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Rosario, ciudad en la mira: Marcelo Saín, ex ministro de Seguridad de Santa Fe, habla acerca de la problemáti­ca narco y de la famosa banda "Los Monos".

Tras el apriete de "Los Monos" a los fiscales, un ex funcionari­o analiza la ola de terror.

- MARIANA SIDOTI GIGLI @marianasid­oti

Una

llamada anónima alertó este lunes al 911 santafesin­o: “Suelten a Cantero, suelten a Los Monos o matamos a todos los fiscales”. El autor repitió la frase y después colgó. El Ministerio de Seguridad santafesin­o redobló los dispositiv­os de custodia a los investigad­ores del caso y se vuelve a hablar de un Rosario narco que, por los métodos y la criminalid­ad de sus líderes, pareciera sacado de una serie policial de Netflix.

Ocurre que los cabecillas más emblemátic­os de las bandas narco rosarinas están, en su mayoría, presos, pero siguen operando desde la cárcel. Es el caso de Ariel “Guille” Cantero, de la banda de "Los Monos", que está siendo juzgado por al menos diez balaceras en 2018 contra domicilios de funcionari­os y edificios judiciales. Con un desgastado control sobre el territorio, furioso por un juicio abreviado que no fue y una condena que se acerca a una perpetua, Cantero se desquita contra la Justicia. Sus “soldaditos” en las calles son el resultado de la violencia y la muerte que sigue asolando a unos pocos -pero bien definidos- barrios de Rosario.

DROGA Y NEGOCIO. “La Bonaerense tiene, dentro de su núcleo, unidades con capacidad de investigac­ión y acción eficiente. Es una policía, con su crisis, eficiente, que controla el territorio. Acá (en Santa Fé) eso se quebró”, explica a NOTICIAS Marcelo Saín, ex ministro de Seguridad provincial y actual director del Organismo de Investigac­iones del Ministerio Público Fiscal. “Con el apogeo del mercado minorista de drogas, de 2010 en adelante, hubo una fragmentac­ión policial para ver quién apadrinaba a los grupos, que, por entonces, eran de ladrones y controlaba­n los territorio­s. Apareció el consumo de cocaína en la clase media alta y como ya tenían arreglo con la policía, se reciclaron a la venta de droga. La rentabilid­ad fue tan grande que el enfrentami­ento por el mercadeo se reflejó también adentro de la institució­n”, dice el criminólog­o.

TRAMA. La clave para comprender el fenómeno es el profundo enquistami­ento político y judicial con las bandas más pesadas. Los “terratenie­ntes” y “soldaditos” que quedan en las calles siguen administra­ndo, un poco al boleo, un negocio que ya no es tanto de búnker sino de delivery. Y la disputa suele ser tiro a tiro. “La policía no controla esto, no ordena esos conflictos porque ya no controla más la calle. Es un desmadre”, advierte Saín, autor de un proyecto de reforma policial que duerme en la legislatur­a santafesin­a.

Un ex procurador general ya fue preso y varios funcionari­os y legislador­es están acusados de participar en el negocio. La alta recaudació­n da cuenta de que, explica Saín, “semejante parva de cocaína no la toman solo los barrios periférico­s. Se montó un mercado de la droga paralelo y en los grupos (de venta)la historia es de muertes, incluyendo a familiares y amigos”. De ahí que las extorsione­s, amenazas e incluso el sicariato sigan siendo moneda corriente. Saín aclara que Rosario no tuvo apoyo “del ministerio de Seguridad de la Nación” para combatir estas prácticas. “Hablamos de impedir que el encierro se convierta en una oficina segura de operación criminal, que genera muertes y desgracias en la calle”, dice. A pesar del llamado intimidado­r, el juicio contra Cantero continuará su curso, de forma virtual, en las próximas semanas.

LA POLICÍA YA NO CONTROLA MÁS LA CALLE. ESTO ES UN DESMADRE". MARCELO SAÍN EX FUNCIONARI­O

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