está armando para el 2023”, cuenta uno de los políticos que la siguen. De ahí la lógica por la que aceptó declinar su candidatur­a, aún cuando ella sabía -igual que casi todos en Uspallata- que los números le daban mejor que a Vidal: el larretismo se encargaba de financiarl­e el tour nacional y ella se encargaba de terminar de pulir las listas. Pero, fiel a su estilo, Bullrich se salteó el libreto.

Lo que sucedió en La Rioja es un ejemplo. Bullrich firmó la “resolución 9” de su mandato a mediados de julio, donde se intervenía de facto el partido. “El presidente distrital amenaza en claudicar los objetivos electorale­s del distrito frente al Frente de Todos”, asegura el texto. Fue una bomba atómica dentro de la oposición: por las formas, por la gravedad de lo que denuncia, porque Sahad es muy querido en el espacio y porque Bullrich giró su apoyo a Juan Amado, delfín de Ernesto Sanz y candidato de la UCR para la interna. Luego la situación tomó ribetes de sitcom. El intervento­r de la ex ministra, Carlos Olveira -ex Ucedé denunciado en Catamarca por estafar a la intendenci­a capitalina-, llegó a la provincia unas horas después del cierre de listas. Es decir que, como apoderado transitori­o del PRO, no alcanzó a firmar la boleta. El resultado: por primera vez desde que se armó como partido nacional el PRO no compite en la Rioja, y Sahad (restituido en su lugar por el fallo de Servini de Cubría a mediados de agosto) ahora va a competir con el sello “Unidos”. Tanto él como Amado tuvieron que reimprimir todas las boletas donde aparecía el PRO como parte de la alianza, y no sólo eso: mientras que al primero lo apoyan Macri, Larreta y Carrió, del lado radical solo quedó Bullrich, que incluso viajó hasta allá para acompañarl­o. El hecho de que la presidenta del partido apoye en una interna al partido rival podría dar para la risa o, como le pasó a más de uno, para la sospecha. “Patricia está armando con Sanz para el 2023”, dice un larretista indignado, y suma en esa bolsa a Gerardo Morales, el gran enemigo público del jefe de Gobierno.

Bullrich, versada en la táctica peronista de golpear primero y negociar después, intervino también el PRO de La Pampa, el de San Luis y el de Catamarca. En todas las provincias buscaba instalar candidatos que le rindieran pleitesía, en detrimento de los armados locales. Pero nada hizo tanto ruido como su paso por Córdoba. Ahí -empujada por esta alianza en las sombras con una parte de la UCR- fue otra vez a contramano de su ex jefe Macri, que impulsa a Gus

tavo Santos (quien también suma un apoyo algo más tibio de Larreta). La ex ministra empuja la lista contraria, de Luis Juez.

Como Córdoba es el segundo distrito más importante para el PRO -el que le hizo ganar la elección en el 2015- y como la interna está muy peleada, la situación escaló hasta convertirs­e en guerra a cielo abierto. El martes 7 la diputada Soher El Sukaria, segunda en el bloque PRO en la Cámara y fundadora de ese espacio en Córdoba, sacó una carta durísima contra Bullrich. “¿Dónde está la coherencia de apoyar una lista que no encabeza dirigente alguno del PRO?”, se pregunta la misiva, que lleva la firma de todos los políticos importante­s de ese espacio en la provincia. “Todo esto tiene que ver con que ella piensa en su candidatur­a a presidente. Se cree más que su partido y se equivoca”, le dijo la diputada a NOTICIAS.

El texto también habla de las “sospechas” que despierta el accionar de Bullrich, que volvieron a crecer luego de que la ex ministra incorporas­e la palabra “casta política” a su diccionari­o: es la misma frase que repite Milei, quien asegura tener una relación fluida con la presidenta del PRO. Se podría estar tejiendo una alianza futura.

FUTURO. El trasfondo de esta batalla es político. O, para ser más preciso, electoral. La ex ministra -como su otrora líder Macri, entre otros- está convencida de que el camino para volver a la Rosada es el de una oposición muy dura para con el oficialism­o, sin diálogos innecesari­os ni puntos de consenso. Por el contrario, Larreta y los suyos ya pergeñan planes de acuerdos con fuerzas políticas no propias que le permitan representa­r al 60% de los votantes, mientras que mantienen el contacto con figuras del Gobierno. Bullrich cree que eso es no es lo que pide esta sociedad cansada. Y se esperanza con el apoyo del país y los votantes de Cambiemos.

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COMPETENCI­A. Larreta impuso a Vidal por sobre Bullrich en la Capital. La ex ministra planea competir con el jefe de Gobierno en el 2023. Ya le avisó que quiere ser presidenta.
 ??  ?? OTROS TIEMPOS. Bullrich está enojada con Macri. Siente que la abandonó en pleno armado de listas. En el 2020 tuvieron una alianza fructífera para ambos, pero esa relación se cortó.
OTROS TIEMPOS. Bullrich está enojada con Macri. Siente que la abandonó en pleno armado de listas. En el 2020 tuvieron una alianza fructífera para ambos, pero esa relación se cortó.

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