De abuelos a nietos
Popi Spatocco al frente de la Orquesta de Avellaneda volvió a presentar las maravillosas canciones infantiles de María Elena Walsh en el CCK. El de María Elena Walsh y las canciones para niños es un caso único en la Argentina; y seguramente, habrá pocos ejemplos similares en el resto del mundo. Están, por supuesto, las piezas anónimas de rondas que han trascendido tiempos y fronteras y que podemos escuchar en los pequeños de todas partes. Pero aquí hablamos de un repertorio que se conformó en los años ’60, nacido de la cabeza de una única persona, que ha podido cruzar generaciones y que, aunque no tenga actualmente la fuerza y la penetración de décadas pasadas, aún está en el cancionero de de muchísima gente, y de todas las edades.
El 1º de febrero de 2020 hubiera cumplido 90 años y por eso se lo había pensado como su año de homenajes. Los confinamientos complicaron todo y los tributos llegaron a cuentagotas. Pero antes del cierre llegó a estrenarse una propuesta que tuvo como base al teatro Roma de Avellaneda, a la Orquesta Sinfónica Municipal de ese distrito y al arreglador y director Popi Spatocco. En la medida que fue posible, desde entonces el espectáculo fue reestrenado, y ahora se lo pudo escuchar nuevamente en la sala grande del CCK. La Orquesta de Avellaneda es una sinfónica de conformación heterodoxa (“maderas a dos”, en la jerga de los músicos, aunque algo reducida, más guitarra eléctrica y batería) que fue el sostén musical para una lista de piezas inoxidables: “Marcha de Osías”, “Twist del Mono Liso”, “Canción para tomar el té”, “Canción del jardinero”, “La vaca estudiosa”, “Chacarera de los gatos”, “Canción de la vacuna”, “El adivinador”, las muy inspiradas “Para los demás” o “Canción para bañar la luna”, la eterna “Manuelita la tortuga”. Gustavo “Popi” Spatocco fue el responsable de escribir las adaptaciones y de conducir a la orquesta. Y las cantantes Edith Rossetti y Mora Martínez, puestas en un lugar no estelar y trabajadas como si fueran dos instrumentos más, compartieron la tarea de ponerles voz a esas poesías disparatadas y geniales.
Con eso, más algunos videos sencillos (al que habría que corregirle algunos errores ortográficos) y un ida y vuelta de participación del público invitado a compartir juegos de coros y adivinanzas, se redondea una propuesta elegante, cariñosa e inteligente que merece seguirse viendo y escuchando por todo el país. El mismo Spatocco ofrecerá repertorio para adultos de Walsh con el Coro Polifónico Nacional, también adaptado por él, en los próximos meses y en la misma sala; pero eso será tema de otra conversación.